Científicos del mundo presentaron en junio una carta abierta contra el desarrollo de robots militares autónomos que no requieran de la intervención humana para funcionar, pues podrían representar un riesgo si caen en manos de grupos terroristas.

La iniciativa, presentada en la Conferencia Internacional de Inteligencia Artificial, en Buenos Aires, Argentina, cuenta con más de 35 mil firmas, de las cuales, 19 mil 65 son de investigadores dedicados a la inteligencia artificial y robótica.

Mientras que 16 mil 255 son de otros firmantes, entre los que se encuentran el físico Stephen Hawking, Elon Musk co-fundador de PayPal y el lingüista Noam Chomsky.

Entre los investigadores mexicanos que signaron el documento están Guillermo Morales Luna, del Instituto Politécnico Nacional (IPN); Alejandro Martínez García, del Instituto Tecnológico del Valle de Morelia y Raúl Monroy Borja, expresidente de la Asociación Mexicana de Inteligencia Artificial.

En entrevista con la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Monroy Borja afirmó que la carta, promovida por Toby Walsh, profesor de Inteligencia Artificial de la Universidad New South Wales, de Australia, pretende la prohibición en primera instancia del desarrollo de armas autónomas.

Además la misiva pide que la comunidad científica de inteligencia artificial apoye el rechazo a los programas de desarrollo de armas autónomas, pues podría ir en detrimento del desarrollo del área.

En ese sentido, el también investigador del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (Itesm), comentó que desde el punto de vista técnico no existen las armas autónomas.

Sin embargo, es cuestión de tiempo para que un humano pueda instruirle a un drone, avión no tripulado, buscar, identificar y luego actuar en contra de objetivos, sean militares o no, aseguró.

Monroy Borja recordó que un ejemplo de que el desarrollo de las máquinas autónomas está cerca es el avión no tripulado Taranis stealth, desarrollado por Reino Unido.

Este aparato es controlado por satélite desde cualquier lugar del mundo y entre sus características está la de evadir misiles dirigidos en su contra y por el momento, en caso de entrar en combate, necesita la autorización humana para atacar a un objetivo potencial.

El investigador dijo que otro es el Super aEgis II, una torreta automatizada capaz de identificar y disparar contra un objetivo humano a una distancia de tres kilómetros.

Este dispositivo ya fue desplegado en la franja desmilitarizada, de cuatro kilómetros, que separa a Corea del Sur de Corea del Norte, refirió Monroy Borja.

“El asunto no está en si podemos construir armas, sino en si esto es correcto o no, y si en el futuro estas armas podrían terminar en manos de grupos con propósitos agresivos”, dijo.

“Y aunque el veto no frenará el desarrollo de esta tecnología, lo que se busca es que ni el crimen organizado, ni los grupos radicales puedan adquirir armas autónomas de manera legal, en todo caso, tendrían que desarrollar ellos mismos su propia tecnología”, agregó.

kal

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