Hay personas que, desde antes de su nacimiento, están predestinadas para brillar. Tal es el caso de Georgia May Jagger, hija de la estrella de rock Mick Jagger y de la supermodel de los 70 Jerry Hall. La británica no sólo goza de una privilegiada genética (fruto de la elegante belleza de su madre), sino también del ángel que distingue a su padre. La combinación no podía ser más  explosiva.

 

Esta rubia de marcadas facciones y actitud seductora se ha forjado un nombre en el campo de la moda por méritos propios, a pesar de tener la opción de quedarse en casa, ir de viaje con sus amigas o salir al centro comercial y derrochar miles de dólares. Georgia, por el contrario, ha mantenido un ritmo de trabajo agitado desde que apareciera en una sesión fotográfica de la edición británica de Vogue en 2008.

 

Como suele pasar con las grandes modelos (aunado a la controversia que rodea su apellido), su primera campaña importante dio mucho de qué hablar, debido a la carga de sensualidad de las imágenes, en las que  aparecía con el torso desnudo acostada sobre un sillón y besándose de forma apasionada con un hombre. Cabe mencionar que, en aquel entonces, ella tenía tan sólo ¡16 años! 

 

Nadie escapa a su destino. Durante su adolescencia, cuando su famosa madre le preguntó si le gustaría convertirse en modelo, Georgia  respondió con un tajante “no”. “En un principio no quería dedicarme a esto porque deseaba hacer algo diferente a la profesión de ella y de mi hermana Lizzy. Creo que era más una cuestión de rebeldía. Bastó con que se me cruzara una oportunidad y me decidiera a probar suerte”, señala la joven nacida en Londres, en 1992.

 

Desde su aparición en el campo de la moda ha trabajado para firmas como Miu Miu, Versace, Louis Vuitton, Marc Jacobs y Thierry Mugler, de la que ha sido imagen de su icónica fragancia Angel, al igual que lo fuera su madre hace dos décadas. La maniquí ha fungido como embajadora de la marca de cosméticos Rimmel y de los diseños de la casa Chanel, Sunglass Hut y Sonia Rykiel.

 

Su rostro de aspecto angelical, caracterizado por sus labios carnosos y su diastema (la separación entre los dientes frontales), ha cautivado a firmas y creadores por igual, quienes comparan su belleza y sensual actitud con la del icono francés Brigitte Bardot, y no es para menos, ya que hasta la rubia melena las asemeja.

 

En 2012, la británica fue seleccionada, junto a tops de la talla de Kate Moss, Naomi Campbell, Karen Elson y David Gandy, para aparecer en la clausura de los Juegos Olímpicos de Londres, donde se reveló como un icono de la nueva generación de la moda británica. Mejor validación como modelo (y como estrella), no podía haber tenido.

 

Como buena descendiente de rockstar, a Georgia le gusta (¡le encanta!, mejor dicho) salir de fiesta. Sus partners in crime para visitar bares y clubes son nada  menos que las modelos Cara Delevingne y Suki Waterhouse. Es tal su vínculo, que así como se les ve juntas yendo de bar en bar, aparecen por igual en la portada de la edición británica de Vogue. No cabe duda: hija de tigre, ¡pintita! 

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