México es el país con la cuarta biodiversidad vegetal más rica en el mundo, después de Brasil, Colombia y China. La mayor parte de las plantas que crecen aquí son de origen nacional; el resto fueron introducidas como consecuencia de la Conquista. En el Instituto de Química (IQ) de la Universidad Nacional se estudian, en mayor medida, plantas nativas, pero también algunas que provienen de fuera.

“Analizamos, sobre todo, plantas no medicinales y, en menor medida, medicinales. Éstas representan aproximadamente 10% de las que crecen en el país”, dice Baldomero Esquivel Rodríguez, secretario técnico del IQ.

Muchas de las plantas medicinales que tienen un valor comercial se pueden encontrar en los mercados; sin embargo, en estos suelen sufrir un proceso de adulteración o, bien, se venden picadas, lo cual impide su plena identificación.

“Por ejemplo, en México se les da a los niños pequeños una planta conocida como anís estrella para quitarles los cólicos. Con relativa frecuencia, esta planta es adulterada con otra especie muy tóxica que físicamente se le parece mucho. Sólo un experto puede diferenciar una de otra. Ahora bien, nosotros sí estudiamos plantas provenientes de mercados, siempre y cuando un especialista nos garantice su autenticidad y pureza.”

Recolectas in situ

La mayoría de las plantas que se estudian en el IQ son recolectadas en los sitios donde crecen: selvas, montañas, las orillas de una carretera, etcétera. Para eso, los investigadores de esta entidad universitaria se apoyan en el Herbario Nacional (HN), que depende del Instituto de Biología de la UNAM y tiene una muestra muy representativa de la vegetación del país, con una serie de datos muy útiles, como la localidad de origen de cada especie y la época del año en que florea.

En cualquier estudio resulta fundamental saber exactamente con qué plantas se está trabajando porque, aunque casi todas las que hay en México sólo crecen aquí, algunas quizá ya fueron estudiadas por investigadores extranjeros o son originarias de otros países.

“Para tener la certeza de que lo que estudiamos no se ha estudiado antes, o para enterarnos de lo que se ha descubierto en relación con una determinada planta, necesitamos conocer su identidad, hasta el género y la especie, y eso no lo hacemos nosotros, sino los especialistas del HN. Por eso frecuentemente vamos a esos sitios acompañados por algunos de ellos.”

Bioensayos

Desde la época prehispánica se usan plantas medicinales en México para curar todo tipo de enfermedades y malestares. De muchas de estas plantas se tienen registros históricos; incluso en algunos códices aparecen dibujadas con una descripción que permite saber para qué eran útiles. Eso ha llevado a los químicos a estudiarlas y buscar los compuestos que les confieren actividad biológica y las hacen eficientes.

“Contamos con una serie de bioensayos que nos ayudan a saber si una sustancia es antiinflamatoria o si inhibe la división de células cancerosas, por nombrar dos casos. Así podemos confirmar si las plantas con cierta fama curativa contienen realmente compuestos que justifiquen su uso medicinal desde el punto de vista científico”, apunta el académico universitario.

Por ejemplo, los químicos toman aquellas plantas que se han utilizado comúnmente para combatir la diarrea y las estudian para ver si en verdad contienen compuestos que desencadenen un efecto antidiarreico. Hasta la fecha han encontrado varias sustancias que le dan una justificación científica al uso de no pocas plantas medicinales.

Además de los laboratorios de productos naturales, el IQ tiene uno de pruebas biológicas donde se ensayan esas sustancias. Esto constituye un proceso básico. Antes de que se puedan transformar en un fármaco, deberán pasar por diversas etapas que ya no están directamente relacionadas con la actividad de los químicos.

Normalmente lo que hace que una planta cure una enfermedad o un malestar es un compuesto específico o la mezcla de distintos compuestos. Por eso está surgiendo ahora la tendencia a no purificar los principios activos de las plantas, sino a vender sus extractos. El campo de los fitofármacos está sustentado en esto.

“En lugar de separar el principio activo de una planta, se pretende garantizar que esté presente aun en una mezcla de compuestos.”

Investigaciones prioritarias

De acuerdo con Esquivel Rodríguez, todas las investigaciones orientadas a aprovechar y conservar mejor la biodiversidad vegetal del país deben considerarse prioritarias.

“Es oportuno señalar que, según estudios, del total de entidades químicas usadas para tratar enfermedades humanas, los productos naturales que se aislan de plantas o de microorganismos representan de 48% a 50%”, comenta.

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