Frankenstein, Drácula, la Momia, el Hombre Lobo y la Criatura de la laguna Negra se reunieron para explicar temas científicos. Los convocó el investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas argentino y docente de la Universidad Nacional de Córdoba, Alberto Díaz Añel. Son los protagonistas de su libro Ciencia monstruosa.

Cada uno de los monstruos ayudó a Díaz a explicar temas complejos como el sistema inmune, la multiplicación de las células, la producción de proteínas, la búsqueda permanente de preservar el cuerpo y hasta el debate sobre qué importa más, el corazón o el cerebro.

En 2011 Díaz, doctor en Química Biológica por la Universidad de Buenos Aires, hizo una especialización en comunicación pública de la ciencia. Para su trabajo final escribió un libro sobre células pero, en paralelo, advirtió que Mary Shelley (autora de la novela gótica Frankenstein) creó a su personaje a partir de un experimento, que demostró que la electricidad podía contraer los músculos.

"Entonces usé al monstruo para contar cómo funciona una neurona, que genera impulsos eléctricos que van circulando por el cuerpo", señaló Díaz. También, a través de Frankenstein, que está armado por partes, graficó aspectos del sistema inmune, de por qué hay rechazos o compatibilidad en los trasplantes, por ejemplo.

Cuando presentó su libro sobre células, los examinadores le sugirieron que avanzara sobre el de los monstruos. En la tarea, reunió su gusto de chico por estas criaturas, su afición al cine, y su profesión.

En ese camino, la historia del conde Drácula y el mundo de los vampiros le sirvieron para explicar las enfermedades hereditarias de la sangre. "En las leyendas, las personas pálidas, ojerosas y débiles no fueron relacionadas con la anemia, sino con que les habían chupado la sangre. No se conocía la anemia ni que tenía variedades hereditarias", apuntó Díaz.

El biólogo no tuvo el prejuicio de que simplificar la ciencia pudiera atentar contra la seriedad de las investigaciones y generó un circuito de charlas en colegios, donde los adolescentes se interesan y entusiasman con las historias. "También a los más grandes les gusta y se enganchan", señaló.

El Hombre Lobo, por otra parte, ayudó a Díaz a entender el proceso de la división celular. En el 1800 la hipertricosis (existencia de exceso de pelos) no se conocía, y los que la padecían eran fenómenos de circo. Según Díaz, es una enfermedad muy poco frecuente, con unos mil 500 casos en la historia.

La enfermedad que se conoce como "síndrome del hombre lobo" es una alteración en la división celular que se produce en los bulbos capilares. En quienes la padecen ese proceso no se detiene y el crecimiento del pelo es descontrolado.

Además, Díaz se valió de este monstruo melenudo para explicar el contagio de enfermedades; la leyenda dice que muerde y transmite el mal.

De adolescente Díaz vio tres películas de la Criatura de la laguna Negra; en su libro se dio un gusto personal: aplicar esta criatura a la demostración de cómo las células producen sus proteínas a partir de genes.

La ictiosis es una enfermedad cutánea de origen genético que engrosa la piel a tal punto que se resquebraja y agrieta aparentando escamas; así la dermis queda expuesta y permite el ingreso de bacterias. Todo es resultado de una producción en exceso de proteínas.

¿Es el cerebro más importante que el corazón; alguna vez seremos inmortales? En auxilio de las respuestas a estas cuestiones llegó la Momia. A lo largo de la historia, de las vendas se pasó a la crioconservación para la conservación del cuerpo: "El objetivo es el mismo y de eso me ocupo".

A los monstruos los seguirán los zombis. Díaz ya trabaja en otro libro en el que intentará contar cómo funcionan las drogas en los sistemas nerviosos.

jpe

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