En el ámbito del emprendimiento hay una eterna discusión: ¿Los emprendedores nacen o se hacen? La respuesta que los especialistas coincide en lo esencial. No hay ninguna respuesta correcta y absoluta, ya que ambas son posibles, tanto hay emprendedores natos —esos que lo intentan una y otra vez y que lo suelen hacer de manera decidida desde pequeños— y otros que van a la escuela y se convierten en excelentes empresarios.

El que puedan formarse trae una gran luz, porque convertirse en emprendedor y tener las habilidades que se necesitan para hacerlo bien siempre harán a una persona mucho más desarrollada intelectual y personalmente. Ellos suelen ser creativos, deben creer en sí mismos, ser negociadores (si yo levanto mi cuarto, ¿me das un dulce?)  y levantarse una y otra vez cuando se equivocan. Suena como lo que suelen hacer los niños, ¿cierto?

“Se trata de conservar el espíritu emprendedor porque el niño ya lo trae, es creativo, confía en sí mismo, y tiene características de emprendedor”, señala Mary Carmen Cabrera, directora general de BusinessKids, una empresa que busca educar a los niños en el emprendimiento.

Ahora bien, si se quiere que un niño conserve estas cualidades que en un futuro pueden llevarlo a emprender hay que poner atención en cómo los tratamos.

Muchas veces el camino de conservar esta vena de emprendimiento no es sencillo. Los pequeños aprenden de todos los ejemplos, tanto de los buenos como de los malos, así que es fácil que poco a poco les vayamos —aun sin darnos cuenta de ello y con la mejor intención de protegerlos— eliminando todas esas actitudes que en un futuro les pueden ayudar a ser un buen emprendedor.

Cameron Herold, un emprendedor, escritor y coach de negocios canadiense el cual se especializa en educación sobre emprendimiento, recomienda, entre otras cosas, que a los niños se les enseñen habilidades como la resolución de problemas, hacer preguntas, ser creativos, ahorrar dinero, aprender de sus errores, vender, pedir ayuda, buscar soluciones, hablar en público, querer tener dinero, liderar a otros.

Muchas de estas habilidades son parte de los pequeños, otras, habrá que inculcarlas, sin embargo, hay dos cosas que siempre tendrás que tener en cuenta: una es que los dejes equivocarse y otra es que les permitas tomar sus propias decisiones. Ambas son claves para la formación del niño y para que forje actitudes positivas frente a situaciones tan comunes como el fracaso. Muchas veces es fácil sobreprotegerlos y no dejarlos tomar decisiones por el miedo a que se equivoquen y a que se lastimen y desilusionen, pero nada peor para ellos que eso.

Esta semilla hay que sembrarla desde niños para que de grandes ellos puedan emprender con el menor dolor posible. No hay que dejar de lado la importancia del emprendimiento.

En México, más de 90% de las empresas son pequeñas y medianas (es decir, fueron fundadas por personas a las que se les ocurrió una idea y la llevaron en práctica) y constituyen el motor de la economía y de la generación de empleos. Así que por supuesto que conviene formar a los niños para emprender de más grandes o incluso desde pequeños.

Tomar decisiones

Él es un ente independiente y es capaz de tomar sus propias decisiones. Puede hasta sonar extraño, pero él tiene gustos y preferencias y hay que entenderlo.  Por supuesto, es inexperto pero nada que no se gane con el ejercicio de decidir una y otra vez.

“Muchas veces por protección del niño no le dejas tomar decisiones, y al hacerlo estamos haciendo que se pierda una parte valiosísima del desarrollo de un niño, decisiones desde qué se compra y qué quiere comer, obviamente bajo una responsabilidad. Que le digamos, ‘tú vas a comer esto pero quizá te duela el estómago’, así el niño podrá ir eligiendo y tomando conciencia”, explica Cabrera. Puedes dejarlo decidir y explicarle qué es lo que probablemente suceda con cada decisión que tome, esto le dará herramientas, quizá la primera vez escoja lo que no parece mejor pero la segunda será diferente.
 
A toda acción hay una reacción. Es muy importante que los dejes tomar sus propias decisiones y que se equivoquen, y en este mismo sentido es importante que se den cuenta de que todas las acciones tienen consecuencias, ya sea positivas o negativas.

Eso se logra dejando que ellos lo descubran, tomando decisiones y actuando.

Conciencia de ahorro

Ser emprendedor también implica administrar el dinero  y es más fácil que se aprenda desde pequeño. Investopedia, un sitio encargado de dar consejos y de explicar términos financieros, recomienda que a los niños se les hable de dinero para  que entiendan el valor del dinero. “La educación financiera puede empezar a una edad temprana con conceptos simples sobre el dinero como el de contar las monedas y preparar el cambio cuando se realizan las compras”, sostiene el sitio financiero.

Escúchalos

“Escuchen al niño y valórenlo como lo que es, un ser pensante, con cierta preparación de acuerdo a su edad, pero es un ser inteligente y capaz de llegar a sus metas. Que si el niño quiere aprender algo, no nos cerremos, porque si lo hacemos el niño perderá la toma de decisiones”, explica la directora de BusinessKids. Si tú los escuchas, ellos entenderán que lo que dicen importa y se volverán seguros de sí mismos.

Dales la libertad de pensar

Es necesario que como padre dejes que ellos le den vueltas una y otra vez a la misma idea porque esto les ayudará a construir una más compleja. “Algunos de los mejores productos vinieron de ideas en estado salvaje. Entonces no pongas limitaciones a tus hijos.

Déjalos soñar alto”, señala Adam Toren, coautor del libro Niños empredendores: pequeños emprendedores con grandes ideas.

Déjalos que se equivoquen

Todos  los especialistas recomiendan que los dejen equivocarse. Incluso en el emprendimiento de los adultos, el cometer errores y en general el fracaso es muy bien visto porque implica un gran aprendizaje.

En general, en la sociedad no se le ve con buenos ojos pero suele traer buenos resultados.

Lo mismo con los niños. “Puedes decirle a tu hija que su plan para construir su castillo es malo, pero mientras no se lastime intentándolo, es importante que la dejes intentar su idea. Cuando se dé cuenta que no funciona, ayúdala a encontrar la mejor solución”, recomienda Investopedia. En este mismo sentido, Toren recomienda que los asesores trayéndoles a sus ojos la parte optimista de la situación para que puedan encontrar nuevas oportunidades.

“Los niños más seguros de sí mismos son aquellos a los que sus papás los dejan caerse y levantarse. El fracaso no es malo, y si dejamos al niño aprender de su propios errores, el niño va a aprender a levantarse, la vida se hace de caerse y levantarse y de seguir, y más e emprendimiento”, sostiene Mary Carmen.

Enséñales qué es un plan de negocio

El autor de Niños empredendores: pequeños emprendedores con grandes ideas recomienda que les enseñes a grandes rasgos y de manera muy simple qué es una planeación de este tipo para que puedan aprender someramente su estructura. De esta manera se familiarizarán para que en un futuro ellos puedan realizar el propio.

Otro consejo de Toren es el que inviertas en ellos, pero no sólo dándoles dinero, sino asignándoles un “sueldo” por labores dentro de la casa para que puedas, cuando ellos finalicen la tarea, analizar el servicio que te brindaron.

“Así les enseñarás de manera temprana el proceso de un negocio de una manera divertida y emocionante”, explica.

Con metas y objetivos

Enséñale al niño a que planee con base en metas. Al igual que un emprendedor adulto, es importante que se plantee metas para alcanzar un objetivo, porque esto hace mucho más alcanzable un sueño. “Es muy importante para los niños desear cosas pero es muy diferente ya fijar una meta y determinar cuáles son los pasos para alcanzarla”, sostiene Investopedia. Digamos, ayúdales a trazar una ruta crítica que tienen que seguir para lograr lo que desean.

Ayúdalos a aterrizar y a vislumbrar el camino que habrán de seguir.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses