El compositor Rodrigo Escamilla esperaba la llegada de Nathán, su segundo hijo, cuando le informaron, en el sexto mes de gestación de su esposa, que nacería con una rara enfermedad conocida como dandy-walker,  síndrome que se caracteriza porque el cerebro no se desarrolla de manera normal. En una exhaustiva búsqueda de información para entender el padecimiento, halló  que la música era un excelente estimulante neuronal para niños con características similares a las de su bebé.

Sin embargo se encontró con una realidad: la oferta musical para bebés y niños no contaba con los requisitos más importantes para cumplir con esta función y decidió componerla él mismo. Así nació un largo camino hacia la construcción de una metodología musical: matromúsica.

Los resultados dieron pie a la creación de Centro Nathán, al que se han sumado destacados artistas de la música de concierto, como la soprano Lourdes Ambriz, la flautista Elvia Castro, la chelista Luz Urquidi, el tenor Luis María Bilbao; y del entretenimiento, como la cantante y actriz de doblaje Gaby Vega, Espurio Jazz quarteto, y el "Tata" Arvizu entre otros, quienes ofrecen conciertos a niños con discapacidad y sin ningún padecimiento.

Centro Nathán fue fundado hace dos años por el compositor y director de orquesta Rodrigo Escamilla con el propósito de ofrecer terapias para fortalecer el desarrollo neuronal de los pequeños. Ópera, música de concierto y jazz son algunos de los géneros utilizados por el compositor.

En entrevista,  Escamilla, también director de orquesta con maestría en composición por la Escuela Normal de Música de París, es tajante: la terapia no es “curativa”, pero sí ha demostrado ser una herramienta que aporta al cuidado integral de los niños.

“Nos metimos a Internet para averiguar qué era dandy-walker y descubrimos que la única manera de lograr que el cerebro se fortalezca, es pensar, y que la música es una herramienta para pensar. Esta información nos dio mucha esperanza y compré todos los discos para bebés que encontré. Al escucharlos me decepcioné porque no tenían los requerimientos básicos que explicaban los especialistas en este tema”, cuenta.

La búsqueda continuó, primero en su propia discoteca, luego en la de amigos y conocidos. Sólo géneros como el jazz y el new age ofrecían música capaz de aportar a la estimulación neuronal de Nathan, pero no la suficiente.

“Mi esposa me preguntó por qué no la escribía  yo mismo. Empecé a experimentar, a componer. Mi hijo nació y nos dijeron   no sobreviviría más de dos semanas. Nosotros, en lugar de sólo llorar, empezamos a ponerle la música y a hablarle. Los años pasaron y ante la evolución de mi hijo, un médico nos preguntó si hacíamos algo más de lo que nos indicaban en el hospital.

Le conté sobre la música que hacía para mi hijo y el doctor nos sugirió darle orden, clasificar todo lo que estábamos haciendo”, explica Escamilla.

La música, añade el compositor, logra potenciar emociones y sentimientos al tiempo que incrementa la capacidad de recordar, estimula la curiosidad y la imaginación y mejora notablemente la capacidad de entender conceptos abstractos.

“Estudié mucho para crear este programa, tuve asesoría de los neurólogos para llegar a estas conclusiones. Hicimos la música y la grabamos para mi hijo, pero cuando los papás de otros bebés que conocíamos en el hospital se enteraron de nuestro caso, nos pidieron la música y nosotros la compartimos. Los niños empezaron a cambiar notablemente su calidad de vida, hemos visto casos de niños con muchos problemas y hoy pueden sentarse, dormir bien. La música que creamos sirvió como una terapia más, de las muchas que recibe mi hijo”, advierte.

Escamilla, quien durante los años 90 fue responsable de la música de simbólicos comerciales de televisión, de jingles y de himnos de equipos de futbol como el Cruz Azul, cuenta con un estudio de grabación que le permitió producir discos que poco a poco compartió con más papás, como Ópera baby y Maternal.

Después crearon Radio Nathán, que se transmite por Internet y ofrece todos los jueves el programa Jazz para bebés, en el que también se abordan temas relacionados con la música, como terapia neuronal temprana.

Además iniciaron con conciertos con la participación de destacados músicos profesionales. “Cuando mi hijo cumplió cinco años de edad, quise hacerle una gran fiesta, pero mi esposa me dijo que era mejor idea hacer un concierto con las canciones que más le gustaban a Nathán”, recuerda.

Historias de evolución

El padre de  Nicolás, quien padece síndrome de west, una enfermedad que produce epilepsia y retraso psicomotor, se enteró de Centro Nathán mientras buscaba terapias de estimulación.

“Nos dijeron que era muy importante la terapia motriz para que sus extremidades no se atrofiaran, después nos mandaron a terapia ocupacional y sensorial, fuimos a natación, en medio de todas esas terapias encontramos la musical. Fuimos al Centro Nathán a un concierto de jazz para bebés y empezamos a tomar la terapia. El primer cambio visible fue su cambio de humor, creo que la música lo distrajo de las molestias que sentía, por ejemplo, al amanecer. Poco a poco reconoció los sonidos, se hizo más reactivo, disminuyó su irritabilidad. Junto con el resto de sus terapias nos hemos dado cuenta de los avances, incluso en su motricidad. No hemos logrado que se siente, pero sí sé que ha cambiado su semblante”, explica el papá de Nicolás.

Las terapias musicales se llevan a cabo los jueves, tienen un precio accesible por mes y se desarrollan en el Centro Nathán, ubicado en Mixcoac, un espacio que a dos años de haber nacido formalmente, no cuenta con apoyos financieros y no ha podido constituirse como una asociación civil ni como una fundación.

La terapia no es sólo escuchar la música compuesta por Escamilla, también es indispensable la participación de los padres en la construcción de una armonía grupal y, sobre todo, individual. “No es música simplista, hay todo un trabajo detrás y los resultados, los veo en mi hijo. Nos aseguraron que no viviría dos semanas y acaba de cumplir siete años”.

sc

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