México ha dado un paso de gigante con la aprobación por el Senado de la República, con 73 votos a favor, 24 en contra y 3 abstenciones, del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, el cual también se conoce como TPP-11. De esa manera, nuestro país se convirtió en el primer integrante en ratificarlo.

Ese acuerdo de libre comercio de carácter regional, que forma parte de las excepciones reconocidas a los tratados globales que fomenta la OMC, supone un mercado que se integra por más de 463 millones de habitantes, con un PIB per cápita de 22 mil dólares.

Una vez ratificado por seis países miembros, ese instrumento entrará en vigor en un plazo de 60 días; y, si bien es cierto que EU decidió separarse del mismo el 27 de enero de 2017, también es verdad que Trump afirmó que podrían unirse en el futuro si hay condiciones “sustancialmente mejores”.

Contrario a lo que se ha indicado, el TPP-11 representa una magnífica oportunidad de desarrollo para México, sobre todo por tratarse de la unión comercial con un área geográfica con la que nuestro país ha guardado vínculos centenarios, que por una razón u otra habían pasado a segundo plano luego de la Guerra de Independencia.

En efecto, como apuntó Silvio Zavala, los primeros vínculos históricos, culturales y mercantiles iniciaron luego de que España aseguró el dominio de las Islas Filipinas a partir de 1564-1565, cuando tuvo lugar una ruta practicable de retorno a México, con lo que se estableció la línea de navegación comercial entre Acapulco y Manila.

La construcción de ese formidable esfuerzo se apoyó sobre todo en el virreinato mexicano, de forma que Acapulco fue desde el último tercio del siglo XVI, el principal puerto de intercambio con Manila, a lo que se sumó un ramal interamericano que unió a Acapulco con el puerto de Callao, en Perú, con escala forzada en Panamá.

La ruta comercial entre Manila y Acapulco funcionó dos siglos y medio, dándose el nombre de “Nao de China” o “Galeón de Manila” a todas las naves españolas que cruzaban el océano Pacífico, con escala forzada en Guam y de modo regular en La Bahía de Banderas y San Blas en Nayarit, y Cabo San Lucas en Baja California Sur.

Por tanto, la suscripción por los países signatarios el pasado 8 de marzo de 2018 del TPP-11, en Santiago de Chile, en realidad supuso el relanzamiento de un viejo trayecto global, que había unido no sólo a naciones del Océano Pacífico, sino que también del Atlántico, tal, como sucedió antaño con el paso por tierra entre Acapulco y Veracruz.

En este sentido, el TPP-11 constituye un instrumento que puede devenir en el tratado comercial de carácter regional más importante del mundo, puesto que Argentina, Bangladesh, China, Corea del Sur, Colombia, Costa Rica, Filipinas, India, Indonesia, Laos, ​Tailandia y Taiwán, han expresado intereses variados en el mismo.

Al unir naciones y destinos de Norteamérica, Sudamérica, Oceanía y Asia, ese instrumento supone una significativa mejora a nuestra competitividad en mercados que representan 15% del comercio mundial, además de que promueve la innovación y el encadenamiento empresarial, al incluir beneficios para las PYMES.

En concreto, el TPP-11 abre los mercados de Australia, Brunéi Darussalam, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam y otorga el acceso preferencial a 90% de productos mexicanos, además de establecer el comercio justo y la prohibición de la “discriminación inversa”, por lo que no se podrán atraer sociedades y capitales extranjeros para crear un régimen desigual para nuestros competidores nacionales.

Sin perjuicio de la existencia de áreas ciertamente controvertidas, como la propiedad industrial, México, por su ubicación geográfica, devenir histórico, influencia cultural y potencial económico, no podía quedar fuera de ese gran pacto que llevan a cabo un conjunto de países para impulsar el desarrollo de sus pueblos.

Convertirnos en una sociedad más abierta, con menor dependencia de la economía estadounidense y con enriquecedoras interacciones en ambos lados del continente, no sólo se traducirá en mayores beneficios económicos, sino también en el renacimiento cultural, en la consolidación democrática y en el potente resurgimiento de la histórica vocación de nuestro país para articular centralmente la agenda global.

Consejero de la Judicatura
Federal de 2009 a 2014

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