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La fotografía aérea ha sufrido una metamorfosis de la mano de los avances tecnológicos: los globos aerostáticos, avionetas, helicópteros, fotografía satelital y actualmente los drones que permiten tener la mirada desde el cielo con los pies en la tierra.

“Nuestra propia condición humana nos ubica y limita a ver desde el nivel de piso, los drones nos permiten un fácil acceso a lo que siempre hemos soñado: mirar desde el cielo”, Marco Antonio Pacheco, ganador de la VII Bienal de Fotografía de México y reconocido este año por el Foto Museo Cuatro Caminos como uno de los pioneros en trabajar con drones en México.

Marco Pacheco (Ciudad de México, 1953) ha colaborado por 15 años en la revista Arqueología Mexicana; su trabajo no sólo lo llevo a recorrer los distintos monumentos prehispánicos del país, también le permitió entender la limitación que enfrentaba como fotógrafo con tomas a nivel de piso.

“Las imágenes que lograba muchas veces no representaban la majestuosidad de las construcciones, al ubicarme enfrente de una pirámide-estructura encontraba que éstas perdían su dimensión, volumen y escala”, explica en entrevista.

Su necesidad de ofrecer una mirada desde las alturas y de diversificar su acervo fotográfico, lo llevo, primero, a construir un poste telescópico de 12 metros, le colocó una cámara y una cabeza motorizada para desde abajo, poder controlarla y disparar; después probó con los helicópteros de gasolina, sin embargo son extremadamente inestables; hasta que en 2010 se empezaron a comercializar los drones y se compró uno de origen alemán con 8 hélices que en cuestión de minutos ya volaba a más de 150 metros.

“La fotografía aérea nos ofrece esa posibilidad de experimentar y analizar al máximo cualquier objeto, apreciar en su máximo resplandor los monumentos. Esta mirada inédita, genera en la fotografía una mayor estética”, dice Pacheco.

De acuerdo con Francisco Mata Rosas, quien también ha trabajado con drones, éstos ofrecen posibilidades de tomas aéreas que serían muy difíciles o imposible de hacerlas desde una avioneta, por ejemplo: seguir a un objeto en movimiento, realizar un timelapse aéreo (técnica para mostrar diferentes sucesos que por lo general ocurren a velocidades muy lentas e imperceptibles al ojo humano) o tener el tiempo suficiente para visualizar y planear lo que se quiere retratar.

El uso del dron se popularizó por su uso publicitario, las empresas retrataron su imagen de manera antes inimaginable; hasta empresas marítimas y petroleras incursionaron con drones, para fotografiar en plena navegación sus colosales buques. Hoy, de acuerdo con los especialistas, tiene un propósito más trascendental: ser una herramienta para el fotodocumental y para crear imágenes artísticas.

“Hay fotografías que se pueden hacer muy bien con drones, por ejemplo, de guerra. En algunas ciudades de Medio Oriente, muchos fotógrafos están documentado la devastación que ha ocasionado la guerra en ciudades como Alepo. Es un nuevo punto de vista, un ángulo cenital, pero también permite que el fotógrafo no se ponga en riesgo”, expresa el crítico y fotoperiodista, Ulises Castellanos.

Uno de los proyectos de Francisco Mata es La línea, serie fotográfica del muro fronterizo entre Estados Unidos y México, donde también ha utilizado drones. “Llevo varios años con este trabajo, he recorrido toda la frontera varias veces y el dron me abre otra perspectiva al trabajo que he realizado, las imágenes con dron complementan la historia que cuento sobre la frontera, me sirve para ubicar desde diferentes tomas lo absurdo de este muro insertado en el paisaje”, sostiene.

Los drones no sólo han permitido que los fotógrafos aéreos se conviertan en paisajistas turísticos, culturales y citadinos, también han permitido llevar a cabo esta actividad de manera menos riesgosa, con mayor libertad creativa y más económica.

“En una avioneta pasas por un sitio a más de 300 km por hora y si lo tomaste, bien, si no, pues ya te fregaste, además no puedes volar tan bajo ni por ciertos lugares; la Secretaría de Comunicaciones y Transportes es la instancia que dicta tu ruta. Con un helicóptero es un trabajo interesante pero te cuesta como 12 mil pesos la hora, te cobran desde que sales del aeropuerto hasta donde vas. También hay limitantes de ruta y muchísima turbulencia, en ambos un paso en falso te puede costar la vida”, dice Marco Pacheco.

Y agrega: “Las imágenes con drones también permiten un registro de la restauración de monumentos. Realicé un testimonio del antes y después de la restauración de La Conchita, en Coyoacán; durante 5 años trabajaron en la fachada y la cúpula. Ahora, los drones posibilitan tener una memoria de la actividad humana desde los cielos, de cómo con los años se han transformado monumentos, avenidas, ciudades”.

“La fotografía con dron no es una nueva tecnología es un nuevo punto de vista. Las imágenes con drones se consideran una fotografía contemporánea por su estética. El plano cenital que ofrecen los drones es poco común pero atractivo para el ser humano”, comenta el crítico, Castellanos.

En el 2015, el World Press Photo uno de los concursos más importantes de fotoperiodismo premió en la categoría de fotografía contemporánea al belga Tomas van Houtryve por su serie Blue Sky Days, realizada exclusivamente con drones, donde desafía el modo convencional de retratar la vida cotidiana en los Estados Unidos.

“Es importante cuidar no caer en una composición común a todas las fotos aéreas, lo interesante es explorar el potencial de esta herramienta y darle una perspectiva personal, saber cuándo aporta a nuestro trabajo y cuándo no”, puntualiza Mata Rosas.

Hoy existe una masiva comercialización de drones, Pacheco recuerda que en 2010 apenas eran unos 15 fotógrafos los que se atrevieron a incursionar con esta herramienta; actualmente, asegura, son más de 15 mil.

En el país, la comunidad de fotógrafos con drones se ha diversificado desde trabajos publicitarios, hobby, hasta miradas artísticas de la Ciudad de México, como el trabajo de Santiago Arau que retrata los rincones más turísticos: Bellas Artes, Xochimilco, la Torre Latinoamericana pero con una composición estética desde las alturas; su trabajo se puede seguir en Instagram donde ya suma más de 17 mil seguidores.

También, la productora Postandfly, del mexicano Tarsicio Sañudo realiza filmaciones aéreas que han sido premiadas en el New York City Drone Film Festival, el primer festival en celebrar exclusivamente las producciones artísticas hechas con drones.

“El dron llegó para quedarse y las vanguardias siempre empiezan con una minoría; habrá muchos temas legales que se van presentar en México con los drones, como reglamentar el espacio aéreo y el derecho de privacidad, pero vendrán a refrescar una mirada nueva sobre nuestras cabezas”, concluye Ulises Castellanos.

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