Conocida por sus siete colinas, la Ciudad Eterna cuenta desde la edad antigua con un monte de origen completamente artificial formado de "testae" o fragmentos de ánforas usadas, hace casi dos mil años, para el transporte de las mercancías, sistemáticamente descargadas y acumuladas.

La zona es conocida ahora como el barrio de Monte Testaccio y en la época romana fue un depósito de ánforas desembarcadas en el vecino puerto del río Tíber, conocido entonces como el "Emporium", explicó el director del sitio arqueológico, Francesco Pacetti.

En una visita guiada a medios extranjeros, el arqueólogo señaló que la colina artificial fue edificada con los restos de fragmentos de ánforas acumulados con toda probabilidad entre el periodo augusteo y la mitad del siglo III Después de Cristo (D. C).

"El Monte Testaccio es una colina completamente artificial, compuesta exclusivamente de la acumulación de fragmentos de ánforas de barro que los romanos llamaban testae y de ahí viene la denominación del monte.

"Aunque el nombre Testaccio apareció por primera vez en edad Medieval, en una inscripción del siglo VIII en el portón de la iglesia de Santa Maria in Cosmedin, que tenía propiedades en esta zona".

Se trata, dijo, de un auténtico archivo que revela la naturaleza y la modalidad de las descargas de mercancías de los antiguos romanos, sobre todo de pedazos de ánforas "olivae" (de aceite de oliva) originarias en un 90 por ciento de la antigua provincia romana de la Betica, la actual Andalucía, en España y el resto de la Bizacena (África).

Explicó que muchos de los fragmentos conservan la "marca de fábrica", el nombre del exportador, las indicaciones del contenido, las revisiones del transporte y la fecha de expedición. "Es un verdadero registro aduanero de la antigüedad", señaló.

Según Pacetti, desde un punto de vista estrictamente arqueológico, el sitio es único en el mundo, en el sentido de que se trata de una descarga organizada y compuesta exclusivamente de fragmentos cerámicos, completamente diferente de todos los demás sitios arqueológicos del planeta.

El Monte Testaccio tiene 54 metros de altura y una circunferencia de un kilómetro, mientras se calcula que está compuesto por los restos de unos 25 millones de ánforas.

Al hablar del nacimiento de la colina artificial, el arqueólogo recordó que entre los siglos II y III D.C, Roma era una ciudad en plena expansión, tanto del punto de vista urbanístico, como demográfico y el que hasta ese momento había sido su puerto comercial natural, en la isla Tiberina, era insuficiente para recibir todas las mercancías que llegaban de las diferentes provincias del enorme imperio.

Por ello, dijo el experto, se hizo necesario construir a partir del siglo II el "Emporium" o nuevo puerto fluvial en uno de los afluentes del río Tíber en donde hoy se encuentra el Monte Testaccio.

Del "Emporium" formaban parte varios almacenes, uno de los cuales ha llegado hasta nuestros días y es conocido como la "Porticus Aemilia".

Pacetti explicó que en la zona se descargaban las mercancías, fundamentalmente alimentos, de las ánforas usadas como contenedores, cuyos restos se tiraban en la zona y con el tiempo dieron lugar a una nueva colina.

Fue hasta 1870, tras la unificación de Italia, que la zona fue reorganizada y destinada a actividades industriales y comerciales, sede del rastro de Roma y de los grandes mercados citadinos.

Actualmente, el Monte Testaccio es, además de sede del populoso barrio romano, una zona arqueológica en la que expertos de todo el mundo, sobre todo italianos y españoles, estudian el modo de vida antiguo.

rqm

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