La ministra de Cultura israelí, Miri Regev, desató una nueva polémica en el país este fin de semana tras abandonar una gala de premios cinematográficos cuando era recitado un poema de un autor palestino, informó la prensa local.

"Una película de guerra", "Una película en blanco y negro" o "Una protesta falsa" son los titulares que abrieron las portadas tras el nuevo escándalo de la ministra, esta vez en la entrega de los premios Ofir, considerados los Óscar israelíes y donde, entre otras, se elige el filme que se presenta a los premios estadounidenses.

El pasado jueves Regev abandonó la sala cuando el actor israelí Yosi Tzaberi y el palestino con ciudadanía israelí Tamer Nafar, también cantante del grupo de rap Dam (Sangre, en árabe), usaron un fragmento de una obra del poeta nacional palestino por excelencia, Mahmud Darwish, para presentar la película "Junction 48".

Minutos después regresó y anunció que revisará los canales de financiación de la industria cinematográfica después de haber recibido quejas sobre las dificultades de algunos productores de acceder a fondos estatales.

"El cine israelí no será un club cerrado", aseguró la ministra y sostuvo que garantizará "una oportunidad justa para todo el mundo, incluso para la gente transparente de la industria", recogió hoy el diario Haaretz.

En ese momento la audiencia estalló en pitidos y críticas, entre las que se escuchó "eso es una simple mentira" o "estás sacando beneficio político a nuestra costa", y parte del público salió del auditorio.

Más allá del incidente político, una cuestión que le ha valido críticas en el pasado por usar foros culturales para abordar temas políticos, Regev volvió a cuestionar la puja entre los mizrajíes (judíos oriundos de países árabes) y a su juicio poco representados en la industria, y los askenazíes (judíos procedentes del Este y Europa).

Su reacción ha servido de inspiración para todo tipo de artículos y viñetas como la del Haaretz de hoy, en la que un policía apunta con un arma a una mujer musulmana que pasea de la mano con un niño mientras el agente afirma, "apuesto a que es un libro de Darwish", a las puertas de la ciudad vieja de Jerusalén.

O la ilustración del Yediot Aharonot, el de mayor difusión del país, donde Regev recoge el premio de Mejor Actriz y asegura "No podía haberlo hecho sin Mahmud", en alusión al poeta palestino.

Regev mantiene una tensa relación con el mundo de la cultura desde su llegada al cargo en 2015, cuando llegó a calificar a los artistas de "ingratos", "culo prieto", "pelmas" e "hipócritas".

También en ese año hizo pública su intención de condicionar la financiación de eventos culturales a su "patriotismo" y cancelar las ayudas a varios programas no acordes con sus criterios.

En febrero de este año dijo que cambiará las regulaciones para que puedan ser sancionadas instituciones culturales que se nieguen a actuar en territorios ocupados.

nrv

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