El gobierno de la nobleza indígena de Tenochtitlan finaliza, según cronistas, por un asunto de incesto vinculado con don Pedro Dionisio, quien presuntamente se relacionó con su madre y hermana. Él siguió dentro del cabildo indígena como alcalde, pero nunca llegó a gobernador.

A partir de ese momento, fueron jueces gobernadores quienes tomaron la autoridad y restaron jerarquía a las autoridades indígenas. Sin embargo, fue hasta el ascenso de Felipe II al trono, que la nobleza nativa fue minimizada y obligada a pagar tributo. “Todo esto marcaría un declive de la nobleza en la segunda mitad del siglo XVI”, explicó la historiadora María Castañeda de la Paz en la charla titulada.

Tras la caída de México-Tenochtitlan se produjeron una serie de cambios en el gobierno, entre ellos, el liderado por los cuauhtlatoque, personajes provenientes de linajes ilegítimos, quienes rigieron hasta 1539, año en que la casta mexica recuperó el mando de la antigua ciudad hasta 1565, indicó la historiadora, de acuerdo a un boletín difundido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

La investigadora comentó que los datos provenientes de diversos documentos permitieron hilar la historia de la dinastía tenochca en un nuevo sistema político y recalcó que la lucha por el poder se ha dado en cada sociedad; en los indígenas no fue diferente.

Castañeda, investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, contextualizó que en los años posteriores a la Conquista, se debatió sobre el papel del indígena en el nuevo orden, por su naturaleza e ideología.

En este periodo, un personaje trascendental fue Carlos V, quien pese a su conformidad con la Conquista, optó por no repetir el feudalismo e instó desde la monarquía en el otorgamiento de derechos a los indígenas, así como el freno a la ambición de los conquistadores y de la Primera Audiencia a través del envío de virreyes.

El rey observó que el papel de los nobles era fundamental para mantener el orden, así que reconoció la nobleza de los señores autóctonos y algunos de sus derechos y privilegios, aseguró Castañeda.

Tras la muerte del último cuauhtlatoque, el virrey Antonio de Mendoza restituyó la nobleza tradicional y los tenochcas volvieron a administrar Tenochtitlan bajo patrones que María Castañeda infirió como un modelo hereditario colateral único en Mesoamérica. “Se suceden los hermanos y parece que primero gobierna el menor, luego el mediano y después el mayor. A continuación gobernarían los hijos del hermano menor”.

El gobierno de la nobleza indígena de Tenochtitlan finaliza, según cronistas, por un asunto de incesto vinculado con don Pedro Dionisio, quien presuntamente se relacionó con su madre y hermana. Él siguió dentro del cabildo indígena como alcalde, pero nunca llegó a gobernador.

A partir de ese momento, fueron jueces gobernadores quienes tomaron la autoridad y restaron jerarquía a las autoridades indígenas. Sin embargo, fue hasta el ascenso de Felipe II al trono, que la nobleza nativa fue minimizada y obligada a pagar tributo. “Todo esto marcaría un declive de la nobleza en la segunda mitad del siglo XVI”, concluyó la experta.

am/sc

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses