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Tres cicatrices en el rostro son las facturas de sus últimas peleas. Debajo de la ceja derecha y otra en el pómulo. Son el recuerdo de la conquista de su título superpluma del Consejo Mundial del Boxeo, ante el japonés Takashi Miura. Del lado izquierdo, otra marca más refleja los rastros de su primera defensa de su corona ante Orlando “Siri” Salido.

Con esas heridas sanadas, Francisco “Bandido” Vargas regresa este sábado al cuadrilátero contra Miguel Berchelt, en Indio, California.

En su último enfrentamiento, un empate frente a Salido, el pugilista demostró su aguerrida y conocida táctica de ir al frente para buscar los golpes sin achicarse que, a pesar de sus 32 años de edad, no piensa cambiar, por el momento.

En entrevista con EL UNIVERSAL en el gimnasio en donde entrena en el Estado de México, el “Bandido” comparte sus impresiones antes de poner en juego su cetro mundial por segunda ocasión.

Tuviste un semestre de descanso, ¿estás listo para el sábado?

—Me siento físicamente muy bien, rápido y fuerte. La espera de seis meses era necesaria porque venía de dos enfrentamientos muy duros. Mis heridas necesitaban el descanso, yo también tenía que recuperarme. Y el poder relajarme me cayó muy bien, claro, seguí entrenando. Cuando me dieron esta fecha, nada más decidí a acelerar el trabajo.

De tus dos últimas peleas, ¿cuántas puntadas necesitaste?

—Creo que cerca de 15. En una me pusieron seis, y, en la otra, nueve o siete. También se me hinchó mucho abajo del ojo derecho.

El estilo que manejas es duro, pero limpio, ¿te consideras un pugilista espectacular?

—Mi intención es buscar la pelea, es lo que más me gusta. Si veo que meto un buen golpe, quiero mejorarlo en la próxima oportunidad. O, si me pegan, me quiero desquitar. Siempre peleo limpio, no doy cabezazos o codazos; sin embargo, en mis dos últimos duelos me tocaron rivales ‘cochinos’ y que tienen experiencia en eso. Sirvieron como recursos.

A tus 32 años y pensando en un futuro, ¿estarías dispuesto a cambiar tu forma de boxear?

—Tengo rasguños, moretones y cicatrices que me han marcado en mi carrera, pero ningún golpe me ha puesto en peligro. Todavía estaré un rato peleando y seguiré así hasta que mi cuerpo me lo permita. Después, podría ajustar algunas cosas. En unos rounds, guardar distancia, tener cautela, hacer fallar al rival y, cuando lo veas desgastado, buscar los golpes, pero, ahorita, no es mi forma de pelear.

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