Durante la segunda mesa en homenaje al escritor José Emilio Pacheco en El Colegio Nacional, se reunieron los escritores Álvaro Enrigue y Héctor Abad Faciolince, además del estudioso en la obra del autor, Rafael Olea Franco.  

El encuentro, realizado ayer, dio inicio con la intervención del cronista Juan Villoro, como moderador, quien mencionó sus experiencias en torno a la obra del homenajeado y cómo su trabajo no se quedó en los libros: incluso llegó a la pantalla grande.

Enrigue platicó su experiencia como alumno de José Emilio en la Universidad de Maryland. Citó al escritor con una frase "Seguimos leyendo ficción escrita porque sigue siendo la tecnología más eficaz para situarnos en el lugar del otro".

Abordó el tema de los personajes en las historias: adolescentes, oficinistas, personas que quisieran ser escritores, personajes de algo que se quedó atrás y es irrecuperable.

Platicó de toda la influencia que tuvo al ser discípulo del escritor y la experiencia de tomar clases como doctorante, que se convertían en una charla. "Sus sesiones de taller en la universidad eran más ejercicios de narración que cátedra".

También afirmó que Pacheco fue el señor del dato inútil y, por último, agregó:  "Decir literatura para José Emilio era decir 'aquí estoy y así veo'".

Por su parte, Rafael Olea Franco, estudioso de la obra de Pacheco, mencionó que el trabajo del autor de Las batallas en el desierto va desde el realismo a lo fantástico.

Agregó que sólo hubo 5 libros, las reimpresiones fueron muy bastas igual que el carácter narrativo de Pacheco, y mencionó las categorías en que ha estudiado la prosa del escritor: intertextualidad, la función dela historia, la ética, la estructura y la ironía.  Para concluir, retomó una reflexión acerca de la función social del escritor: "la función del escritor no es salvar al mundo, es iluminarlo".

Héctor Abad Faciolince se asumió como un lector aficionado del literato. Habló sobre las historias del escritor como personajes en torno a una situación política, especifica del país, y donde se mide el tiempo entorno a los sexenios. Comentó que si la literatura fuera una religión se dividiría en sectas: los poetas, los narradores, los novelistas, los ensayistas.

Sin embargo, José Emilio Pacheco sería un politeísta. Además, retomó la lectura de la novela Morirás lejos, que para él es un trabajo muy importante y que quizá no fue valorada en su tiempo porque también existieron otras obras importantes, pero en esa narrativa hizo poesía, comentó.

Dentro de los invitados estaban Cristina Pacheco y Cecilia Pacheco además de Lucinda Urrustí, quien hizo un retrato sobre el escritor, que fue expuesto en la reunión literaria.

sc

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