Científicos han creado el primer inventario verdaderamente global de emisiones volcánicas de dióxido de azufre, con datos del instrumento de monitoreo de ozono en el satélite Aura de la NASA.

Un equipo liderado por investigadores de la Universidad Tecnológica de Michigan, recopiló datos de emisiones de 2005 a 2015 para producir estimaciones anuales para cada uno de los 91 volcanes actualmente emisores de este gas en todo el mundo. El conjunto de datos ayudará a perfeccionar los modelos de clima y química atmosférica y ofrecerá más información sobre los riesgos para la salud humana y ambiental.

"Muchas personas no se dan cuenta de que los volcanes están liberando continuamente grandes cantidades de gas, y pueden hacerlo durante décadas o incluso siglos", dice el volcanólogo Simon Carn, profesor asociado de Michigan Tech en Houghton, Michigan y autor principal del nuevo estudio, publicado en Scientific Reports.

"Debido a que las emisiones diarias son más pequeñas que una erupción grande, el efecto de una sola pluma de gas puede no parecer notable, pero el efecto acumulativo de todos los volcanes puede ser significativo. De hecho, en promedio, los volcanes liberan la mayor parte de su gas cuando no estan estallando".

Carn y su equipo encontraron que cada año los volcanes emiten colectivamente de 20 a 25 millones de toneladas de dióxido de azufre en la atmósfera. Si bien esta cifra es superior a la estimación anterior realizada a finales de los 90 basada en mediciones en tierra, la nueva investigación incluye datos sobre más volcanes, algunos de los cuales los científicos nunca han visitado y sigue siendo inferior a las emisiones de origen humano de dióxido de azufre.

Las actividades humanas emiten alrededor de dos veces más dióxido de azufre en la atmósfera, según el coautor Vitali Fioletov, científico atmosférico en Environment and Climate Change Canada en Toronto, Ontario. Dirigió el esfuerzo de catalogar las fuentes de emisiones de dióxido de azufre de las actividades humanas y los volcanes y de rastrear las emisiones derivadas de las observaciones satelitales de nuevo a su fuente mediante el uso de datos de viento.

Sin embargo, las emisiones humanas están disminuyendo en muchos países debido a controles de contaminación más estrictos en las plantas de energía como quemar combustible con bajo contenido de azufre y avances tecnológicos para eliminarlo durante y después de la combustión. A medida que disminuyen, la importancia de las emisiones volcánicas persistentes aumenta. Los volcanes proporcionan niveles de fondo naturales de dióxido de azufre que deben tenerse en cuenta al estudiar la atmósfera global y los efectos regionales.

Los procesos atmosféricos convierten el gas en aerosoles de sulfato, pequeñas partículas en suspensión en la atmósfera, que reflejan la luz del sol de nuevo en el espacio, causando un efecto refrescante sobre el clima. Los aerosoles de sulfato cerca de la superficie del suelo son dañinos al respirar.

Además, el dióxido de azufre es la principal fuente de lluvia ácida y es irritante para la piel y los pulmones. Los problemas de salud con las plumas del dióxido de sulfuro están en curso en las comunidades en las laderas de los volcanes de desgasificación persistente como Kilauea en Hawaii y Popocatepetl en México.

jpe

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