Los premios Nobel también se toman autorretratos con sus teléfonos celulares, claramente mucho menos inteligentes que ellos.

Los personajes no necesitan brazos extensibles de metal (selfies sticks), ni un buen encuadre. Solo se colocan en mitad de la calle y en unos cuantos minutos –porque mentira que conceden más tiempo–, con la ayuda de muchachos no menos talentosos, quienes siguen sus pasos, sonríen con el propósito de quedar grabados para el recuerdo.

En Lindau, una ciudad ubicada en el sur de Alemania, varios científicos son abordados en media calle por sus colegas, quienes, siendo sus fans, les solicitan el honor de fotografiarse con ellos. Esta semana se reúnen aquí 66 galardonados con el Premio Nobel para debatir sobre el futuro de la ciencia y cómo hacerla trascendente. Según la propia organización Lindau Meeting, el propósito de actividades como estas es facilitar el debate de conocimiento de un altísimo grado de especialización, pero también promover la oportunidad de descubrir a los seres humanos que viven tras los hallazgos que han marcado la historia en las diferentes disciplinas del saber.

“Desde su estereotipo o prejuicios, uno podría imaginarse que los ganadores de los galardones más prestigiosos de ciencia y tecnología de la historia son personas atípicas y muy raras. Y, en general, lo son. Sin embargo, muchos de ellos han entendido que no tiene nada de malo ser personas normales y hasta se toman selfies”, bromeó la italiana Fabrizia Sterno.

kal

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