Cuando se anunció la repentina salida de la entonces directora creativa de la firma Gucci, Frida Giannini, comenzaron a escucharse prestigiados nombres para ocupar su puesto: Tom Ford, Riccardo Tisci, Tomas Maier, Peter Dundas, entre otros. Contrario a lo que se esperaba, este sello decidió apostar por el talento de casa, por un hombre para muchos desconocido: Alessandro Michele. 
 
Las preguntas no se hicieron esperar: ¿Por qué los directivos habían preferido elegir a un diseñador que vivía en el anonimato en lugar de un creador reconocido para devolver el esplendor a la marca y elevar sus ventas (motivo por el cual prescindieron de Giannini)? Y todavía más importante, ¿quién diablos era este hombre barbado y desaliñado?
 
Hasta el día de su nombramiento como la nueva mente creativa de la casa italiana, Michele había gozado de una carrera alejada de los reflectores. Su arribo a esta firma tuvo lugar en 2002, cuando el propio  Ford lo reclutó para que formara parte de la oficina de diseño en Londres. La experiencia de este creador comprendía una estadía en el lujoso sello Fendi, en el que fungió como director de complementos masculinos. Sus estudios profesionales los realizó en la Academia di Costume e di Moda, en la ciudad de Roma, un connotado centro de estudios. 
 
Durante el mandato de Giannini, estuvo a cargo de la línea de accesorios de Gucci, para la que desarrollaba bolsos, zapatos y joyas. En 2011, ascendió al puesto de asistente de la dirección, por lo que se convirtió en la mano derecha de la diseñadora y, también, en el segundo al mando.
 
En busca de nuevos horizontes. La entrada de Michele a las grandes ligas de la moda fue como un clavado precipitado y sin salvavidas. En tan sólo una semana tuvo que configurar la colección Otoño/Invierno 2015-16 para hombre, que recibió más críticas negativas que positivas, debido a que carecía de un hilo conductor, a que algunas de las prendas evidenciaban un desafortunado patronaje y a que el estilo de la misma distaba mucho de lo acostumbrado. La desmarcación de la estética de Giannini era evidente.
 
El italiano rompió con lo clásico y conservador que había definido a esta maison  en los últimos años, apostando por una buena dosis de androginia, la cual subrayó a través de delicadas blusas de seda, blusones de encaje, camisas con lazos y pantalones rectos al piso combinados con sandalias. Además, subió varios escalones de osadía mediante unos loafers decorados con pelo. ¿Una exageración? Quizá, pero no hay fashionista que no los desee en su armario.
 
La visión arriesgada, innovadora y contemporánea de Michele cada día consigue más adeptos. Su desfile Resort 2016, presentado en las calles de Nueva York, le valió el aplauso por parte de los especialistas, quienes celebran los nuevos rumbos de esta casa: diseños más espontáneos y con un aire retro. Su campaña para la próxima temporada es una evidente (y muy particular) interpretación del lujo actual: mujeres que llevan prendas de diseñador en el Metro.
 
“La colección Otoño/Invierno 2015-16 para hombres es una clara indicación de que la marca está lista para tomar una nueva dirección”, ha señalado el director general de Gucci, Marco Bizzarri. Habrá que esperar para ver si la “locura refinada” de Michele, además del boom mediático que ha conseguido hasta el momento, también logra hacer impacto en los números de la firma. ¿Será que, en los tiempos actuales, quien no arriesga, no vende? 

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