¿Dónde está el otro país en el Consejo Asesor?

Centralista y elitista por estar abocado a las bellas artes nació el Consejo Asesor de la Secretaría de Cultura que fue instalado ayer por la secretaria María Cristina García Cepeda. Entre el grupo de nuevos asesores, todos, sin duda, tienen amplias y reconocidas trayectorias, sin embargo se extraña que no figuren nombres de creadores, gestores e intelectuales de otras zonas de México, en particular de las fronteras norte y sur, y de grandes ciudades como Monterrey y Guadalajara. Se extraña también que la Secretaría buscara a personalidades del mundo de la academia, la literatura, la música y las artes plásticas, mientras que en las áreas de patrimonio y arqueología, educación artística, culturas populares y cultura digital los representantes fueran claramente escasos. En el grupo de célebres personas tampoco vemos figuras que defiendan la cultura para jóvenes y niños. ¿Así son los nuevos tiempos de la cultura?

También llama la atención que hay, por lo menos, un par de convocados a quienes se les ha visto en todos los consejos posibles de todas las instituciones posibles. No se duda de sus capacidades ni de sus experiencias, pero ¿cuándo empezará el relevo generacional?

Se abre el debate en torno del diamante

La mesa está casi puesta para que este jueves se realice el primero de los cuatro debates que habrá en torno de la exposición de Jill Magid en el MUAC. Nos cuentan que será Ricardo Raphael, recientemente nombrado titular del Centro Cultural Universitario Tlatelolco, quien conducirá el primer encuentro, probablemente el más ríspido porque ahí estará la artista estadounidense junto a uno de los dos curadores de su exposición, Cuauhtémoc Medina o Alejandra Labastida, y del otro lado (¿en la otra esquina?), varios críticos a la exposición. Nos adelantan que dos de los que se sentarán en la mesa son el empresario y coleccionista César Cervantes (reconocido porque rescató y restauró la Casa Prieto, hoy Casa Pedregal, obra de Luis Barragán) y el arquitecto e investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM Enrique de Anda; los dos son parte del grupo de voces que más ha cuestionado el proyecto y exposición, y firmaron aquella carta que en febrero condenó la vejación de los restos del arquitecto. Listo el debate, la que parece que no tendrá espacio es la petición hecha al coordinador de Difusión Cultural, Jorge Volpi, con el fin de que dentro de la exposición se abriera un espacio crítico que mostrara con fotos y textos los cuestionamientos que se hacen a todo el trabajo. Al parecer, esta última obra no calificó para curadores y museógrafos.

Nada detiene a las casas de subasta

Ayer fue rematado en el extranjero otro fragmento de memoria sin que las autoridades mexicanas pudieran intervenir. Hace poco más de un mes, en París fue vendido un lote de piezas prehispánicas a pesar de que el gobierno protestó y pidió a la casa subastadora que cancelara la puja. El de ayer fue un trozo de los murales coloniales que resguarda el convento de Tlaquiltenango, en Morelos, que fue vendido en el precio de salida fijado, 100 mil euros (poco más de 2 millones de pesos). Sin embargo, nada se supo de la intervención del INAH o alguna institución mexicana. La única que levantó la voz, nos cuentan, fue la historiadora del arte Laura Hinojosa, quien hace unos años hizo un minucioso estudio sobre esos murales de hace 450 años. A la historiadora, nos cuentan, aún le queda la espinita de saber cómo salió ese fragmento del convento y cómo llegó hasta España, pues hasta que ella dio a conocer su investigación en 2005 nada se sabía de su existencia y eso que, dicen, consultó los archivos en los que están dispersos trozos del códice, como el Museo Nacional de Antropología de México y el Museo de Historia Natural de Nueva York. Aseguran que no le sorprendería que lo hayan desprendido sin mayores problemas de los muros, pues siempre alertó sobre las condiciones de abandono y riesgo. Nada parece que se pudo hacer con esta subasta y ahora las autoridades mexicanas enfrentan otra venta de piezas arqueológicas en Nueva York. Veremos si ahí sí le pueden ganar a las casas subastadoras.

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