No rebasa los 20 centímetros de largo, pero ese rectángulo envuelto en piel acolchada es el sueño dorado de quien ama la moda casi tanto como a París. Hay compras que nunca se olvidan, y un bolso 2.55 de Chanel es una de ellas. Y es que no es una compra cualquiera: es el viaje a la tienda, la elección del color y el tamaño perfecto, la primera prueba frente al espejo. Hecha la decisión, uno no siente que carga con un bolso, sino con un objeto de deseo que desde hace más de medio siglo es el legado de Coco Chanel.
Todos soñamos con subir al auto y decir: “31 Rue Cambon, s'il vous plaît”, pero muy lejos de París también hay un espacio para vivir una experiencia de compra de lujo. No exagero: la nueva boutique que la marca inauguró en El Palacio de Hierro Polanco es quizá la más increíble que he visto fuera de Francia. Cada espacio es exquisito e invita a detenerse a mirar.
Sus 380 metros cuadrados llevan el sello del arquitecto neoyorquino Peter Marino, quien ha diseñado las boutiques de la firma en otros países. Como un bolso 2.55 —que es perfecto de la cadena hasta la última costura de su interior— el espacio es artesanal: está inspirado en el departamento de Coco Chanel y transmite la misma elegancia e intimidad que aquel espacio de ensueño de París.
En sus estantes hay una inmensa variedad de bolsos, zapatos y joyería. Además de la selección de accesorios provenientes de las seis colecciones diseñadas por Karl Lagerfeld, hay piezas de relojería de líneas como Première, J12 y Mademoiselle Privé. Asimismo, hay un salón dedicado al Ready-to-wear, donde prendas como vestidos, jumpsuits, sacos y chamarras crean una armonía absoluta con las obras de artistas como Dean Levin y los sofás en tweed.
Como es de esperarse, los productos y diseños icónicos se fusionan con las piezas de la nueva temporada, y una vez más prueban que la maison es maestra en preservar su elegancia mientras reinventa a sus clásicos.