En su más reciente novela, Tierra Roja, el escritor Pedro Ángel Palou (1966) recuerda al presidente como un demócrata, un republicano, un patriota, promotor de los derechos humanos, indígenas y del trabajador, pero sobre todo como el hombre que tenía claro que el poder era para cambiar al país.

En entrevista, el autor que combina el oficio de escribir con la academia explicó que en esta novela mezcla la ficción histórica y la realidad novelada, para revisitar el sexenio del llamado “Tata Lázaro”, a quien llamó un verdadero estadista.

“Hablamos del Cárdenas humano, el que sufría, el que le dio la vuelta al país como nadie, desde la campaña, sabiendo que era un candidato único que ganaría la presidencia; utilizó la campaña electoral para conocer el país, lo poco que no conocía, que no conoció como revolucionario”, dijo.

Detalló que desde que inició este proyecto literario se sorprendió al encontrarse con un Cárdenas grafómano, y dijo que a diferencia de varios políticos mexicanos ágrafos, que no se deciden a escribir, él desde los 14 años se obsesionó con llevar un diario.

“No hay ningún otro político mexicano, salvo Benito Juárez, por razones lógicas de que viajó por todo el país, no hay otro presidente del que tengamos tantas cartas, epistolario, y eso nos permite darnos cuenta de cómo evolucionó políticamente”, refirió.

En la publicación, que se presentará el próximo 15 de octubre en la Feria Internacional del Libro del Zócalo, Palou revela datos inéditos; narra también el paso que tuvo el político michoacano de joven por la revolución y su ascenso en la vida política del país.

Pero más allá de todo esto, se presenta a un Lázaro Cárdenas que le gustaba escribir en un diario, que de joven era asustadizo, cómo fue que se hizo cargo de sus hermanos o de su gusto por montar a caballo. De su amor por Amalia Solórzano y la relación que tuvo con su madre, quien constantemente le decía: "Lázaro, tú no seas como ellos".

De acuerdo con el también historiador, el momento decisivo, de Cárdenas fue cuando se convirtió gobernador en Michoacán.

“Álvaro Obregón le pidió asesinará a Francisco J. Múgica, su maestro, y le acaba de enviar un telegrama en el que le decía que ‘a la hora tal de tal, lamentamos el fallecimiento de J. Múgica'; y entonces Cárdenas es la primera vez que no actúa como soldado, sino estadista y lo deja escapar.

“Desde ahí se dio cuenta de que la única manera de llegar al poder es Elías Calles y la única forma de ejercerlo es sacarlo. Se habla de la traición del ‘chamaco', como le decía Calles a Cárdenas”, señaló Palou.

Señaló que Cárdenas “ha sido el único presidente que envió a su secretario de relaciones exteriores al extranjero a repatriar braceros y decirles que habrá tierra para ellos: ´mejor vivan aquí, con los mexicanos, que allá´”.

Reiteró que “era un demócrata, para haber sido un general formado en la lid revolucionaria, en la lucha; estaba convencido de que el país tenía que institucionalizarse, tenía que concluir la época de los caudillos, por eso no asesinó a Calles, sino lo exilió.

Recordó que un “as que se sacó Cárdenas bajo la manga fue que todo mundo creyó que sería un títere, pero como era tan callado, esa capacidad de no mostrar lo que estás pensando y sintiendo le permitió que el propio Calles creyera”.

Observó que “su as de la manga fue decir que contaba con un proyecto de nación y ese proyecto estuvo por encima de los intereses personales, y los primeros intereses que toco fueron los de las personas que lo llevaron al poder”.

A la par de esta historia, el autor poblano retoma al personaje “Filiberto García”, el detective de la novela El complot mongol, de Rafael Bernal, quien junto con el periodista Eduardo “Güero" Téllez, quien existió en la vida real, trabajan para saber la verdad sobre crímenes de nota roja hasta el asesinato del revolucionario ruso León Trotsky.

nrv

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