En la Secretaría de Cultura ni se mojan ni se acongojan ni bailan salsa

El Munalgate ha despertado una serie de cuestionamientos acerca del acceso a la cultura, la defensa del patrimonio, los espacios públicos y los criterios para definir cuál es la “cultura”, cuál debe ser considerada y cuál, de plano, despreciada. Y en todo este relajo, ¿qué papel jugó la Secretaría de Cultura? Al parecer, ninguno y eso es lo grave. ¿Su misión es ser únicamente una programadora, una hacedora de carteleras? Mientras en redes sociales volaban los insultos, el desprecio a diversas expresiones artísticas y las condenas, las instituciones culturales no sólo hicieron mutis, sino que validaron con la cancelación de “Salón Munal. Donde las penas se van bailando” el linchamiento virtual a quienes el día 19 de mayo asistieron a bailar y a los que estaban listos para hacerlo el 26 de mayo. Con su silencio y posterior cancelación, validaron también los cuestionamientos a todo el equipo de trabajo del Museo Nacional de Arte, al artista que propuso la actividad y a las falsas acusaciones de daño del piso. ¿La Secretaría de Cultura no debería tener también una misión de orientadora?, ¿de promoción de la educación artística, de todas las expresiones artísticas?, ¿no debería estar del lado de la concordia, el respeto y la tolerancia? Hasta el viernes, casi a la media noche, salió el Munal a decir que manifestaba “su respeto a todas las opiniones y a la conservación de sus acervos”. ¿En serio? ¿También respetó a los que llamaron “puercos” a los que fueron a bailar? ¿Por qué no salió a explicar las razones por las que se dio visto bueno al Salsódromo de Daniel Godínez? ¿Acaso no eran sólidas? Si lo eran, ¿por qué no las defendieron? Ahora el baile se llevará a cabo en el Patio de los Leones y los intolerantes presumen en redes su conquista. ¿Quién ganó con todo esto? La cultura, no.

Silencio presidencial en torno de la Ley General de Cultura y Derechos Culturales

Pasa el tiempo y seguimos sin tener noticias del Ejecutivo en torno de la Ley General de Cultura y Derechos Culturales. Se cumplieron 30 días naturales de que se envió esta ley a la Presidencia, después de haberse aprobado en ambas Cámaras legislativas y, de acuerdo con el artículo 72 de la Constitución, está por vencer el plazo para que el Presidente de la República la devuelva con observaciones —el Ejecutivo Federal tiene diez días naturales para publicarla—. Si no, el Presidente de la Mesa Directiva del Senado podrá solicitar la publicación sin que requiera refrendo. ¿Qué están esperando? ¿Habrá un veto de bolsillo?

Hay quienes no aprenden...

Aunque hace más de cinco años, la Real Academia de la Lengua Española ya había dicho basta al uso y abuso del género masculino y femenino en los discursos y documentos, porque en muchas ocasiones su uso tiene intenciones demagógicas, como “mexicanos y mexicanas”, “venezolanas y venezolanos”, “niños y niñas”, esa discusión salta de tanto en tanto a la palestra. Resulta que el sitio de Internet El club de los libros perdidos ha vuelto a poner la discusión sobre la mesa después de cinco años. Y su nota titulada “La RAE se harta y pone fin al ‘todas y todos’, ‘ciudadanos y ciudadanas’”, ha revivido la discusión que en marzo de 2012 había suscrito el pleno de la RAE a partir del informe del académico Ignacio Bosque sobre “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer”, en el que señala: “somos muchos —y muchas— los que pensamos que la verdadera lucha por la igualdad consiste en tratar de que esta se extienda por completo en las prácticas sociales y en la mentalidad de los ciudadanos”. La discusión ha vuelto a las redes, incluso de cuando en cuando es pregunta en las cuentas de la RAE.

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