En el principio, fue el punto. A partir de la mínima forma de expresión de la pintura, Georges Seurat y Paul Signac desarrollaron el puntillismo, del que luego bebieron el cubismo de Picasso o el fauvismo de Matisse, como refleja una muestra que se abre al público mañana en Viena.

Con la exposición Seurat, Signac, Van Gogh. Los caminos del puntillismo, el museo Albertina de Viena se centra en un movimiento quizá menos conocido que el impresionismo, pero que sirvió para abrir las puertas de la modernidad y preparar el terreno para nuevas corrientes artísticas.

"Abre el camino hacia Picasso o Mondrian", resumió el director de la galería Albertina, Klaus Albrecht Schröder, durante la presentación de la muestra a la prensa.

Hasta el próximo 8 de enero, este museo muestra cien obras que explican el nacimiento de esta técnica de la mano de Seurat, su evolución con Signac y el contacto que con ella tuvieron artistas como , Paul Klee, Piet Mondrian, o .

El puntillismo, con su uso de la geometría, de colores puros no mezclados, la estilización de lo representado y la ausencia de movimiento, ofrece una realidad sintética, libera a la pintura de representar la naturaleza como es.

Lo importante ya no es lo representado, sino la representación, con lo que este estilo abre las puertas a la modernidad.

"Los puntillistas querían llegar más allá de la naturaleza, a lo esencial", explicó el comisario de la exposición, Heinz Widauer.

Entre las obras expuestas se cuentan la fundacional "Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte", de 1886, de Seurat, y "El comedor" (1887) de Signac, en la que la fugacidad del impresionismo se ha transformado ya en atemporalidad.

A partir de ahí, se recorre la expansión del movimiento entre pintores belgas y holandeses, su evolución hacia trazos más alargados e incluso a una técnica de mosaico.

Hay muestras del 'puntillismo sui generis' de Van Gogh, como "Interior de un restaurante", de 1887, en el que se mezcla el punto con trazos más largos, ejemplificando cómo el carácter impulsivo del artista holandés chocaba con el ingente trabajo y tiempo que requiere el puntillismo.

Con la transformación del punto en una mancha de color impulsada por Signac, con la que el puntillismo se convierte en "divisionismo", pintores más jóvenes como Matisse se suman a la corriente, de la que luego evolucionó, "liberándola" del orden y creando el arte "fiero" que fue el fauvismo.

También hay retazos del puntillismo en la obras que Paul Klee llamó "puntillísticas", aunque para él el punto no sirve para analizar la luz y el color sino como elemento de representación.

También Picasso regresa a las raíces del puntillismo en varias obras a lo largo de los años, desde "Bailarina española" de 1901, en la que recurre a una maraña de puntos como elemento expresivo, a las obras de 1913 y 1914 en las que los puntos de color se integran en formas puramente cubistas.

En la exposición puede verse su cuadro más puntillista, "De vuelta del bautizo", en el que reinterpreta una obra de Luis Les Nais de 1642, donde todo el lienzo se cubre de infinidad de puntos.

nrv

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