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Tomás Boy gritó más fuerte que nadie tras la obra de arte creada por Aldo Leao Ramírez (77’), aunque el físico no le dio para ser el primero en salir de la banca a festejar la heroica victoria del Cruz Azul (2-1). Fue lo de menos. La malaria del ‘Jefe’ en la antigua Ciudad de los Deportes por fin terminó.

No sin antes padecer más de la cuenta. La Máquina jugó con un hombre menos durante 70 minutos, debido a la imprudencia de Francisco Javier Rodríguez, pero se las ingenió para sacar provecho de la indolencia de los Jaguares de Chiapas.

Eso explicó la cólera irradiada por Ricardo Antonio La Volpe.

Los felinos se fueron al camerino con la mínima ventaja, pero no supieron manejarla ante un equipo todavía falto de ideas, aunque sobrado de alma.

Sello que, poco a poco, Boy ha impregnado en un plantel eternamente tildado de ‘pecho frío’. Pese a la expulsión del ‘Maza’ y el polémico penalti en contra, los Cementeros no sucumbieron en la batalla de los sentimientos ante el joven árbitro Diego Montaño.

Porque el silbante dejó en claro que el ya retirado Marco Antonio Rodríguez hizo escuela. Al estilo de ‘Chiquimarco’, aplicó el reglamento a cabalidad, sin espacio al consentimiento. Las 28 faltas señaladas, así como cuatro cartones amarillos y uno carmesí mostrados, fueron la prueba.

No dudó en echar al experimentado defensa central celeste. Tampoco en señalar el empujón de Julio César Domínguez sobre Silvio Romero. Sí hubo contacto, pero el goleador argentino de los sureños vendió bien y se le compró.

Lo cambió por gol con una buena ejecución a la derecha de José de Jesús Corona (42’).

El Cruz Azul no hizo disparos a portería durante los 45 minutos iniciales. Todo lucía cuesta arriba... Hasta que Joffre Guerrón y Aldo Leao Ramírez construyeron una pared por el sector derecho. El fino volante colombiano la devolvió con fuerza. Tanta, que el ecuatoriano abanicó. Afortunadamente para él, Jorge Benítez estaba en el corazón del área chica y no perdonó (51’).

Tercer tanto del certamen para el guaraní. Empezaba la gesta.

Fue coronada con aquel servicio del propio ‘Conejito’. El balón iba para el volante español Víctor Vázquez, quien hizo su debut liguero en casa, mas escurrió hasta Ramírez. Lo demás, arte.

Controló, giró y sacó un riflazo inatajable para el meta Óscar Jiménez. El éxtasis invadió a los poco menos de 20 mil almas cruzazulinas presentes.

Justo cuando el túnel parecía más oscuro y largo, La Máquina halló la luz. Volvió a ganar en su estadio después de 133 días.

No lo hacía desde el 19 de septiembre, contra los Pumas. Sí, el marcador también fue 2-1. Habían pasado cinco presentaciones en Liga ante su gente (cuatro empates y un revés).

Llegó al fin. El ‘Jefe’ Boy por fin triunfó, como estafeta azul, en la Ciudad de México.

El sábado anterior, en León, perdió el invicto como local. Ahora, fulminó la mala racha como local (tres igualadas y una caída).

Sufrió más de la cuenta. Al final, sólo realizó cuatro ensayos al marco chiapaneco y sólo tuvo la pelota 46% del tiempo, pero fue lo de menos.

A los Jaguares de Chiapas no les sirvió intentar seis veces al arco de Corona y controlar el esférico 54% de los 90 minutos.

El ‘Bigotón’ La Volpe presintió la hecatombe desde que Benítez empató. Intentó ajustar a su equipo, pero ya era muy tarde.

Este Cruz Azul, impulsado por el corazón, le devolvió la fe a un pueblo que pareció extraviarla desde aquella entrada del ‘Maza’ Rodríguez sobre el volante chileno Francisco Silva.

Lucía como una nueva tragedia celeste, pero esta Máquina parece ser diferente y evoca a algunas exitosas versiones del pasado.

Su 27 también es sinónimo de gol, pero éste no se llama Carlos Hermosillo, ni es mexicano. Se trata del paraguayo Benítez, quien fue efusivamente abrazado por Boy camino al vestuario.

No podía ser de otra manera. Su desarrollado olfato goleador impulsa la ilusión celeste.

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