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En vida, Esther Seligson fue considerada una “autora de culto” y una “escritora para escritores”, su obra literaria “ha circulado muy escasamente y también se ha estudiado poco”, afirma el crítico literario Geney Beltrán Félix. Es él quien sostiene que Esther Seligson no se interesó en utilizar la literatura para hacer crítica política de forma explícita, ni para proponer interpretaciones históricas a los asuntos sociales.

A lo que a ella realmente le apostaba era a la experimentación y a estar lejos de las construcciones convencionales. “Su acercamiento a la narrativa fue de carácter experimental; usualmente sus textos reniegan de cualquier asomo de construcción convencional, sino que buscan mimetizar los estados de conciencia de sus personajes a través de una estructura audaz, libre y digresiva, con una indudable habilidad para adentrarse en el filón de los mundos irreales, como la fantasía, el sueño, el juego y la posibilidad”.

De ahí que el escritor y crítico literario asegura categórico que “la narrativa de Esther Seligson es atípica, tan rara cuanto bella, en el panorama literario de México”. Y además plantea que Seligson dejó muestras de una gran voracidad intelectual, y agudos dotes de interpretación al tratar temas de la filosofía, el teatro y la literatura. “En el aforismo, Seligson hizo gala de un gran manejo del humor negro y un don indudable para sintetizar en pequeñas frases grandes y punzantes reflexiones”.

Esther Seligson, la escritora, historiadora, traductora y poeta mexicana nacida el 25 de octubre de 1941, será recordada a cinco años de su muerte, con una mesa redonda en la que participarán José María Espinasa, Adriana González Mateos y Vicente Alfonso, con una lectura dramatizada de Úrsula Pruneda y moderación del editor Julio Aguilar.

Con el título “Esther Seligson: en el jardín de la palabra”, el encuentro entre amigos y lectores que se realizará el próximo miércoles, a las 19 horas, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes es organizado por el suplemento cultural Confabulario de EL UNIVERSAL, como complemento de la edición especial que dedicó a Seligson en su número 90, del 22 de febrero pasado.

Para el crítico literario Geney Beltrán Félix, este pequeño homenaje a Esther Seligson representa un reconocimiento a una autora que incursionó en el relato, la novela, la minificción, el aforismo, la poesía, la autobiografía, el ensayo y la crítica teatral. A una escritora que debutó en 1969 con Tras la ventana un árbol, un libro de cuentos, y que desde entonces demostró sus principales virtudes en el campo de la ficción.

Dice que se trata de “una prosa elegante, densa y envolvente, de gran belleza y plasticidad y con una notable capacidad para sugerir los estados emocionales e introspectivos de sus personajes, así como sensibilidad e intuición para adentrarse en la temática intimista de los afectos, ya sea en las relaciones de pareja o familiares. Su lectura exige concentración pero las recompensas son muy altas. Es lo que Roberto Calasso llamaría ‘literatura absoluta’”.

A esa apreciación de la literatura de Seligson se sumará la voz de José María Espinasa, quien además de gran amigo fue editor de varios de sus libros en Ediciones Sin Nombre; su amiga Úrsula Pruneda hará una lectura de uno de los textos más emblemáticos de Seligson.

El suplemento Confabulario, en el marco de su segundo aniversario, organiza este encuentro para recordar a Seligson a cinco años de su muerte y para revalorar su obra. Beltrán Félix dice que en vida a Seligson se le “escamotearon todos los homenaje y éste es una reparación importante, cuya finalidad es que más lectores se acerquen a su obra”.

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