Presentar buenas cuentas de la inflación cerca de las elecciones siempre ha sido considerado por los gobiernos en turno como una cuestión relevante. Veamos cuál era la cifra previa observada a los procesos electorales federales recientes en tasa anual del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC). En mayo de 2006 se registró 3.00%; en mayo de 2009, 5.98%; en mayo de 2012, 3.85%, y ahora en abril del 2015, 3.06%. Sin embargo, la inflación promedio fue de 3.99% en 2005, 5.12% en 2008, 3.41% en 2011 y 4.02% en 2014. Es decir, salvo 2009, cuando las cosas se salieron de control por el alza de precios de productos importados, materias primas y de alimentos, entre otros, se han podido entregar mejores resultados al respecto.

A nivel propagandístico se ha dado la polémica. Mientras que los partidos de oposición insistían en el nulo efecto de las reformas estructurales en la reducción de precios, lo que se respaldaba con los datos duros si consideramos que la inflación cerró en 4.08% en 2014 con una tendencia al alza entre abril y octubre del año pasado; ahora es el partido oficial el que presume de los logros de la reforma energética en los recibos de luz al caer la inflación desde 4.30% en octubre de 2014 hasta 3.06% en abril.

Paradójicamente, la discusión entre analistas sobre la política monetaria también se ha contaminado. Por un lado, están quienes consideran que Banco de México debió de haberla relajado más y que cometió un serio error afectando el crecimiento económico entre 2013 y 2015, ya que la reducción de la inflación en los últimos meses comprueba que los temores de las autoridades monetarias eran infundados, y que se verá obligado a subir la tasa de interés de referencia siguiendo lo que decida la Reserva Federal (Fed) en Estados Unidos habiendo desaprovechado una oportunidad para estimular la actividad económica. En contrapartida, quienes lo respaldaban, destacaban que la cautela con la que había actuado, era una muestra de su autonomía y compromiso con el objetivo de la inflación, por lo que nada de eso fue un error.

Obviamente, los discursos cambian según las coyunturas e intereses. En 2014, había quienes acusaban al banco central de populista y de haber relajado demasiado la política monetaria tratando de impulsar el crecimiento, reduciendo las tasas de interés favoreciendo al gobierno, cuando la inflación promedio había estado lejos de la meta del 3.0% e incluso lo acusaban de en realidad estar conforme con que estuviera alrededor de la banda superior (4%) por lo que ponían en duda el compromiso de querer alcanzar dicho objetivo, cuestionando su autonomía e insinuando que su titular quería congraciarse con el gobierno para asegurar su reelección este año.

Lo cierto es que en los últimos tres años la inflación en México, considerada en tasa anual para evitar las complicaciones que lleva la estacionalidad, ha tenido varias fluctuaciones con un máximo de 4.65% en abril de 2013 y un mínimo de 3.0% en febrero de este año. Pero también lo es que el gobierno al influir en los precios administrados y controlados sí repercute en la inflación en el corto plazo. La baja del precio de la luz no se debe al éxito de la reforma energética, sino a que ha caído el precio del gas, uno de los principales insumos de las termoeléctricas, pero también a que se han incrementado los subsidios a productores y consumidores. Esta inflación reprimida a la larga rebotará porque se incrementarán las pérdidas de la CFE y el gobierno se verá obligado a autorizar alzas de las tarifas que se le cobran al consumidor final. En su informe del primer trimestre del año, las pérdidas operativas aumentaron a 5 mil 935 millones de pesos comparadas con las de 2 mil 463 millones de pesos en el mismo periodo de 2014, por los menores ingresos. Esa historia ya la hemos visto antes.

Finalmente dos reflexiones: una metodológica y otra sobre el discurso que elaboran las y los analistas. Sería conveniente que Inegi comience a reportar cifras desestacionalizadas de inflación como lo hace Estados Unidos desde hace mucho para poder medir mejor su pulso, así como romper la costumbre de hablar de la inflación acumulada en el año en lugar de la promedio como lo hace la mayoría de los países de la OCDE para argumentar con datos duros las ideas.

PD. Bien por la Comisión de Cambios al extender la subasta diaria de 52 millones de dólares hasta el 29 de septiembre, con lo que evita se confunda una decisión de política cambiaria con lo electoral.

*Maestro en Economía

pabloail@yahoo.com.mx

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