Últimamente, cualquiera que tenga un teléfono celular puede tomarse una selfie en una fracción de segundo. Pero en la Edad de Oro holandesa se las llamaba autorretratos y eran la especialidad de artistas de enorme talento y capacitación que meditaban largamente sobre cada aspecto del retrato.

Ahora el museo Mauritshuis está por inaugurar una exposición dedicada a los autorretratos del siglo XVII, que destaca las similitudes y diferencias entre las fotos modernas y las obras de arte históricas.

La directora del museo, Emilie Gordenker, dijo que miércoles que nunca se había realizado una exposición como ésta de autorretratos de la Edad de Oro holandesa, y su museo quería vincularlos con un fenómeno moderno: las ubicuas selfies tomadas con teléfonos celulares y difundidas por las redes sociales.

La exposición que se inaugurará el jueves y continuará hasta el 3 de enero incluye 27 autorretratos de artistas como Rembrandt van Rijn, un maestro del género, su discípulo Carel Fabritius —cuya obra más conocida, El jilguero, es parte de la exposición permanente del museo— y Judith Leyster, cuyo autorretrato llega en préstamo de la Galería Nacional de Washington.

El cartel de la muestra es obra de un artista menos conocido, Huygh Pietersz Voskuyl. Su notable autorretrato de 1638 muestra una pose clásica de selfie: mira sobre su hombro derecho hacia el exterior del marco. No se necesita demasiada imaginación para verlo mirando el lente de un teléfono en lugar de un espejo, el recurso utilizado por estos artistas para realizar sus autorretratos. Se han instalado espejos gigantes en todo el ambiente de la exposición, para crear reflejos de reflejos de cuadros que son a su vez imágenes de espejos.

Si bien las similitudes con las selfies saltan a la vista —el sujeto de la obra es la persona que crea la imagen_, las diferencias no lo son menos.

Una selfie generalmente se toma con rapidez, sin pensar en la composición, mientras que estos autorretratos expresan una concepción cuidadosamente elaborada. Un video realizado especialmente destaca el pensamiento del autor del cuadro y lo que pueden aprender los tomadores de selfies para mejorar sus retratos.
Y sí, se permite a los espectadores tomarse selfies en el museo.

El Voskuyl es un buen ejemplo de la riqueza que contiene un cuadro aparentemente sencillo.

"Presenta los pequeños detalles, como su barba o el bordado de su camisa, incluso una especie de revestimiento falso de madera en la pared del fondo", dijo Gordenker. "Ha pensado mucho en las texturas y las cosas que hacen de él lo que es. Al mismo tiempo, se advierte la destreza con la que pintó esta obra y que sirve de excelente publicidad para lo que es capaz de hacer".

La atención que se presta a los detalles y la calidad de la obra hace de los autorretratos de la Edad de Oro una tarjeta de presentación del artista y su talento a los posibles clientes.

"Muchos artistas del siglo XVII pintaban autorretratos, no solo para mostrarse a sí mismos sino también como ejemplo del hermoso arte que podían crear", dijo la curadora de la exposición, Ariane van Suchtelen. "Por ejemplo, Rembrandt era muy famoso por su virtuosismo técnico. Si uno compraba un autorretrato de Rembrandt, no solo poseía un retrato de este artista famoso sino también una muestra de lo que era capaz de hacer, del origen de su fama: su arte".

sc

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