La legalización del uso de la marihuana es un tema que ha permanecido en la agenda pública desde hace mucho tiempo. El debate se ha fortalecido en nuestro país durante los últimos años como parte de una tendencia mundial sobre la regulación de su uso que busca ir más allá de la estigmatización del consumidor.

Existen diferentes tópicos sobre el consumo de la marihuana, que entre mitos y realidades, van marcando las tendencias sociales, legales y de salud pública sobre su uso.

En esta sección se ha hablado de la marihuana desde diferentes perspectivas, principalmente sobre sus  potencialidades a nivel médico; sin embargo, diferentes preguntas de los lectores sobre el uso lúdico del cannabis, nos han dado la pauta para un nuevo texto con el que iniciamos el año.

El doctor Hugo González Cantú, Coordinador de la Clínica de Trastornos Adictivos del Instituto Nacional de Psiquiatría señala que hay muchas formas de consumir la marihuana.

“La forma más tradicional y popular es fumada, mediante el llamado ‘churro’, cómo se le reconoce en nuestro país al cigarrillo de este producto”, señala el especialista y agrega sobre los fumadores pasivos, que una persona que inhala el humo de alguien más fumando marihuana,  puede tener  efectos similares a quien lo hace directamente.

Otra forma popular de consumo es como alimento. Aunque  no es una novedad, en los últimos tiempos se ha desarrollado de una forma más depurada  toda una industria de productos comestibles para todos los gustos.

En Estados Unidos más de 20 estados han regulado su uso terapéutico. Esto ha permitido  impulsar un variado menú de  productos listos para ser degustados. Dulces, pastelillos, licuados y un largo etcétera contribuyen al festín de productos comestibles de marihuana.

¿Cuáles son las diferencias entre los dos tipos de consumo hasta ahora mencionados? El doctor González señala que al ser fumado los efectos del cannabis son casi inmediatos, pues de los pulmones pasa a la sangre y rápidamente llega al cerebro; mientras que por la vía comestible la absorción es mucho más lenta.

“Al ser deglutida el efecto también es más duradero, pues mientras se va digiriendo el alimento, se van absorbiendo las sustancias activas de la marihuana”.

El psiquiatra señala que esto permite una dosificación más estable a lo largo del día, por lo que para sus usos terapéuticos, como ansiolítico o analgésico, resulta más funcional. Sin embargo, a nivel recreativo conlleva riesgos sobre todo en consumidores poco experimentados, pues como el efecto no es inmediato la gente tiende a comer más y un exceso de este tipo de productos ingeridos puede llevar a una intoxicación por cannabis que desaparecerá hasta que el organismo elimine por completo todo lo que comió.

Otra forma de consumir la planta es mediante el hachís, la resina que va surgiendo de la planta y se recolecta y solidifica.

“Es una forma tradicional de consumo en países de África y Asia, donde desde hace milenios se conoce la técnica de producción. En México se empieza a producir y a ver por diversos lados. Es un derivado directo de la planta natural y el nivel de concentración de sus cannabinoideses es más o menos el mismo”.

“En EU actualmente está teniendo mucho auge el uso de cigarrillos electrónicos. En las capsulas donde van los líquidos con nicotina se incorporan extractos de marihuana o cannabinoides sintéticos. Los cannabinoides sintéticos son mucho más potentes que el cannabis vegetal. Sus reacciones son más fuertes e impredescibles, e incluso pueden llegar a ser muy tóxicos. Los cigarrillos electrónicos se han vuelto un nuevo medio de experimentación de una amplia gama de drogas”, señala el especialista y agrega que los cannabinoides sintéticos pueden estar en varias presentaciones, como el llamado spice o K2.

De esta forma  se le conoce a un tipo de marihuana sintética que  se empezó a vender como una base vegetal para producir aromas. No fue creada para el uso humano directo por los riesgos que conlleva, pero a pesar de esto, en el mercado norteamericano es  comúnmente  vendida como “incienso”.

Nuevas formas de consumo

En EU también está creciendo la fama del llamado dabbing, que no tiene una traducción exacta en español. Es una técnica mediante la que  extraen el aceite concentrado de cannabis de la planta.

“El dabbing se realiza a través de un método de extracción con gas butano, de donde se obtiene la parte aceitosa, el concentrado de la planta que resulta en una especie de cera que se quema en pipas especiales. En México no he conocido a nadie que lo use, pero no dudo que en la medida que se abran las posibilidades de cultivo en casa, surgirán también diversas variedades de uso que ya se experimentan en otras partes del mundo”, comenta.

Las preparaciones de marihuana son principalmente derivados del Cannabis sativa. De los diferentes tipos de cannabinoides que contiene la planta, el principal componente psicoactivo es el delta-9-tetrahidrocannabinol (THC). González Cantú explica que el tipo de marihuana que se cultiva en México tiene en general una baja cantidad de concentraciones de THC, alrededor de 5 o 7%.

“Con técnicas muy especificas de producción se puede obtener un 10%, pero el dabbing puede llegar a tener hasta 90% de THC, por lo que es más potente. En EU se le ha relacionado con crisis de ansiedad y paranoia, de hecho se ha asociado con un incremento considerable de visitas a las salas de urgencias por estos motivos”, señala González Cantú y agrega que teóricamente también habría más posibilidades de desarrollar una adicción mediante este tipo consumo; sin embargo,  enfatiza que la adicción puede llegar independientemente de la forma de acceder a él, pues las diferentes vías de ingesta no determinan el nivel de adicción, ésta es multifactorial y  entran en juego  factores genéticos, biológicos y sociales.

Un futuro avalado por la ciencia

Existe todo  un debate sobre si la mariguana es la puerta de entrada a drogas más fuertes, sin embargo el doctor González Cantú opina que ésta es una teoría no comprobada.

“En algunos países que llevan muchos años con el tema, como Amstredam donde no es legal, pero no está criminalizado, pues hay zonas de tolerancia, no se ha comprobado esta teoría”.

“El mismo caso es el de Portugal. De hecho, en ambos países se ha visto una reducción del uso de drogas más fuertes, como si la gente al tener una opción legal, optara por ésta, limitándose también el abanico de posibilidades”, puntualiza.

El especialista señala que más bien se habla de la vulnerabilidad propia de las personas en relación directa  a la disponibilidad de drogas en su  entorno. “Eso es lo que va a generar que se vaya por una u otra cosa. Por eso podemos ver que finalmente el alcoholismo es el que tiene las cifras más altas de consumo y adicción”.

En el libro Políticas sobre el cannabis, editado por el Fondo de Cultura Económica y la Fundación Beckley, precisamente uno de sus puntos finales de reflexión sobre la tendencia mundial que deberían tener  las políticas futuras sobre el uso de las drogas, indica que debería basarse también en una escala con base científica de daños y beneficios que considere a todas  las drogas sociales, tanto legales como ilegales; así como en un análisis que trascienda las consideraciones ideológicas y que revise, y legisle, adecuadamente las cuestiones más cotidianas en relación a su uso.

Un ejemplo de esto es  el debate entorno a  los análisis toxicológicos que detectan la presencia del cannabis en el organismo, pues aunque ya no se tengan los efectos agudos de la marihuana, puede seguir siendo detectada después de varios días de haber sido utilizada.

“En EU hay un concepto legal llamado per se que implica que si una  persona sale positiva en un análisis toxicológico (orina, saliva y sangre) y está involucrada en un accidente, se considera que está intoxicada aunque no tenga el efecto agudo del cannabis”, señala González Cantú y agrega que este tipo de detalles forman parte de un todo de múltiples implicaciones, desde lo científico hasta lo legal, que deben ser consideradas.

kal

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