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La construcción de la nueva sede del Faro de Milpa Alta, en San Jerónimo Miacatlán, al sur de la delegación, no sólo cambió la fisonomía de las calles del pueblo, también marcó un hito en la forma como se integraron recursos públicos de distintas instancias de gobierno y de la propia comunidad, y por el acuerdo con la Representación General de Bienes Comunales de Milpa Alta y Pueblos Anexos para construir la obra en una zona que es parte de las tierras comunales.


Las dos sedes del Faro de Milpa Alta  (se mantendrá abierta la de Tecómitl) tienen, a diferencia de los otros faros de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México —Oriente, Tláhuac, Aragón e Indios Verdes— una marcada interdependencia y presencia de las comunidades tradicionales y rurales de esta delegación que está integrada por 12 pueblos y en la que 90% del territorio es propiedad comunal.


Alumnos que han tomado talleres en la otra sede del faro en Milpa Alta (la de Tecómitl, que tiene 10 años de historia); maestros y talleristas, comuneros, vecinos, amas de casa, curiosos, integrantes de los otros Faros de la Ciudad, funcionarios y periodistas se reunieron ayer para la apertura en el edificio de dos plantas, diseñado por el arquitecto José Allard, que buscó incorporar en él rasgos de los  pueblos de Milpa Alta.


Pasadas las diez de la mañana inició la ceremonia de inauguración de esta nueva Fábrica de Artes y Oficios. El acto fue encabezado por la secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, y el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera; participaron además el secretario de Cultura de la Ciudad, Eduardo Vázquez, Julián Flores Aguilar, representante comunal de Milpa Alta, y el delegado Jorge Alvarado Galicia.


El corte de listón, la develación de una placa, la siembra de un árbol de limón y la liberación de mariposas, que son el logotipo institucional de la delegación, fueron las actividades que marcaron la inauguración.


Vino después un recorrido por las dos plantas del edificio donde se expusieron trabajos que son ejemplo de lo que se ha logrado en los talleres: desde la recuperación de bordados tradicionales que incluso son de otras regiones de México —de Oaxaca y Guerrero—, o la creación de vitrales que ha dado pie a una pequeña empresa familiar, hasta la exposición de fotografías en blanco y negro, y a color donde 10 estudiantes se han permitido descubrir sus capacidades para retratar e imaginar. Se expusieron también trabajos de los talleres de grabado, joyería, cerámica, globos de Cantoya y cartonería.


El jefe de gobierno, que se comprometió a seguir apoyando los Faros, resaltó en su discurso que en la Constitución de la Ciudad de México quedaron garantizados los derechos culturales: “Entre algunos de estos derechos está el de ejercer las propias prácticas culturales, las de ustedes, ejercerlas en espacios colectivos, que se construyan en espacios independientes, comunitarios de arte y de cultura”.


Las cifras.  Más de 37 millones de pesos se destinaron a la obra: ocho millones a través del Paice de la Secretaría de Cultura de la Federación; ocho millones que aportó el gobierno de la Ciudad; siete millones que puso la delegación; 12 millones a través de Hábitat, y cerca de tres millones que donó la comunidad de San Jerónimo en 2011 para el arranque de la obra.


La Representación General de Bienes Comunales donó el terreno, pero el proceso para concretar este acuerdo no fue sencillo: “Era comunal —explicó a los medios de comunicación el secretario Eduardo Vázquez—, no ha dejado de ser comunal, lo que el gobierno hizo a través de actas, es que regularizó, procesó. Es un territorio comunal donde hay una inversión pública, y esto abre zonas grises porque había una inhibición del gobierno de poner recursos en un espacio (como éste)”.


El acuerdo dio vida al edificio, sin embargo, Julián Flores Aguilar, representante comunal de Milpa Alta, fue enfático en su discurso ante el jefe de gobierno: “Los centros culturales que administra el gobierno no deben caer  en la soberbia sistemática de las autoridades, pues si quieren subsistir como proyectos en tierra comunal, deberán trabajar respetando los modos de los  pueblos y obedeciendo como nosotros obedecemos a las asambleas”.


En el mismo sentido, Estanislao García, otro comunero de la Representación que se encontraba en entre el público, explicó en entrevista: “La consigna con que firmamos es que la defensa de nuestro territorio es al mismo tiempo la defensa de la cultura”. Detalló que en su momento lo que la Representación hizo fue convocar a una asamblea de comuneros para hacer la transferencia de derechos del terreno y hacerlos llegar al gobierno de la Ciudad.


El nuevo edificio del Faro Milpa Alta consta de mil metros cuadrados; la otra sede en Milpa Alta es de 600 metros. Además de área para talleres y exposiciones, cuenta con una biblioteca, un aula digital, sala de cómputo, oficinas y un auditorio con capacidad para 250 personas.  En cada una de las dos sedes, la Secretaría de Cultura  ofrecerá 12 talleres además de los que se imparten con apoyo de la Secretaría de Cultura Federal y de otros instituciones.


La Red de Faros, uno de los programas más exitosos de la Secretaría de Cultura, tiene un presupuesto de 50 millones de pesos anuales, explicó Eduardo Vázquez; el de Milpa Alta recibe recursos por alrededor de 10 millones y la población trimestral de sus talleres es de 450 personas.


Dijo que Secretaría ha aumentado su presupuesto en 20%, que opera con 700 millones, y adelantó la nueva infraestructura: “Estamos en obra en los faros Cosmos y de la Pensil y, en un proyecto mixto, en El Rule. Vamos a terminar el sexenio con ocho faros. Cuatro más de los que se habían construido en 16 años”. Para el Faro Milpa Alta, Vázquez añadió que con la comunidad se trabajará en proyectos en torno del náhuatl, la radio comunitaria, y la creación de una banda

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