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Christian Duverger, el reconocido historiador francés del México antiguo y la Conquista, asegura en entrevista que la relación de Estados Unidos con México ha estado marcada por el deseo de expansión que en el siglo XIX se tradujo en guerra y en una intervención armada. “Lo que hoy observamos es el lado contrario, es decir, Estados Unidos desea entrar en una fase de retracción. Las sociedades humanas funcionan así. Estamos entrando en la sístole de la relación de estos dos países”, advierte.

El autor de importantes obras como Crónica de la eternidad en la que sostiene que Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, una de las dos o tres grandes crónicas en lengua española, no fue escrita por Bernal Díaz del Castillo, sino por Hernán Cortés, ofrece a EL UNIVERSAL una revisión histórica de la relación entre México y Estados Unidos.

Además, advierte que en la historia de la humanidad los muros no han sido permanentes. Y ante una negociación del Tratado de Libre de Comercio, apunta que lo que sí podría desencadenar un grave conflicto es la restricción al libre comercio.

El prestigiado historiador con doctorado de la Universidad de París, invita a recordar que gran parte del territorio norteamericano posee una milenaria historia mexicana.

¿La crisis con Estados Unidos debe ser preocupante?

La visión del historiador no puede ser la misma que la del periodista o la del ciudadano que recupera datos inmediatos del presente; en cambio, el historiador recupera una visión más am plia y larga acerca de la relación de México y Estados Unidos. En este sentido veo algo interesante en esa relación y me parece que hay una novedad. Los Estados Unidos siempre han funcionado con un deseo de expansión, su obsesión ha sido muy simbólica; en el siglo XIX querían llegar prácticamente hasta el Pacífico. A principios del siglo XIX la zona del pacífico es de la Nueva España, así que para adaptar el deseo con la realidad, Estados Unidos entró en guerra contra México. El deseo de expansión lo lograron en 1848, y lo completaron en el 53. En el 48 por el Tratado de Guadalupe Hidalgo, donde México abandonó la mitad del territorio de la Nueva España. La relación de Estados Unidos con México ha estado marcada por el deseo de expansión que tuvo una traducción guerrera y hubo una intervención armada. Lo que hoy observamos es el lado contrario, es decir, Estados Unidos desea entrar en una fase de retracción, como el latido de un corazón. Las sociedades humanas funcionan así, se expanden y se contraen. Estamos entrando en la sístole de la relación de estos dos países.

¿No es una historia lineal?

No, a veces deseamos que así sea. La historia funciona así, con este movimiento de expansión y de retracción. En Europa conocimos la misma cosa. En 1958, con el Tratado de Roma, se creó la Comunidad Europea y la firmaron seis países, hoy hay 28 integrados en lo que conocemos como Unión Europea. Ahora lo que vemos es una tendencia que probablemente es fuerte, a recuperar antiguas fronteras. Ejemplo de ello es la salida de Gran Bretaña de Europa.

La expansión no es permanente y no hay modelos matemáticos, por eso lo comparo con los movimientos del corazón. Siempre hay sorpresas y es lo que observamos con México y Estados Unidos, porque este país está buscando encerrarse, protegerse.

¿Qué opinión le merece el tema del muro?

El muro está relacionado con las migraciones. En la historia hay muchos ejemplo de muros, entre los más conocidos está la Gran Muralla China, hecha por los chinos para organizar la protección de los mongoles que estaban al norte, querían evitar la entrada de otro pueblo; la migración fue una preocupación para China durante muchos siglos. El otro muro más conocido en Europa se hizo durante el imperio romano, sólo se conserva una parte en Gran Bretaña y se le conoce como el Muro de Adriano que fue hecho en la segunda mitad del siglo II después de Cristo, separó Inglaterra de Escocia. Es importante que entendamos una cosa: todos los pueblos son sedentarios y al exterior son nómadas.

Mi reflexión de historiador es que el nomadismo es parte esencial de la humanidad y sigue vigente. Prácticamente nadie trabaja en su lugar de residencia, así empieza el nomadismo cotidiano, con el traslado para ir a trabajar. Sin embargo hay muchas formas de nomadismo dentro de las ciudades. En este sentido, me parece que un muro no acabará con la migración, el alma del hombre es nómada, la humanidad conserva su pulsión nómada. La migración es permanente en la historia de la humanidad y un muro no ha podido erradicarla.

¿Cómo se explica el nomadismo?

El inicio de la sedentarización es la agricultura. Si yo siembro maíz, necesito estar aquí para cosechar. Además, las fronteras existen también con la sedentarización desde hace miles de años. Y en ningún caso se impidió el nomadismo. En el sistema prehispánico hay una cosa muy interesante: el territorio definido por sus fronteras, que llamamos altépetl, es decir las zonas habitacionales, así como la reserva natural para conservar la fauna entre otras cosas, medía alrededor de 60 kilómetros; a los atépetls no podían ingresar personas que no fueran miembros, pero había caminos de uso común entre todos los habitantes de Mesoamérica que servían básicamente para el comercio. La libre circulación de los comerciantes era un valor fundamental en Mesoamérica y si un grupo impedía ese libre tránsito, había una declaración de guerra. La historia nos dice que se debe combinar la propiedad privada con una frontera, pero el comercio debe ser necesariamente libre.

¿La limitación del comercio es más peligrosa que un muro?

La historia nos dice que el intercambio de bienes y consumos también es una pulsión de la humanidad, todas las sociedades necesitaron intercambiar sus bienes y consumos. Los muros, en cambio, fueron hechos para impedir la guerra. Los chinos lo usaron para ese fin, así como los romanos; querían evitar el conflicto entre nómadas y sedentarios. Lo que explico es que siempre conocimos un sedentarismo imperfecto y los nómadas no se pueden controlar. Los migrantes de hoy son un nomadismo contemporáneo. ¿Podría haber guerra por el comercio? No lo sé. Las sociedades sedentarias siempre han encontrado la manera de hacerse de los nómadas.

Como observador de la historia puedo decir que siempre se han inventado reglas para integrar a los migrantes, pero por otra parte el libre comercio es también una necesidad para el equilibrio de las sociedades sedentarias, constituidas como las naciones de la actualidad. Una sociedad sin el comercio internacional no puede sobrevivir. Suspender el comercio es, a mi juicio, una cosa utópica porque no corresponde a ningún movimiento conocido de la historia. La retracción, el deseo de protección y la necesidad de seguir expandiéndose, son movimientos conocidos a lo largo de la historia de la humanidad. Así que la retracción debemos aceptarla como un movimiento natural de una nación.

¿Estados Unidos está yendo en contra de la historia?

Entrar en un proceso contrario a lo que ha sucedido en la historia será complicado. Me interesa mucho dejar una reflexión: El territorio que ocuparon los norteamericanos después del 48 y con la parte de Arizona del 53, corresponde a una zona prehispánica que conocemos de influencia yutoazteca. Se sabe que los aztecas o los nahuas de Mesoamérica, tenían hermanos del otro lado de la frontera actual hasta el estado de Utah. La extensión de la familia lingüística llega incluso a Panamá. Lo que significa es que todo ese territorio de Nueva España correspondió a los yutoaztecas con nahua hablantes. ¿Esto qué significa? Que podemos aspirar a recordarle al presidente Trump que toda esa zona es históricamente mexicana, que cuenta con 3 mil años de mexicanidad. Esa zona tiene una esencia mexicana y los mexicanos que se encuentran habitando esos territorios pueden pensar y sentir que están en su casa, así lo define el gran peso de la historia.

La historia de Estados Unidos en realidad es muy breve.

Así es. Corresponde a una historia moderna que data de dos o tres siglos, si la ponemos en relación con la profundidad histórica de esas tierras, tendrían definitivamente otra lectura. La parte Este, todo lo que va hacia Canadá, es otro grupo que no tiene que ver con lo mexicano, pero todo lo que fue de la Nueva España sí fue mexicano. Pensemos en esto para entender lo que podría pasar, no podemos ir en contra de la historia. En todo esto, me parece que es preciso resaltar la labor de los diplomáticos mexicanos, son gente muy preparada, por eso tengo fe en el futuro inmediato. Los embajadores norteamericanos son, usualmente, amigos del presidente, gente con dinero que puede vivir en otro país, y es que Estados Unidos no paga los gastos de los embajadores; en cambio en México existe una carrera diplomática.

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