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Según el documento, INAH y el gobierno de la ciudad “llevarán a cabo todas las acciones necesarias para la recuperación integral de los bienes culturales ubicados en el trazo del corredor vial, incluyendo los conjuntos escultóricos, esculturas, jarrones, bancas y demás elementos existentes”.

Por su antigüedad e importancia histórica, dos tramos del emblemático corredor están considerados por el INAH como Zonas de Monumentos Históricos: el que pasa por la Primera Sección del Bosque de Chapultepec y el que va de la Estela de Luz a Bucareli.

En el primero, más que monumentos particulares, el Instituto considera el área de alto potencial histórico y arqueológico dado que fue un espacio muy importante en tiempos prehispánicos. De acuerdo con Arturo Balandrano, coordinador de Monumentos Históricos del INAH, “el Instituto tiene competencia para mantener el carácter histórico del lugar”, por lo que solicitaron al proyecto de construcción del Metrobús respetar la imagen histórica del área, evitar la tala de árboles y mantener el tamaño de las banquetas. En los camellones del tramo también hay esculturas y piezas artísticas que son parte de la imagen urbana, como las 13 de la serie Campanas, de artistas como Leonora Carrington, Manuel Felguérez, Brian Nissen y Vicente Rojo, instaladas en 2012 frente al Museo Nacional de Antropología.

Además, por la existencia de esculturas y monumentos del siglo XX, el trayecto norte de la avenida, de Bucareli a Peralvillo también es considerado de alto valor artístico, de ahí que la restauración de esos bienes deberá estar a cargo del INBA. A lo largo de la ruta, entre tres glorietas que hoy son hogar para indigentes, están distribuidos 39 esculturas de personajes ilustres, alternados por jarrones colocados entre 1976 y 1982, cuando el gobierno amplió Reforma hacia el norte.

Los elementos históricos y artísticos convierten a Reforma, originalmente bautizada Paseo de la Emperatriz, en uno de los corredores más ricos de la ciudad. “Este paseo, que es de todos y que es emblemático, es una suma de elementos en donde la jardinería, los monumentos, los elementos pequeños como bancas, el mobiliario urbano forman una atmósfera inigualable. Reforma es un museo vivo, tocable, presumible y fotografiable”, dice el arquitecto Rubén Ochoa Ballesteros, vecino de la colonia San Rafael y presidente de la Fundación Privada Verde.

En opinión del arquitecto, todos estos elementos históricos y artísticos deben ser conservados, pues son parte de la memoria histórica de la ciudad.

A lo largo del Paseo también hay elementos urbanos históricos poco conocidos y que, sostiene el arquitecto, deberían resaltarse, como una marca topográfica que sirvió para realinear la avenida en 1875, una década después de que en 1864 comenzara a ser trazada por órdenes del emperador Maximiliano de Habsburgo. El vestigio pasa desapercibido entre las plantas y bancas de la plaza Luis Pasteur. “No es ornamental ni monumental, pero es un elemento práctico para la topografía, sirve como una referencia de nivel. Este nivel fue utilizado para el primer realineamiento de la avenida, que fue hecha en 1875 por Sebastián Lerdo de Tejada, quien mandó a ensancharla… No es decorativo ni artístico, pero es una marca histórica”, destaca.

Sin embargo, la parte histórica de la ruta que tomará el Metrobús no termina en Peralvillo. A partir de ahí comienza otra Zona de Monumentos Históricos, la de la Calzada de los Misterios, donde se encuentran 15 ermitas construidas a finales del siglo XVII para que los peregrinos rezaran en su camino hacia la Villa de Guadalupe; también se conservan los restos de una rotonda que enmarcaba la calzada. La Secretaría de Obras, el INAH y la Comisión de Arte Sacro de la Arquidiócesis han prometido un proyecto de restauración de esos monumentos virreinales.

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