En la relojería contemporánea no se puede hablar de precisión sin hablar de François-Paul Journe. El maestro relojero, famoso por producir la totalidad de sus mecanismos en oro rojo de 18 quilates, se ha dedicado durante más de 35 años a conceptualizar y fabricar relojes mecánicos de altos niveles de complejidad, buscando que funcionen con la mayor exactitud posible.

Además, su trayectoria se define por la estrategia del culto a la exclusividad. Con esto en mente, recientemente anunció un servicio premium bajo el paraguas de su marca homónima, fundada en 1999. Así, F.P. Journe Patrimoine pone a disposición de coleccionistas creaciones exclusivas que ya no se producirán y son ediciones limitadas.

Algunos de estos guardatiempos son recomprados a sus dueños cuando los llevan a la manufactura para darles mantenimiento. Otros son adquiridos por el propio Journe en subastas. Los relojes son puestos a punto y se ofrecen a coleccionistas con garantía de tres años y en su empaque original.

En la actualidad hay seis modelos disponibles, que se pueden ver en la página web de F.P. Journe y se pueden comprar a través de las boutiques de la firma en Hong Kong, Beirut, París, Nueva York, Tokio, Ginebra, Los Ángeles y Pekín.

Aparte de estas piezas, otras dos fueron vendidas. Pertenecen a la edición limitada Historical Anniversary Tourbillon y los compradores pagaron 110 mil dólares por cada una (el precio de venta original fue de 99 mil dólares).

“Es un servicio, más que un negocio, para que el cliente pueda tener un reloj que ya no existe. Lo que he visto es que las personas que realmente valoran mis productos no están interesados en comprarlos con descuento. Hay coleccionistas que no usan los relojes, los tienen nuevos y en perfecto estado”, cuenta Journe.

Este concepto forma parte del plan de negocio de la firma. Su filosofía es crear relojes en cantidades limitadas o dejar de producirlos para que se revaloricen. El propio relojero lo expresó a Tiempo de Relojes durante el Salón Internacional Alta Relojería (SIAR) de la Ciudad de México: “Cada 12 años me gusta dejar de hacer un modelo para crear otra cosa. Los relojes que se vendieron durante ese tiempo ya son piezas de colección”.

Precisamente, este mes anunció también una colección especial para celebrar los 10 años de sus boutiques de Hong Kong y Tokio, con 10 guardatiempos para cada una. Journe dijo que hará lo mismo cada vez que una de sus boutiques cumpla su décimo aniversario, de aquí a 2020.

Estas iniciativas siguen la estela de la edición especial con la que en octubre de 2015 dijo adiós a la caja de 38 milímetros de diámetro típica de la marca durante 25 años. Así nació un cofre con cinco relojes en el emblemático tamaño. Una colección que, como dijo Journe, es solo para puristas y que combina el oro rosa de los mecanismos con el acero de las cajas. Este set ha sido el más excepcional de la casa.

A partir de ese momento, los 38 milímetros se convirtieron en una medida histórica con poder de revalorización inmediata en el mercado relojero de abolengo. Igual que su colección Black Label, con relojes que solo pueden adquirir clientes que ya tienen otra pieza de la firma.

Journe asegura que su marca no ha sufrido los embates de la crisis en el sector. Y tiene su propia opinión de lo que está pasando.

“La industria relojera fabrica cada vez más relojes y los precios suben cada año. La distribución está llena de relojes de otros años y hay que sacarlos del mercado. Hoy llegas a un punto de venta y antes de abrir la boca para decir qué quieres, te ofrecen un 20% de descuento. Si realmente quisieran deshacerse del inventario tendrían que darte un 50%, y ese es el verdadero valor”.

Eso quiere decir, según él, “que le dan un sobreprecio [al cliente] y que no está pagando el verdadero valor”.

En este sentido, el genio relojero defiende su estrategia. “Nosotros no estamos dentro de esa dinámica porque sólo hacemos 900 relojes al año, mecánicos, manufacturados en Ginebra y sin descuento. Si quieres un F.P. Journe, pagas el precio completo porque eso es lo que vale”.

El valor de ser independiente y pequeño es parte del éxito de su manufactura de Journe. “Muchas firmas cotizan en bolsa, tienen accionistas y deben dar dividendos para mantenerse. Hay dos tipos de fabricantes de relojes: la industria y los semi-artesanales. Es una diferencia importante. Yo no podría garantizar la calidad que quiero ni la excelencia fabricando más”.

De todas formas, François-Paul Journe, ya ha tomado su decisión: “Ni la industria ni yo vamos a cambiar. Desde la crisis de 2008 aprendí a mirar sólo lo que hago y no preocuparme por lo que hacen los demás”. El relojero seguro de sí mismo puede permitírselo.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses