En los tiempos de Donald Trump el pasar la aduana en los aeropuertos de Estados Unidos, no se ha dificultado.

Por lo menos no a todos.

La gente que llega de vacaciones, o de trabajar y porta su vida tradicional no tiene mayor problema, todo transcurre con normalidad.

-A qué viene, pregunta un oficial caucásico, que habla un español "pocho.

-A ver el juego del equipo de México...

-¿Aquí?, pregunta extrañado...

-Sí, en el Sam Boyd Stadium, contra Islandia...

-¿En Islandia juegan futbol?

-Y son buenos los vikingos...

Una carcajada se escucha y el sello salvador cae sobre el pasaporte.

No hay problema.

Más no con todo es así.

Siguiente ventanilla, un fotógrafo muestra su green card, que utiliza para entrar.

El oficial es latino y su tono de conversación es enérgico.

-¿Dónde radica?

- En Monterrey, responde el artista de la lente.

-Pero cómo radica en Monterrey, si tiene green card. A mí me costó muchos años tener green card, y tú no vives aquí...

-No, no radicó aquí.

Se hacen llamadas. Vienen y van más oficiales. Han pasado ya 45 minutos,  hasta que... "bueno, puede pasar, pero es la última vez... la próxima que llegue debe de residir aquí, porque tiene green card ".

El fotógrafo sale enojado, ha perdido una hora de su tiempo, pero su opinión no cambia, "no voy a vivir aquí, porque aquí sólo trabajo, no resido ".

Así se vive en los tiempos de Trump.

hgm

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses