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Guanajuato.— Marie-Hélène Estienne tiene la mirada profunda, no le gusta aparecer en fotos, quizá porque desde los años 70 su talento ha estado detrás, en la producción, en la dirección de escena, en la dramaturgia; le gusta teorizar sobre el quehacer teatral, sobre el trabajo actoral, sobre la verdad que habita en la escena, pero es el teatro de Peter Brook uno de los temas que parece disfrutar más. Ella ha estado desde 1974 junto al director más respetado de los últimos 60 años por su revolucionaria conceptualización escénica.

En los últimos años, Estienne, la mujer que le pidió a Brook que le enseñara lo que era el teatro, ha sido la cara visible de las producciones del británico. A sus 92 años, el teatrista más influyente se involucra poco en las giras que emprenden sus obras.

Estienne está en México para supervisar el montaje El valle del asombro, que codirigió y coescribió con Brook, de quien ha sido su más cercana colaboradora; 40 años después, la enseñanza ha quedado atrás, actualmente, dice Estienne a EL UNIVERSAL, el trabajo es “hombro con hombro”.

“Peter es el centro, pero cuando estamos en el proceso de algo quiere que estemos juntos, no es un jefe de una sola voz, es un hombre que escucha, que quiere ayudar y que recibe ayuda. Ahora es un hombre mayor y con la edad las cosas van cambiando; hoy su cualidad más importante es que realmente no tiene la intención de hacer teatro, lo que desea es abrir un mundo, no el suyo, el mundo de todos; está consciente de que nos podemos equivocar, pero para él es tan importante estar con los actores, profundizar en las cosas como compartir todo con los demás”, cuenta.

Estienne, quien participó en la libre adaptación de Une flûte enchantée, de Mozart, y en la dirección y adaptación de The Suit, conoce a fondo la obra del británico, pero también su concepción del teatro.

“Lo puedo citar de memoria. Él dice que si en una representación conmovió a una persona, la tocó, la ayudó de alguna manera, le brindó otra visión del mundo, de las cosas, de su vida o de la los demás, entonces para él ha valido la pena, es suficiente, de eso se trata. ¿Me comprende? Este tipo de teatro no es igual al que hizo cuando era joven, antes, claro, era un teatro extraordinario, con mucha escenografía, ahora se centra más en la investigación teatral central y es algo que no se puede hacer sólo porque no tendría sentido, investigar es una manera de compartir con los demás”.

La directora considera que es posible que una colaboración como la que ahora se presenta en el Festival Internacional Cervantino y en la ciudad de México se haya dado a partir de la madurez de Brook. “Lo que me parece más extraordinario es que después de tantos años juntos las cosas que hacemos no se tratan de nosotros dos, siempre estamos al servicio de otra cosa. El trabajo es muy exigente, pero el que Brook posea una extraordinaria tenacidad a prueba de todo, es un regalo, como el estar con un hombre de 92 años de edad tan vivo, es un regalo para mí, para él mismo, porque trabaja sin orgullo, sin ego. Imagine a un hombre sin ego, pero con mucha fortaleza. A veces no es fácil porque tengo que acoplarme a eso, además Peter es un hombre exigente, pero hay algo que nos ayuda a seguir, quizá es la dificultad, la sencillez, la sensibilidad”.

Añade que cada día existe entre ellos el asombro. “Siempre es soprendente trabajar con él, pero también lo puedo sorprender yo porque no somos exactamente iguales. Su tenacidad no es una exigencia malvada, es una necesidad de estar en donde él cree que debemos estar. Le v explico cómo trabajamos a partir de esta obra en particular. Cuando Peter inició con este proceso creativo insistió en conocer a fondo la sinestecia, él mismo quiso averiguar si era sinestésico. Yo hice lo contrario, mi interés era comprender al sinestésico y de inmediato sentí los problemas de estas personas. ¿Se da cuenta? Estuvimos en dos canales que al final se conjugaron”.

Al final, dice, también de lo que se trata es de conocer los sótanos del alma, en donde puede existir un sinfín de emociones, pero también el sufrimiento. “Aun cuando una persona está destruida, cuando parece que no le queda nada, su humanidad sigue ahí, de eso es de lo que hablamos”.

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