Por tercer año consecutivo, el gobierno federal anuncia una reducción en sus ingresos. Para 2017 la cercena será del orden de 70.3 mil millones de pesos, que sumados a los tres recortes anteriores (2015, 124 mil millones; 2016ª, 97 mil millones; 2016b, 132 mil millones) el recorte asciende a 423 mil millones, es decir 23 mil 500 millones de dólares cifra que representaba el ingreso anual en esos años de bonanza petrolera.

Ello ha conllevado a un permanente ajuste de las cifras halagüeñas que, mediante los Criterios Generales de Política Económica, el gobierno federal ha venido realizando desde 2013. Veamos: en 2013 se estimaba crecer a 3.8%, pero fue de 1.4%; 2014, 4%, finalmente fue de 2.3%; 2014, el estimado era de 4.7%, se redujo a 2.5%. Al inicio de 2016 se pronosticaba de 4.3%, se estima sea de 2.0%. Para 2017 se espera sea de 3.6%, pero el gobierno ya adelanta un ajuste al decir que puede ser de 2.6%

En este tenor, Banco de México difundió el 1 de septiembre su Encuesta mensual sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado en la cual los analistas que asesoran a las principales firmas que invierten en el país modificaron a la baja la variación del PIB a tasa anual, por lo que las expectativas de crecimiento del PIB real para 2016 es de 2.16 y para 2017 es de 2.52. De igual forma, el FMI en su documento Panorama de la Economía Mundial 2016 establece que para este año el comportamiento de la riqueza interna de país será de 2.4% y para el siguiente año de 2.6%.

El impacto se debe principalmente a los menores ingresos petroleros y de las entidades de control directo como la Comisión Federal de Electricidad (CFE), así como de entradas únicas. Por lo que ante el desplome de los precios del petróleo, Pemex ha dejado de capitalizar al país en 70% desde mediados de 2014. Por lo que el presupuesto federal para 2017 es de corte conservador prevaleciendo una mayor disciplina fiscal por lo que se reordenarán necesariamente las finanzas públicas. Al respecto, el FMI señalaba el 22 de enero que si el shock de precios del petróleo se torna persistente, elevaría el esfuerzo de la consolidación fiscal en el mediano plazo para México.

En el análisis social, la inversión fija bruta (IFB), que representa los gastos realizados en maquinaria y equipo de origen nacional e importado, así como los de construcción, tiene un enorme peso en la generación de empleo y producción, ya que impacta en dos impuestos (ISR e IVA), por lo que su comportamiento determina la composición de la tasa de desempleo abierto. En este aspecto, para cubrir el recorte de 16.9% entre el presupuesto de 2017 y el de este año, Hacienda ve en el Impuesto Sobre la Renta, el Impuesto al Valor Agregado y en el Impuesto Especial sobre Productos y Servicios la panacea, ya que espera recaudar 9.7% más de lo que obtendrá de ambos impuestos para este año. Es decir, se espera que las arcas ingresen 2.73 billones de pesos por concepto de impuestos. De ISR se proyecta recabar 1.42 billones, que representa 10.2% más de lo reportado para 2016; de IEPS el ingreso estimado será de 434 mil millones de pesos, reflejando un alza de 20.4% y de IVA el fisco estima un ingreso de 794 mil 100 millones, lo que representa un aumento de 3.6%.

Es decir, la espada fiscal de Damocles recaerá en la riqueza devengada representada en la generación de trabajo (ISR) y en el impuesto al consumo, ya sea de bienes y servicios ordinarios, mediante el IVA, o extraordinarios (IEPS). Es decir, será la capa social más endeble, la clase media, será la que cargue en su espalda contributiva el tijerazo presupuestal.

Ello es provocado porque el sector externo ya no reporta el ingreso de antaño a raíz de la caída de los precios internacionales del crudo, la desaceleración de las exportaciones, principalmente manufactureras y la creciente amenaza de la deportación de los connacionales que envían remesas provenientes de Estados Unidos.

Por supuesto, a ello debemos agregar las cuestiones endógenas entre las que sobresalen la inseguridad, que representan el 6% del PIB (6 mil millones de dólares) la corrupción, donde se fuga el 10% del PIB (11 mil millones) y la falta de transparencia del gasto de los recursos públicos, 3% del PIB (3 mil millones).

Sin duda, el pírrico crecimiento de la economía mexicana se manifiesta en el aumento de la desigualdad, principalmente de ingreso.

En este tenor, el Inegi manifiesta que 10% de los hogares más ricos del país concentra la mitad del ingreso nacional. Con base en datos fiscales del SAT, se obtiene que los primeros cinco deciles (los “más pobres”) concentran 12% del ingreso; los hogares agrupados del decil VI al IX (“clase media”) centralizan 38% y el décimo, el nivel más rico, 50% del mismo.

Al respecto, la Cepal en su documento Panorama Social de América Latina (2016) expone que entre 2013 y 2015 México no solamente registró un incremento en la intensidad de la pobreza, sino que también se disparó la brecha de la desigualdad. Sin duda, esta situación se debe a la reducción del ingreso laboral que ya no alcanza para cubrir el gasto monetario de los hogares, aumentando con ello no solamente la pobreza alimentaria sino también la pobreza patrimonial.

En este sentido, cada décima porcentual a la baja que tenga el PIB en los meses venideros representará el aumento de la desigualdad en México puesto que el recorte al gasto y la reducción de la inversión de la Administración Pública Federal se manifestará en nuevos desempleados.

Profesor-investigador del Centro de Relaciones Internacionales, UNAM. Coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (LACEN)

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