La vitalidad de Ida Vitale deslumbra y apabulla. A sus 91 años, la poeta, traductora, ensayista y crítica literaria uruguaya que es considerada una referencia de la gran tradición de la poesía moderna del siglo XX, acaricia infinidad de proyectos literarios. En medio de esa creación constante en la que está inmersa, México le ha concedido el Premio Internacional Alfonso Reyes 2014, que recibirá a finales de este año.

“Todas las cosas buenas me llegan de México. Esa es la verdad. Recibo el premio con gran agradecimiento y con la sensación de que es una cosa más que le debo a México”, afirma vía telefónica a EL UNIVERSAL la escritora que se exilió en México en 1974 y que desde 1989 radica en Austen, Texas.

Ida Vitale (Montevideo, 2 de noviembre de 1923) acaricia muchos proyectos literarios. Tan sólo este año dos verán la luz: uno en México bajo el sello de Taller Ditoria con poemas nuevos, y otro en España, con Visor Libros, una antología poética que tiene el título tentativo de “Cerca de cien”. Además trabaja desde hace años en una carpeta de traducciones de autores italianos, franceses, ingleses y portugueses.

La integrante de la Generación del 45, junto a escritores como Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti, Carlos Maggi e Idea Vilariño, marcha a mil por hora y por eso es muy reiterativa cuando dice: “Siempre me voy por las ramas”; luego, a veces, cuando los nombres no le llegan pronto a la cabeza, señala: “A mí edad los nombres propios son los primeros que se olvidan”. Y ante la disculpa de “no se preocupe”, Ida Vitale responde: “Claro que me preocupo; tanto que cuando me acuesto trato de tener en la cabeza la lista de los olvidos del día, a ver si hago trabajar a la memoria nocturna”.

La autora de La luz de esta memoria, Palabra dada y Cada uno en su noche, que recibió en 2009 el IX Premio Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo y ha traducido a autores como Simone de Beauvoir, Benjamin Péret, Gaston Bachelard, Jacques Lafaye y Luigi Pirandello, es una obsesiva de la perfección. “A veces me paso el tiempo sin hacer nada, pero de repente salen varios libros, es que me cuesta trabajar sistemáticamente en un sólo libro, y cuando ese libro se escapa de mis manos siempre pienso que hay un error a salvar o algo que agregar. He perdido mucho tiempo de mi vida y ahora me siento en deuda con unas cuantas cosas que tengo entre manos, espero que todavía la cabeza me dé para terminar todo eso”.

¿Este es un premio que la acerca más a México y a Alfonso Reyes?

Todas las cosas buenas me llegan de México. Esa es la verdad. No es que yo sea una especialista en Alfonso Reyes, pero la verdad es que lo leí muy temprano, lo primero que leí fue La experiencia literaria, cuando iba en el liceo, lo leí con el mismo entusiasmo que si hubiera sido una novela, creo que con más porque nunca fui muy entusiasta de la novela. No era un mérito especial mío haber leído a Alfonso Reyes, era uno de los maestros americanos que adoptábamos; más tarde descubrí sus traducciones, su poesía y al llegar a México conocí incluso su casa, su biblioteca, es un personaje que deseo que siga vivo en América, quizás no esté en su momento más respetable hoy en muchos lugares de América.

¿La cultura mexicana o esa estirpe de Alfonso Reyes?

Quiero decir que la cultura mexicana sigue siendo heredera de Alfonso Reyes, pero es obvio que en la misma medida que siempre se decía que los países americanos estábamos un poco aislados unos de otros, hubo un momento de acercamiento; ahora creo que la televisión, la intercomunicación, las facilidades excesivas para llegar a cualquier información en el mundo, redundan en contra; quizás lo que está muy a mano es lo menos valorado.

Hay un momento en que las culturas se vuelven a aislar, por eso digo que no sé si hoy desde mi país se valora tanto a Alfonso Reyes a como lo valoré yo o lo valoraba mi generación. Por eso me parece tan valioso que este premio se llame Alfonso Reyes y busque continuar un tipo de cultura no demasiado especializada, pero que creo que hubiera sido del gusto de Reyes.

Lo importante es cómo reciben ustedes ese premio, no cómo lo recibo yo. Por lo menos me uno a muy buena compañía, es un premio que empezó con Borges.

¿Qué celebra de la obra de Reyes, de su pensamiento?

Todo. La gracia de su escritura para empezar, la poesía, el interés por la cultura en general, sus traducciones del griego; es eso que de alguna manera se está perdiendo, enrareciendo, quizás porque ahora las universidades forman gente más técnica, en cambio antes el amor por la cultura era más espontáneo y las “carreras” se hacían de manera más privada, de acuerdo a los entusiasmos de cada uno. Por ejemplo, yo fui a una facultad de humanidades que se formó muy tardíamente, yo empecé a estudiar derecho, ya luego surgió la facultad de filosofía pero no daba títulos, aun así me fui.

También me gusta su apertura, esta búsqueda de una cultura en sí, por sí, que se satisface en ese enigma y no por los logros inmediatos. Un gusto por la escritura. No son tantos los críticos que también son poetas, creo que a él le interesaba mucho más ser poeta y traductor, que ser visto como crítico. Es un humanista en el plano renacentista. Creo que algunos podemos renacer gracias a Alfonso Reyes.

¿Comparte el espíritu de Reyes?

Es un aire en el que todos conviven y se entienden. No lo conocí pero me nutrí de Alfonso Reyes. Y supongo que su herencia está en muchos de los personajes de la cultura mexicana.

¿El gran legado de Alfonso Reyes es para toda la América?

En eso debería consistir la unión americana, en que todo lo que logra cada país fuera disfrutado por todos. Recuerdo que una vez llegó (Rafael) Alberti y me dio mucha alegría porque dio una conferencia sobre Julio Herrera y Reissig, un poeta uruguayo que está históricamente en la base de la literatura uruguaya, pero no sé hasta qué punto la gente sigue leyéndolo y aprovechándolo, es un poco lo que para México y para mí es López Velarde.

Representa un poeta que ya muerto sigue influyendo en sus lectores en cualquier lugar de América. Eso sería la unidad. Europa está tratando de hacer su real unidad, yo la de América la veo muy lejana todavía.

¿No hay figuras que puedan generar esa unidad?

Ese es otro problema. Francia, por ejemplo, no tiene los nombres que tenía a principios de siglo, eso pasa también en América, no hemos descubierto los nombres que van a tener importancia. Hay momentos en que hay una gran generación; con la muerte de Octavio Paz se cerró un periodo mexicano, pero tenemos que pensar en los que están escribiendo hoy. Ya llegarán.

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