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La multinacional de origen estadounidense Monsanto planea invertir 3 mil millones de pesos en México en los próximos cinco años para mantener su estrategia de investigación y desarrollo en el país, informa Manuel Bravo, presidente y director general de la compañía para Latinoamérica Norte.

Con ingresos cercanos a los 10 mil millones de pesos anuales, el corporativo asegura tener un crecimiento en ingresos de entre 3% a 4% en el país y busca sumar un millón de hectáreas a las filas de productores que usan transgénicos, híbridos o mejorados para incrementar su productividad.

Sobre las denuncias contra sus productos y acusaciones de corrupción, Monsanto asegura que tiene acercamientos con los casos de agricultores o consumidores cuando denuncian algún tema de cáncer u otra afectación, además dice que tiene controles internos para evitar los sobornos de funcionarios en consultas indígenas.

¿Quién es Monsanto?

—Monsanto es una empresa pública con base en St. Louis, Missouri, que se fundó en 1901. Después de una serie de adquisiciones y escisiones Monsanto quedó a partir de 2001 como una compañía puramente agrícola, hace 10 o 15 años antes fuimos una empresa de productos químicos.

¿Qué presencia tiene Monsanto en México?

—En México somos cerca de 750 empleados, desde aquí se maneja el negocio para Centroamérica, Caribe, Ecuador, Perú, Venezuela y Colombia. En toda esta región somos mil 100 empleados.

En México tenemos más de 60 años con nuestras marcas Asgrow y Dekalb. Contamos con cuatro planas de producción; siete centros de investigación y además en la Ciudad de México está la oficina central.

¿Cuáles son los ingresos de Monsanto en México?

—Debemos estar vendiendo entre 8 a 10 mil millones de pesos, equivalente a 500 millones de dólares, incluyendo todos los productos vegetales. Es una operación relevante con semillas de maíz, de algodón, de sorgo y tenemos 23 variedades de vegetales, manejamos tomate y cebolla, entre otros.

En agroquímicos nuestro producto más grande es Faena, que es la marca líder en glifosato, que es un herbicida selectivo de baja toxicidad que permitía un manejo ágil a los agricultores.

¿Cuánto creció Monsanto México en 2016?

—Hemos crecido 3% o 4% en ventas, mucho más relacionado con la posibilidad de traerles a los agricultores mejores productos, que les generen más productividad por la investigación y desarrollo.

¿Cuánto invierte la empresa cada año en el país?

—Invertimos cerca de 500 millones de pesos en investigación y desarrollo cada año.

¿Cuál es su expectativa de inversión para los próximos cinco años en México?

—Si seguimos en las condiciones que tenemos hoy, deberíamos estar invirtiendo 500 millones para este año, pero si le sumas inflación y otros factores seguramente invertiremos cerca de 3 mil millones de pesos en cinco años. Si se dan cuestiones adicionales en temas de biotecnología, esto podría ser mucho más grande, incluso el doble.

¿Cómo se asegura Monsanto de la seguridad de sus productos?

—Invertimos mil 500 millones de dólares como compañía a nivel global para cinco plataformas: biotecnología, mejoramiento convencional, agroquímicos, biológicos y agricultura digital. De ese dinero, la mitad se va a mejoramiento convencional, no hay solución biotecnológica que te dé tanto valor como para sustituir una buena genérica.

Hay organizaciones que denuncian casos de cáncer por sus agroquímicos y productos, ¿qué mecanismos hay cuando se detecta un caso de este tipo en agricultores o consumidores?

—Nunca se ha comprobado un caso que la ciencia lo soporte, en biotecnología, maíz y soya, que son para consumo animal y humano, llevamos 20 años de producción y los principales países productores están por arriba de 90%-95% de penetración de las tecnologías.

En México importamos entre 10 a 15 toneladas de maíz y 95% de la soya que comemos la compramos y es transgénica, pero en el país no hay ni un solo caso documentado de haber provocado una alergia. No hay un solo caso, a pesar de haber servido un millón de millones de comidas, que ligue biotecnología con un tema de salud. Ha habido denuncias de parte del activismo, pero ninguna soportada por estudios académicos serios o por la autoridad.

Entonces no tienen mecanismos para detectar algún caso y actuar, ¿qué pasa cuando un agricultor asegura que tiene cáncer por utilizar sus productos?

—Estamos cerca de esos casos, estamos cerca de las autoridades competentes, en ese sentido somos muy cercanos y damos todos los datos en nuestro haber para ayudar a resolver el tema. Nosotros siempre estamos muy cerca para entender cuáles son las condiciones y qué datos se le puede ofrecer a la autoridad.

En el tema de corrupción, en específico en las consultas a pueblos indígenas, ¿qué instrumentos tiene Monsanto para que sus empleados no sobornen a las autoridades?

—Tenemos un compromiso y una serie de conductas en la parte de honestidad, integridad y competencias, pero eso se deriva de procesos internos. De manera interna tenemos un grupo de código de ética y cada dos semanas recibimos cualquier tema vinculada con gobierno, organizaciones, proveedores y casos judiciales.

En cuanto al salario mínimo, Monsanto es de las multinacionales que ganan millones, pero, ¿pagan el minisalario?

—De los 750 empleados que tenemos no hay ninguno que gane el salario mínimo, ni cercano. Nosotros nos regimos mucho por mercado, para que la gente sea eficiente, sea propositiva y esté cerca del agricultor, el tema económico no debe de ser un limitante u obstáculo.

En Monsanto nos comparamos con las 100 empresas más relevantes en el mercado laboral y buscamos estar en ese nivel.

Tras la megafusión con Bayer AG, ¿qué viene para Monsanto México?

—Hoy somos dos compañías independientes y así está definido, tenemos que operar sin punto de contacto más lo que hubiéramos tenido en el pasado como cliente-proveedor. El trabajo de integración y cierre se está haciendo a otros niveles, no se ha reflejado en México. Cuando todo esto suceda seremos una compañía que traiga más innovación al mercado, con la posibilidad de invertir mil 500 millones de dólares como Monsanto y 900 millones de dólares de Bayer, y ambos sumados generarán que la velocidad de innovación será enorme y se podrán traer nuevos productos al reducir el tiempo de llegada entre 30% a 40%.

¿Qué sigue para México?

—Estamos buscando que cerca de un millón de las hectáreas que hoy no usan semilla de maíz mejorada puedan tener el paquete tecnológico, financiamiento, comercialización y la asesoría técnica para que puedan producir en lugar de una sola tonelada por hectárea que sean cinco o seis toneladas.

Queremos movernos de la ganadería extensiva a una más intensiva en el largo plazo, todo a través de un mercado de silo de maíz. Los agricultores están buscando cada vez más opciones para ser más productivos, saben que están compitiendo con otros países y en desigualdad de circunstancias.

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