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El periodista español Miguel Ángel Bastenier murió ayer en España a los 76 años a causa de un cáncer de riñón.

Licenciado en derecho e historia, en 1961 se graduó en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid. Fue director del diario barcelonés Telexprés entre 1977 y 1979, y subdirector de El Periódico de Catalunya de 1979 a 1982, pero el grueso de su actividad la ejerció en el periódico El País. Ingresó como subdirector de información general en 1982, y entre 1993 y 2006 asumió la subdirección de Relaciones Internacionales.

Bastenier era considerado gran experto en el conflicto palestino y en América Latina. Sobre el primer tema destacaba como uno de sus mejores trabajos un perfil de Benjamín Netanyahu, escrito en 1998 en Jerusalén y titulado “El hombre que tenía un plan”. Respecto al segundo, una investigación sobre el uribismo: “En Colombia no harán falta tropas americanas” (Bogotá, 2002).

Desarrolló una fecunda labor de docente. Durante más de 30 años fue profesor del master de periodismo de El País y de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano. Pese a tener la escuela de El País como base de trabajo, Bastenier ejerció la enseñanza de una forma trashumante por toda América Latina.

En sus clases atacaba los clichés y las sentencias ceremoniosas. Por eso le habría desagradado que alguien se refiriera a él en el sagrado espacio de una crónica como “maestro de periodistas”, por mucho que ése fuera el título con el que seguido se le presentaba.

El anuncio del fallecimiento provocó una ola de artículos en medios desde España a Uruguay. En Colombia (país con el que tenía un nexo especialmente intenso, al punto de serle otorgada la doble nacionalidad en 2002), Semana recordaba que Gabriel García Márquez lo definió una vez como “un bruto inteligente”. El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, escribió en Twitter: “¡Hasta siempre maestro Miguel Ángel Bastenier! Referente de ética periodística, amigo de la paz”.

En España, el diario El País guardó un minuto de silencio por él. Articulistas y directivos desempolvaron en la edición digital algunas de sus anécdotas más jugosas. Por medio de algunas de ellas, Juan Cruz resaltaba su rapidez y lo insondable de sus conocimientos: “Era veloz, ocurrente, analítico, excéntrico, cumplidor, estrafalario, conversador, introvertido, lenguaraz, exacto. Es cierto que empezaba a escribir un editorial y, cuando ya lo tenía mediado, le preguntaba al director de qué iba, si a favor o en contra”. Belén Cebrián, directora del master del diario español, recordaba la viva impresión que causaba: “Era único. Como periodista, como profesor y como persona. Por eso era habitual que los alumnos empezaran acudiendo a sus clases con un indisimulado recelo que luego la mayoría convertía en admiración absoluta”.

Fernando Pajares recordaba que, “ingresado en el hospital, pidió su ordenador portátil, el diario y un libro de historia”. Antes de fallecer, escribió una última columna sobre las repercusiones de las elecciones francesas.

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