Aquí yace un reportero. Así me comentó Jacobo Zabludovsky durante el último viaje que realizamos juntos a Cuba cuando le pregunté “¿qué es lo que le gustaría que dijera su epitafio?”.

Yo siempre estaré agradecido con Jacobo porque creyó en mí, por la gran oportunidad que me dio de formar parte del programa 24 horas por más de 10 años, por invitarme a ser el conductor de la sección deportiva y taurina de ese programa.

Recuerdo que me llamó para invitarme el día 5 de diciembre de 1988 y me mantuve en el programa hasta el último día en que se transmitió, el 19 de enero de 1998. Estuve casi diez años al aire a su lado.

Destacaría de Jacobo su enorme calidad humana, era un gran conversador, un hombre muy culto y un maestro de periodismo. Diría que Jacobo es en sí mismo una escuela de periodismo. Tenía una forma muy positiva de ver la vida, un gran espíritu, una disciplina férrea y una pasión por la información.

Por supuesto que al principio fue duro trabajar con él, fue exigente, fue estricto, pero muy formativo. Para mí, a los 22 años de edad, aparecer en 24 horas era motivo de una gran presión pero a la vez fue un escaparate y una plataforma de lanzamiento periodístico muy importante.

Jacobo era un gran aficionado a los toros, era un hombre muy sensible y conocedor. Partidario de Lorenzo Garza y El Ave de las Tempestades, que fue su torero favorito y murió hace muchos años. Pero también fue amigo de ‘Armillita’, de Luis Castro ‘El Soldado’, fue amigo de Manuel Capetillo, de Carlos Arruza.

Cuando murió Arruza en 1963, Jacobo fue a identificar su cadáver cuando murió en un accidente automovilístico en la carretera Toluca-México.

A todos los toreros grandes que eran de la época de oro y de las épocas posteriores los entrevistó Jacobo.

Quiero poner en práctica sus enseñanzas en mi desempeño profesional, lo que me quede de tiempo en esta profesión.

Un aspecto desconocido, lejano al Jacobo que aparecía en la televisión, es su gran sentido del humor. Un humor negro, una ironía fina, era muy simpático y pasamos grandes momentos en sobremesas durante los viajes que hicimos recientemente, porque ESPN tuvo la excelente idea —por medio de Armando Benítez y Rodolfo Martínez— de invitarlo, de recuperarlo para la televisión.

Una de las anécdotas que puedo contar, y en donde se retrata el humor de Jacobo Zabludovsky, fue cuando le dije: “Maestro yo le debo mucho, en verdad que yo le debo mucho”. Él me contestó: “¡pues ya págame!”. Ese era el humor de Jacobo.

Fuimos a Londres, antes de los Juegos Olímpicos de 2012, a realizar una serie de cápsulas de lo que no tenía que ver con la materia deportiva de la magna justa, yo bauticé esa sección como La hora del té. Después repetimos la experiencia en Brasil, antes de la Copa Confederaciones y del Mundial del año pasado. Fuimos a Río de Janeiro y a esas cápsulas les puse el nombre de Tópicos del Trópico.

Fueron experiencias inolvidables, porque Jacobo estaba todavía en muy buenas condiciones, dispuesto a trabajar a cualquier hora, en cualquier momento, largas jornadas de trabajo, siempre muy dispuesto y muy profesional en su labor. Con una gran vitalidad que perdió en el último viaje que hicimos a Cuba.

Hoy hace un mes (2 de junio) regresamos de Cuba, hoy hace un mes tuvo su última aparición en la televisión, en el estadio Pedro Marrero en La Habana, al final del partido entre el Cosmos de Nueva York y la selección nacional de Cuba. Esa fue la última aparición de Jacobo en la televisión junto conmigo.

Se trataba de una persona muy culta, podía hablar de literatura, de arquitectura, de historia, de política, de tango, de toros. Era un personaje excepcional que me ha dejado marcado. Ha sido un día muy triste para mí tras recibir esta noticia.

En su labor como reportero entrevistó a todos los grandes deportistas de los últimos 40, 50 o 60 años. Entrevistó a Pelé, a Franz Beckenbauer, a Muhammad Ali, a Rubén ‘Púas’ Olivares, a grandes pilotos de automovilismo, basquetbolistas, boxeadores, en fin.

Aunque a él no le hayan gustado particularmente los deportes, todos los grandes personajes de esta fuente fueron entrevistados por Jacobo. En realidad nunca fue un aficionado al mundo deportivo, como sí lo era por los toros, la fiesta brava.

“Aquí yace un reportero”, es lo que Jacobo Zabludovsky deseaba que dijera su epitafio. Lo recordaré por sus enseñanzas, por sus consejos, por su disciplina y vocación por el periodismo.

heribertomurrieta65@gmail.com

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