Javier Hernández confiesa que el gol contra Ecuador no sólo le da confianza, sino que lo libera de las frustraciones que vive con el Real Madrid

edgar.luna@eluniversal.com.mx

Frustrado, herido, triste, menospreciado... Todo eso ha sentido Javier Hernández, quien confiesa que hasta ha llorado en su intento por ganarse un lugar en el Real Madrid, que simplemente no ha creído en él.

Pero por 90 minutos, ‘Chicharito’ volvió a ser feliz. Volvió a ser ese “chamaco” —ya de 26 años— al que le gusta correr desaforado por toda la cancha y marcar goles, que es para lo que genéticamente está hecho... Después, mañana por la noche, volverá a la capital de España, a su otra realidad.

“¿Qué me hacía falta? Esto... calentar, correr todo un partido, salir cansado... Cómo añoraba todo esto”, confiesa el tapatío, que “se suelta” un poco más en este momento de satisfacción.

Hernández marcó el gol del triunfo de México sobre Ecuador, al minuto 13, cuando robó el balón a un defensa, eludió a un adversario y mandó el balón al fondo  de las redes con un colocado disparo que pegó en el poste antes de meterse a la portería.

Cinco minutos después, ‘Chicharito’ estuvo cerca de marcar el segundo de la noche, cuando quedó solo frente al portero Alexander Domínguez tras un pase de Giovani dos Santos, pero se resbaló antes de conectar el balón.

El gol, “me da confianza”. El gol, “me quitó frustración”.

Con  ese tanto, Hernández llegó a 39 y empató con Cuauhtémoc Blanco en el segundo lugar de los goleadores de la Selección Nacional, a siete del máximo anotador, Jared Borgetti.

“Ahí voy”, dice, con una sonrisa tímida, cuando se le menciona el dato, al final del partido.

—¿Por qué te ha pasado esto?

—No lo sé, pero hasta en Selección he sido suplente, durante el Mundial... Ahí, como en todos lados, hago lo mismo: apoyar y dar las gracias a Miguel [Herrera] sobre todo, por llevarme a mi segunda Copa del Mundo, ayudar al equipo y hasta anotar.

La euforia del momento tapa los cuatro meses de angustia y frustración. Cada vez que se da una alineación en el cuadro merengue, Javier no se ve en el once titular, y sólo cuando se acercan los últimos minutos de juego, es cuando se respira, a veces, alguna posibilidad de jugar.

“Quizá he llorado, pero eso al final no significa nada. Sí, me he sentido frustrado, a veces no entiendo por qué se dan las cosas así”, confiesa.

La semana de Javier comienza a todo en optimismo: “ayudas, participas, compites en los entrenamientos”. Mas luego llega el fin de semana, la hora de los partidos, y ahí “pues te dejan fuera y te frustras... Bueno, hay que superarlo, dejarme caer sería lo peor que pudiera hacer”.

El ‘Chicharito’ espiritual sale a flote, ese que se encomienda al trabajo, a sus facultades, pero también a su fe.

“Tengo fe de que vienen mejores cosas para mí por delante. En la adversidad es cuando se muestra orgullo, es ahí cuando sale tu verdadera personalidad. Que me han faltado oportunidades en estos dos últimos años, es verdad, pero soy el mismo que siempre trata de ayudar, jugar y ganar. Ni antes, cuando jugaba era el mejor, ni ahora que no juego soy el peor del mundo”, asegura a los reporteros.

Hernández confiesa que en varias ocasiones se ha preguntado por qué a él le pasan estas cosas, y a pesar de no obtener respuesta, no piensa  volverse un rebelde o mandar mensajes, a través de los medios de comunicación, a quienes no creen en él.

“Quien me conoce sabe que soy paciente. No creo problemas, no tengo esa escuela de que hay que portarse mal para llamar la atención... Lo que he hecho es por la línea correcta y ahí están mis números para que hablen de mí”, responde.

Así que, por el momento, Hernández se refugia en la Selección para sacar toda esa frustración absorbida en el Madrid, “y la única forma de hacerlo es en la cancha... Ahí corro, sudo, saco todo lo que tengo dentro”.

Javier Hernández está de pie y se mantiene en la lucha.

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