Por más de ocho años, José Sarukhán Kérmez, coordinador de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), escribió, cada 15 días, una columna en la sección de Opinión de EL UNIVERSAL, en la que reflexionaba sobre tres grandes temas: los asuntos ecológicos y la influencia de la sociedad sobre ellos; la relación de los problemas ecológicos con la economía, y la educación en México.

Esos textos ahora los reúne en su nuevo libro Ecología, economía, educación, editado por El Colegio Nacional. Con este nuevo material quiere dejar claro la importancia de las tres “E” en la vida de las personas y crear conciencia de que los problemas ambientales son consecuencias del comportamiento humano.


¿Es responsabilidad de los medios de comunicación abrir espacios para hablar de estos temas?

Sí, pero no lo hacen porque creo que hay un elemento de popularidad que vende más periódicos, que es estar en discusiones de la grilla política, que hablar de temas profundos, serios y fundamentales. Creo que es una mala decisión, los medios deberían darse cuenta de su papel educativo, porque tienen la obligación de difundir cosas importantes y no lo están haciendo.

Pero con gente que realmente conoce del tema, no con improvisados y charlatanes, sino con gente que puede comunicar la información sólida, confiable y de gran calidad. No veo otra manera para que las personas se puedan enterar de lo que está pasando y en consecuencia cambiar su manera de comportarse. El problema del medio ambiente es un problema de comportamiento humano y la única manera de modificarlo es informando a la gente con calidad.

¿El caso de la vaquita marina es ejemplo de la ineficiencia de las políticas públicas ambientales?

—Este es un problema severo que quizá ha tenido manejos poco apropiados desde el punto de vista ambiental. Es un problema complejo. Primero, la misma biología de la especie no ayuda mucho porque no es muy gregaria, contrario de algunos de sus congéneres; segundo, está en un lugar muy constreñido, que es prácticamente la axila del Golfo de California y es un lugar que ha sufrido muchos cambios.

Ahí desembocaba el Río Colorado con volúmenes muy importantes de agua y nutrientes y ahora han ocurridos dos cosas: los Estados Unidos han capturado la mayor parte de esa agua y lo que llega al territorio mexicano es un chorrito y; segundo, es un chorrito que lleva un montón de materiales de la vida doméstica, industrial, agrícola, y encima de situaciones que son de la naturaleza, tenemos todo el impacto del crimen organizado y de las cuestiones ilegales que han mermado severamente el tamaño de la población y es evidente que el país no ha sido capaz de controlar eso.

Además está el problema social de los pescadores de la zona, ha habido un mal manejo de sensibilización hacia ellos, de compensación adecuada y, finalmente, lo que yo creo que ha sido el golpe más severo es la entrada a la pesca ilegal de la Totoaba, que conlleva a la pérdida de vaquitas. Es una zona grande, difícil de controlar, todo esto está revuelto y metido allí, no es para justificarlo, no es para decir: “chin ni modo, no hay más que hacer”. Se deben tomar medidas verdaderamente severas para que haya alguna probabilidad de que esto no se convierta en la crónica de una extinción anunciada.

¿Por qué no se han tomado desde antes medidas más drásticas?

—Porque no había presión, el tema no era muy interesante para las personas que estaban a cargo, o estaban bajo la presión de la gente que tenía interés en seguir mal usando esto. Habría que hacer un estudio, no puedo soltar ideas irresponsables, pero lo que es muy claro es que las cuestiones que se tuvieron que haber hecho en protección de esta especie que es endémica— ¡Vaya!, si se pierde ahí, se pierde en todo el mundo, de ese tamaño es el problema— no se tomaron hasta que el tema está a punto de tronar.

¿Era necesaria la visita de Leonardo DiCaprio para hacer algo en favor de la vaquita marina?

—Creo que no es malo que se pongan los reflectores en el asunto, personajes como DiCaprio pueden servir para esto. Yo lo vería desde el lado positivo, esto pone al gobierno bajo los reflectores y esperaría que la propuesta que hay de entrarle en serio se cumpliera, con vigilancia de la Marina y con el experimento de capturar algunas vaquitas y ponerlas en un cerco para ayudarlas a que se puedan reproducir, como tener una especie de “granja”; pero al mismo tiempo, afuera de ese cerco debe haber la protección total para las poblaciones que están todavía libres.

¿Sólo es tarea del gobierno cuidar el medio ambiente?

—No, todo el mundo como individuos, como ciudadanos, deberíamos estar conscientes de lo que le está pasando a este planeta, no tenemos otro planeta y no lo vamos a tener por mucho tiempo, por mucho que se estén explorando exoplanetas para ver si hay vida. ¿Imagínate mover a 7 mil 400 millones de personas?, sólo se van a ir los ricos y los demás se van a pudrir en este planeta. Esas son salidas falsas, son un poco como de Disneylandia, lo que tenemos que hacer es cuidar éste, mejorarlo y evitar que el impacto del hombre sea cada vez mayor.

Tampoco creo que los gobiernos estén tomando un papel de rectoría real, porque están presionados por los intereses económicos de las empresas.

Es necesario que el gobierno, que los medios, que los que trabajamos en estas cuestiones tengamos una obligación, por eso escribo, trato de difundir estos temas para llegar a la gente de manera que los entienda, para que haya un proceso educativo.

¿Cree que Donald Trump dejó el Acuerdo de París por ignorancia o por intereses económicos?

—Yo creo que es una mezcla, una de las peores cosas que ha hecho es escapar de la realidad, yo no sé qué piensa el tipo, pero lo que no puede pensar es que estamos en un planeta en el que no pasa nada, lo que está pasando es un problema severo, el más severo que la humanidad ha tenido y es de su propia factura.

Las cosas que dice apuntan a que puede ser un tipo realmente burro en estos temas, pero qué podemos esperar si 16 millones de estadounidenses piensan que la leche de chocolate viene de las vacas de color marrón, no estoy haciendo una broma. O que más de 40% de ellos piensa que el planeta Tierra no tiene más de 5 millones de años, no sé qué tanto de esto sufre este amigo como para pensar que el cambio climático es una invención de los chinos para poder ganarle competitivamente en el comercio; si piensa eso, el tipo es más torpe de lo que yo pensaba que podría ser.

¿México está luchando contra el cambio climático?

—Ha tomado pasos interesantes, yo diría que con liderazgo en ese sentido, y de compromiso, pero ahora lo tiene que llevar a la realidad, tenemos que hacer que los compromisos que se están firmando se cumplan. Me parece muy bien que se empiecen a plantear metas, pero es importante comenzar a trabajar en ellas. Veo una serie de signos que si se ponen juntos van a ayudar a que esas buenas intenciones se conviertan en hechos reales.

Por ocho años escribió en EL UNIVERSAL sobre temas ambientales ¿los problemas mejoraron?

—Nada ha desaparecido, algunas cosas se han visto con más cuidado, otros problemas siguen vivos, por ejemplo, hace ocho años teníamos tasas de deforestación más intensas de las que tenemos ahora, yo esperaría que no solamente se redujeran, sino que llegaran a cero deforestaciones.

Las cosas cambian, pero no solas y la inercia que llevan no las va ayudar a detenerse si la sociedad no le entra en los diferentes niveles.

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