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Los intereses literarios de Emiliano Monge y su formación en ciencias políticas lo han llevado a adentrarse como pocos en la violencia en México, a explorarla como casi nadie y a hurgarla desde diferentes perspectivas, desde una mirada muy general con la violencia del narcotráfico y la del crimen organizado, pero también desde la dolorosa e íntima cotidianidad. Así lo hizo en su libro de cuentos más reciente La superficie más honda (Literatura Random House), donde se esconden las violencias “menores”, violencias contadas en vidas singulares.

“Así como yo traté el tema de la violencia en El cielo árido, como un ciclo en México, o abordé la violencia de los migrantes en Las tierra arrasadas, ahora quería hacer pequeñas piezas de violencias de esas otras violencias que están sucediendo en México”, señala el narrador que en estos cuentos construye precisas atmósferas de opresión desde pequeñas historias que son inmensos agujeros negros de horror.

“Se nos olvida que la desigualdad es una violencia, que la miseria es una violencia terrible. Un padre que no tiene a dónde llevar a su hijo enfermo es una violencia que nos está ocultando la mega violencia en la que estamos atrapados. Por eso cada uno de los cuentos pareciera que empiezan de repente y también a sí terminan porque tiene que ver con esa sentimiento de fragilidad ante algo que nos puede pasar de la nada, y también nos encerramos porque estamos en una violencia que lo peor de todo es que nos impide imaginar un futuro”, afirma el narrador.

El politólogo mexicano cita un ejemplo, al padre de su pareja lo asesinaron y hubo que renunciar a continuar la investigación por el miedo de la familia a que les pasara algo a los que quedaban, eso lo lleva. “Vivimos en un país en el que lo peor no es que maten a tu padre, es decir, hemos llegado a ese punto. Es esa violencia que hemos normalizado de tal modo que nos tiene asfixiados, encerrados en nosotros mismos, y eso es lo que buscaron los cuentos, demostrar que la violencia no está sólo en lo que nos rodea sino que se ha mudado a la vida íntima, a lo que llevamos dentro las personas”.

Monge, agrega que esa mudanza sí es algo nuevo en el ciclo de violencia en México. Dice que es nuevo que se haya mudado a los sentimientos de las personas y a eso querían apuntar también los cuentos que a hay una realidad que no somos capaces de ver.

“La violencia que nos muestran los medios de comunicación, la que nos muestran las películas y la televisión está siendo sólo referencia a una cosa, pero que detrás de esa realidad hay miles de realidades que no somos capaces de ver. Al final las películas están hablando sólo del México de los privilegios, el cine está hablando sólo del México de los privilegios, la literatura está hablando del México de los privilegios, nosotros dos que podemos venir a un café tenemos más privilegios y se parecen más nuestros privilegios a los de Azcárraga y a los de Slim que a los del 95% de México que vive sin un sólo privilegio”, asegura Emiliano Monge.

Por eso quiso echar luz sobre once realidades de ese México de la ausencia absoluta de privilegios y cómo la violencia sumada con la falta de privilegios genera una violencia distinta.

“A diferencia de lo que había tratado de escribir antes, de las novelas en las que la violencia era muy explícita, ahora quería que la violencia estuviera mucho más adentro de los personajes, que se sintiera como parte de cada persona en las que nos estamos convirtiendo, y que no estamos siendo capaces de ver la violencia al interior de un ser humano, la violencia en sus relaciones primarias con sus familiares”.

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