Ante la baja de los precios del petróleo y la lenta recuperación de la economía global, en México se realizaron algunas modificaciones fiscales para 2016 orientadas a promover el ahorro y la inversión, lo que representa una oportunidad de negocios para el sector privado.

Es fundamental que las empresas conozcan los factores que definirán su panorama fiscal para ajustarse al debido cumplimiento e identificar alternativas para lograr adecuadamente los objetivos de su negocio.

Aunque el Ejecutivo federal acordó no crear impuestos y no recurrir a mayor endeudamiento ante la previsión de que habrá menores ingresos petroleros, hay diferentes aspectos tributarios que las compañías deben tomar en cuenta.

Uno de los elementos que será determinante para la Ley de Ingresos será el aporte de los impuestos federales. La recaudación de ingresos que se estima a partir del Impuesto Sobre la Renta (ISR), Impuesto al Valor Agregado (IVA) e Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) representa la mayor recaudación tributaria esperada por el gobierno en la historia.

En ese sentido, está previsto el crecimiento del ISR en aproximadamente 15% respecto de 2015. Esto representará un reto para el Ejecutivo, no solo por el desafío que representará el buen cumplimiento por parte de los contribuyentes, sino por la activa fiscalización que aplicarán las autoridades.

Por otra parte, el IVA tendrá un incremento cercano a 5%, lo que puede ser considerado como marginal en contraste con los otros impuestos. Finalmente, se espera un incremento en el IEPS, cercano a 56%.

En materia de gasto fiscal, hay un elemento que destaca en la Ley de Ingresos para 2016. El incremento del gasto fiscal derivado de la formalización de una parte de la economía, que ahora está en la informalidad, representará un reto, e incluso un sacrificio, para el gobierno en 2016. En la parte del crédito público, existe una necesidad de cubrir el financiamiento a bajo costo y bajo riesgo. Siempre ha sido una demanda del sector privado hacia el gobierno gastar menos y, además, gastar bien.

Es decir, que concentre eficientemente sus baterías hacia donde debe destinarse el gasto.

Un reclamo importante respecto de la actividad financiera ha sido la tasa de retención de impuestos sobre la renta aplicable a los depósitos en la banca. Desde hace años, hemos venido manejando una tasa de 0.6% aplicable a todas las inversiones que tienen individuos y personas morales, la cual es alta en función del rendimiento que generan los instrumentos. Ahora bien, esta tasa se redujo de 0.6% a 0.50%.

Pero los análisis hechos por la iniciativa privada indican que esa reducción no es suficiente para compensar el impacto negativo en los inversionistas y ahorradores y evitar saldos a favor del ISR en las declaraciones anuales. Lo anterior, debido a las bajas tasas de intereses reales (arriba de la inflación) y a que no todos los contribuyentes se ubican en una tasa de 35% del impuesto sobre la renta efectivo.

Dada la lentitud de la actividad económica global y las posibles medidas que la Reserva Federal de Estados Unidos pudiera aplicar, en México se presentaron todas estas acciones para promover el ahorro y la inversión, lo que representará una oportunidad para aquellas empresas que estén preparadas, pues estas dos herramientas —el ahorro y la inversión— son la insignia de la propuesta de las autoridades fiscales para incentivar la economía.

Para garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas y preservar la estabilidad macroeconómica, también es necesario incluir propuestas que den claridad y certidumbre jurídica a los contribuyentes, facilitar el cumplimiento de los compromisos internacionales del país en materia de combate a la evasión fiscal y promover la formalización y el debido cumplimiento de las disposiciones tributarias.

Socio Líder Nacional de Impuestos y Legal de KPMG en México. Las ideas y opiniones expresadas son del autor y no necesariamente representan las ideas y opiniones de KPMG en México.

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