Cuando llegó la oferta del Cruz Azul, Ángel Mena no dudó en aceptar, más allá de que nunca había jugado para algún club que no fuera ecuatoriano.

Con 29 años de edad recién cumplidos y seleccionado nacional en su país, uno de los fichajes de La Máquina para el Clausura 2017 se ha adaptado rápidamente a su nuevo entorno, incluidos los 2 mil 250 metros de altitud sobre el nivel del mar, lo que suele ser un tabú en Sudamérica.

La condimentación de la comida, en especial el picante, tampoco ha sido problema para él.

“No tenemos algún inconveniente hasta el momento”, presume el habilidoso atacante, en charla con EL UNIVERSAL. “Por ahí, [lo único ha sido] la adaptación de lo que son mis niñas”.

“Obviamente, a un niño le cuesta más por el tema de sus amigos, compañeros de escuela, pero uno que ya está más grande trata de acomodarse rápido, sabe que no le queda de otra, así es que somos conscientes de eso y ahí vamos, día a día, acoplándonos a las cosas que son de acá y lo más importante es que, gracias a Dios, tenemos salud, una familia, trabajo, y seguiremos luchando por ese sueño de dejar en lo más alto a Cruz Azul”.

Pese a que el también atacante Joao Rojas es su compatriota y eso suele ayudar mucho cuando se llega a un país que es desconocido, Mena relata que los demás elementos del plantel cementero le han tenido la mano para hacer mucho más fáciles sus primeras semanas en México.

“Todos me han ayudado. No tengo preferencias”, sentencia. “Acá es un grupo muy unido, sano. Eso siempre es positivo cuando un jugador recién llega y motiva, ayuda mucho para que uno se pueda adaptar lo más rápido posible”.

El cariño de la afición celeste también ha sido clave.

“Gracias a Dios, hemos tenido un buen recibimiento, lo cual también es importante para que uno se sienta cómodo”, reconoce.

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