¿Qué podrían tener en común Vladimir Nabokov y Descartes? Probablemente lo mismo que Henry Miller y Aristóteles. Para estos personajes, la reflexión sobre el impulso sexual dio vida a algunas de sus más célebres obras. Literatos, matemáticos, filósofos, físicos, gastrónomos, músicos, psicólogos… La lista podría llenar esta página. Han  sido pocos los que no han disertado sobre el deseo.

Para los estudiosos de la sexualidad humana, el terreno es tan complejo que aún tratado bajo los parámetros más objetivos del quehacer científico, el deseo sexual  no se puede trivializar sólo bajo el ardid publicitario de un fármaco.

Recientemente fue aprobado por la FDA un fármaco llamado Addyi, cuyo principio activo es la flibanserina. Este medicamento presentado como una alternativa para combatir el Trastorno del Deseo Sexual Hipoactivo (TDSH) es nombrado de manera popular como el “viagra rosa”, haciendo referencia al exitoso medicamento lanzado a finales de los noventa como una alternativa para combatir la disfunción eréctil.

Para  Eusebio Rubio-Aurioles, Director General de la Asociación Mexicana para la Salud Sexual A. C. (AMSSAC), querer establecer similitudes entre estos fármacos  es desafortunado y desorientador.

“El deseo sexual es algo sumamente complejo en su arquitectura, pues hay una gran cantidad de componentes en él”, señala el doctor Rubio-Aurioles quien agrega que incluso entre los especialistas encargados de organizar las clasificaciones también hay discusiones sobre el término.

“Desde hace varios años en la consulta internacional sobre disfunciones sexuales, se acordó que se nombraría  como deseo/interés sexual”.

Para el especialista, algunos autores ofrecen una tipología bien delimitada de sus componentes. En este sentido, hay un acuerdo entre la comunidad científica sobre el llamado apetito sexual.

“Es una parte del deseo  similar a otras necesidades biológicas, como la sed o el hambre, que se origina en un desbalance del cuerpo que finalmente se traduce en una necesidad concreta. Esa experiencia está determinada básicamente por la activación de  núcleos cerebrales específicos. Es así que hay un componente a nivel biológico, pero hay otras cosas que conforman este interés”.

El especialista comenta  que en la construcción del deseo también forman parte la motivación individual y la relación interpersonal. Esta última está determinada por el ‘deber ser’, un elemento cultural como podría ser la representación del poderío  económico  o de determinados cánones estéticos de belleza.

“La presión cultural también afecta nuestra realidad cotidiana. El que se pierda o disminuya el deseo depende de cuál de los diferentes componentes se encuentra afectado”.

La baja en el deseo sexual femenino puede estar relacionada con trastornos biológicos como enfermedades de tiroides e hipófisis, cambios hormonales, afecciones neurológicas; así como afecciones crónicas como cáncer y trastornos cardiovasculares, entre otras.

Otros procesos de predisposición a la baja del deseo sexual son la depresión y la ansiedad, así como cuestiones ligadas al cansancio, el estrés y el abuso físico o mental.

“Después de una infidelidad puede sobrevenir el enojo y después una baja en el deseo. Es una situación relativamente frecuente, pero pensar que después de un evento de esta naturaleza se puede reactivar automáticamente el deseo mediante un medicamento como la flibanserina, es no entender nada de lo que pasa y desafortunadamente pareciera ser que la mayoría de personas que comentan sobre el asunto, lo platican en este sentido”, comenta el experto en sexología.

Sólo para un grupo específico

En realidad éste fármaco no está indicado ni probado para tratar las bajas de deseo sexual relacionadas con las afecciones anteriormente señaladas. Según los criterios de la FDA, se recomienda su uso “en el caso de un bajo deseo sexual que causa una angustia o dificultades interpersonales considerables y no se deba a una enfermedad médica o psiquiátrica coexistente, problemas dentro de una relación ni a los efectos de un medicamento u otro fármaco”.

Para entender entonces a quiénes está dirigido el uso de este medicamento, Rubio-Aurioles aconseja regresar a la parte biológica del deseo e internarse después en la historia del fármaco.

“Desde  hace alrededor de cuatro décadas, se describió a un grupo de mujeres y hombres que tenían una desaparición del deseo, pero sin ninguno de los factores biológicos o emocionales previamente señalados”.

A través de los años y la evolución de las técnicas de neuroimagen que vienen con el desarrollo de la neurociencia hay más información sobre las conexiones que pueden registrarse a nivel cerebral, en el sistema nervioso central. Mediante estas herramientas se empezaron a estudiar cuestiones como la depresión, la excitación y diversos procesos cognitivos. Ahora hay mucha  información sobre los diversos procesos neurológicos”.

El especialista señala que con más herramientas de análisis se pudo estudiar a este grupo que mostraba una inhibición en el deseo, el llamado Trastorno del Deseo Sexual Hipoactivo (TDSH). En  estas personas se observó un funcionamiento neurológico distinto y es precisamente este grupo al que está enfocado el uso de la flibanserina. Fue un fármaco desarrollado para tratar la depresión pero no funcionó en esta área, sin embargo se reportó un incremento del deseo sexual en las voluntarias de los estudios clínicos.

“Es muy importante subrayar que este fármaco parece funcionar específicamente en este subgrupo de mujeres premenopausicas que tienen bajo deseo sexual por una especie de desajuste en los mecanismos de saciedad. El fármaco no se estudió en otro tipo de pacientes. El resultado es positivo, pero con una mejoría leve”, señala el especialista y agrega que su efecto más claro es la somnolencia.

La COFEPRIS no lo ha autorizado en nuestro país y de ser así tendría que pasar por una serie de protocolos de efectividad en la población mexicana, sin embargo el director general de AMSSAC señala que uno de los principales mitos que ya lo rodea en un aumento “espectacular” en los niveles de deseo.

“Se ha reportado un aumento de experiencias y coitos satisfactorios, pero no hay un efecto sustancial. El medicamento no va a funcionar para quien no esté indicado”.

Experiencia integral

Para el también académico, las comparaciones con el viagra no tienen razón de ser. La flibanserina actúa elevando los niveles de dopamina central, mientras que el sildenafil, el principio activo del Viagra,  facilita la vasodilatación con un efecto inmediato en la erección.  En el caso de la flibanserina los efectos se observan  a la semana de tomarlo diariamente, pero no se trata de una pastilla que  facilite inmediatamente las relaciones coitales, no funciona así. El gran riesgo es la simplificación de la sexualidad humana”.

Según Rubio-Aurioles algo que si pueden compartir ambos fármacos es su utilización indiscriminada sin saber las verdaderas causas de una disfunción sexual.

“El siledenafil es una medicina muy noble, en el caso de las personas que no tienen problema de erecciones no les hace nada, sólo recuperan la erección más rápido después de una eyaculación. Lo que sí puede representar un problema es  la amplia disponibilidad del medicamento que conlleva a la  falta de diagnostico”.

“Si la persona tiene 30 años y empieza con problemas de funcionamiento de erecciones, quiere decir que puede haber algo a nivel fisiológico. El medicamento le va  ayudar a tener erecciones, pero el verdadero problema, el  que está afectando la microcirculación, como puede ser la diabetes, la hipertensión o las hiperlipidemias, puede pasar desapercibido y avanzar en silencio”.

Para el experto, un poderoso mito es que las mujeres son las únicas que tienen problemas con el deseo.

Según encuestas de salud en EU, donde también se reporta la prevalencia de disfunciones sexuales, el porcentaje de falta de interés sexual en los hombres es casi 50% mayor que el reporte de disfunción eréctil, una realidad que va en contra de la creencia de que  los hombres están siempre listos para el encuentro sexual.

Para el especialista el sildenafil ha representado una oportunidad para los adultos mayores y sus parejas de prolongar su vida sexual.

“Finalmente las personas con mayores niveles de satisfacción sexual, tienen mayores níveles de salud”, pero  agrega que son sólo "herramientas”.

Las perspectivas de que un medicamento se pueda convertir en un switch que apaga y enciende la sexualidad queda fuera de la ecuación.

“En la vivencia sexual hay un elemento biológico de respuesta a la estimulación erótica, pero está integrada de muchas dimensiones:  relaciones interpersonales,  identidad,  dimensiones de género y contextos de vida y desarrollo. Desgraciadamente se tiende a la simplificación de todo”.

kal

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