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Las bailarinas mexicanas Isabel García y Greta Elizondo, integrantes de la Compañía Nacional de Danza (CND) han tomado las redes sociales y otras plataformas digitales para difundir el universo de la danza clásica, habitado no sólo por la belleza propia del ballet, sino también por hombres y mujeres que han dedicado su vida al arte de Terpsícore. A través de sus miradas es posible observar un día cotidiano en la agrupación, la alegría tras una función; los ensayos en el Palacio de Bellas Artes o su sede en el Centro Cultural del Bosque, e incluso sus vidas personales.

García, corifeo de la CND, creó la página Diario de una bailarina, dedicada a crónicas de viaje relacionadas con el mundo dancístico, a funciones en distintos teatros del mundo como el Mariinsky, en Rusia; explica los roles que debe interpretar en escena, la importancia de cada bailarina en un montaje, desde la protagonista hasta aquellas que hacen los roles pequeños o que forman parte del cuerpo de baile. Igual, comparte sus intereses relacionados con el arte y la literatura.

Elizondo, solista de la Nacional de Danza, invita a los usuarios a recorrer lo que ocurre tras bambalinas. En Instagram, con más de 49 mil seguidores, captura a sus compañeros durante un ensayo o en un descanso, que son imágenes a las que difícilmente se tiene acceso; muestra la capacidad y fuerza del cuerpo de los bailarines; hace videos de cómo luce un pie con zapatilla en comparación con un pie desnudo. Además da rienda suelta a sus intereses como la moda y el modelaje, y los viajes.

Las imágenes que son utilizadas por García y Elizondo son, en su mayoría, tomadas por ellas mismas con sus celulares. A veces piden apoyo a sus compañeros, otras son realizadas por fotógrafos profesionales, entre ellos Carlos Quezada, fotógrafo oficial de la CND.

Este ejercicio virtual es común en países como España, pero en México ellas son pioneras y al abrir puertas y ventanas de su quehacer dentro y fuera de los teatros, buscan que el público las identifique, no desde una visión de “celebridad”, sino para invitarlo a apropiarse de su compañía, para derribar clichés como el estrés que las envuelve o el sufrimiento físico que conlleva ser un atleta de alto rendimiento. Sin embargo, advierten, ser un libro abierto es también una responsabilidad y se corre el riesgo de ser criticadas por “banalizar” una profesión compleja y difícil.

Humanizar a la bailarina. Isabel García fue por muchos años miembro del cuerpo de baile, la categoría más baja dentro de una compañía. Un día, cuenta en entrevista, una maestra le enseñó que no son los “adornos” detrás de la primera bailarina —la categoría más alta—, sino que son parte fundamental de un ballet.

“Quería que la gente conociera cómo es el trabajo de las chicas que están paradas en una fila, en pose; que supieran qué piensan y sinten. Siempre me ha interesado escribir, así que decidí abrir una página para compartir mis experiencias desde un punto de vista íntimo y privado. Empecé a hablar de mis sentimientos sobre el escenario, de las complicaciones, de historias de ballets; quiero que la gente sepa mucho más de lo que lee en el programa de mano; quería que las personas se interesaran por el bailarín que está en escena: desde el que hace del campesino número 55 hasta otro tipo de papeles. Mis lectores iniciales eran gente relacionada con este mundo, pero poco a poco me empezaron a leer personas que no tenían nada que ver”, cuenta.

De acuerdo con García, está muy acentuada la imagen “preciosa” de una bailarina; detrás, asegura, hay un mundo “difícil”. “El mundo de una bailarina no sólo está relacionado con el éxito o la belleza, también puede haber momentos oscuros, fracasos. Así que empecé a hablar de esto porque quería compartir una experiencia completa, compartir lo que siento cuando no me va bien, cuando no me escogen para el papel, cuando me caigo en el escenario o no me va bien en una audición”.

Los viajes fueron el último giro de su blog http://diariodeunabailarina.com. “Los bailarines somos personas muy sensibles, interesados en muchas cosas. A mí me interesa viajar, ir a otros teatros, ver qué sucede en otras compañías. Así empecé a escribir sobre las cosas que yo veía. ¿Cómo es el Bolshoi desde el punto de vista de una bailarina? Escribí sobre eso. He buscado experiencias para compartirlas. Todas mis pasiones están en mi blog; todas las experiencias son personales y abarcan el mundo en el que me desenvuelvo”.

Cuando baja el telón, expresa la bailarina, el mundo sigue siendo el mismo. “Creo que a los bailarines les falta tener más presencia en México. En Rusia, por ejemplo, el ballet tiene una gran importancia, la media de las personas sabe algo sobre ballet, los bailarines son muy importantes como profesionales. Ojalá aquí lleguemos a ese punto, pero es importante que nosotros mismos nos acerquemos, no podemos sólo esperar que se nos reconozca. ¿Cómo puedo aportar mi granito de arena? Compartir lo mío. He pensado que puedo entrevistar a otros bailarines”.

La imagen de una bailarina. Greta Elizondo tiene dos plataformas: www.anotherpointe.com y e Instagram, que a poco más de un año de abrirla ha conseguido casi 50 mil seguidores. “No le había puesto atención a estas cosas, pero mi hermano y mi primo me sugirieron empezar a contar mi vida dentro y fuera de los escenarios, porque mis intereses van más allá del ballet, por ejemplo me gusta mucho viajar, la moda, he hecho un poco de modelaje, el arte, los museos. Así empezó la página en Instagram y me ha ayudado a que crezca mi blog”.

Su experiencia virtual ha tenido también críticas: “Una vez me dijeron que yo fomentaba el cliché de una bailarina, pero eso es justo lo que soy, así que en mi vida hay puntas, tutús, y si los veo en otro teatro pues les voy a tomar una foto porque me gustan”.

Sus aportaciones, asegura, tienen la intención de dar a conocer cómo se hace ballet en México. “Estudié en Estados Unidos y me di cuenta de que había estereotipos, me daban coraje que se preguntaran cómo es que había ballet en nuestro país. Con mis experiencias comparto que soy mexicana, que soy bailarina y que soy muy feliz de trabajar en mi propio país en donde hay una gran compañía de ballet”, sostiene.

Su imagen ha aparecido en publicaciones relacionadas con el mundo de la moda. “Hay gente que me busca por otras cosas que no tienen que ver con el ballet. Sí puedo ser una modelo pero deseo que se me relacione con el arte y la danza clásica. Me gusta mostrar exposiciones, museos, cosas que me interesan y compartirlas con el público. Nunca había escrito y es díficil, pero me esfuerzo por aprender y toda esta experiencia me ha ayudado a sentir que mi profesión es muy importante, pero detrás de todo estoy yo, con todas las cosas que me gustan de la vida. Me he dado cuenta de quién soy”.

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