Cada generación hace sonar la música de Mozart a su manera. Pero, para el director de orquesta Nikolaus Harnoncourt, lo más legítimo era recrear el sonido original de la obra, es decir, el más cercano a la época del compositor. Esa fue la búsqueda a la que dedicó su vida.

Cuando la Sinfonía no. 40 del genio de Salzburgo se estrenó, solía explicar, al público le pareció "una música perturbadora"; en cambio, "en la Sinfónica de Viena la hacíamos sonar dulce y decorativa".

Según recoge El Mundo, cada vez que Harnoncourt tomaba la batuta, se preguntaba cómo le habría gustado sonar a Wolfgang Amadeus. ¿Acaso le habrían hecho gracia las curiosas versiones de sus sonatas y conciertos usadas en los elevadores o timbres del celular? Muy probablemente, no.

Harnoncourt, detalla el diario español, consideraba a Mozart "un misterio difícil y casi impenetrable", por eso no empezó a dirigir su música hasta los 50 años, cuando se hallaba en plena madurez musical.

Su gran legado fue la creación del ensamble Concentus Musicos Wien, que inició la corriente de las interpretaciones históricas, a partir de manuscritos originales y, en la medida de lo posible, con instrumentos de época.

Toda esta experiencia se plasmó en el libro Diálogos sobre Mozart (Acantilado, 2016), que recoge el pensamiento de Harnoncourt no sólo en torno a una de las figuras más importantes de la música, sino al propio método interpretativo del director austriaco que describía así una buena interpretación: no debe ser extravagante sino verdadera.

sc

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