Una cleptocracia, nos enseña la Real Academia, es el “sistema de gobierno en el que prima el interés por el enriquecimiento propio a costa de los bienes públicos”. Se trata básicamente de un gobierno de mafiosos; la llamada república mafiosa de la que habla Fernando Escalante.

Pero en la cleptocracia no participan todos, y no porque haya pocos mafiosos, sino porque no alcanza para todos. Los bienes públicos no son infinitos, a diferencia de la codicia, que esa sí no tiene límites. La realidad es invencible, ni la codicia puede con ella. El problema aquí es que la codicia no es tonta. Como los bienes públicos no alcanzan, al mafioso no le queda más remedio que meter la mano en los bienes privados. ¿Un ejemplo ilustrativo? Los hay y de sobra. Pero aquí les comento sólo uno. El caso del empresariado mexicano.

¿Sabía usted que, durante 2017, hubo 247 mil empresarios que sufrieron 512 mil actos de corrupción? (ENVE: Inegi, 2018). De a 2 delitos por empresario víctima. Después de los robos de dinero o bienes, y de las extorsiones, son los actos de corrupción los delitos más comunes contra las empresas. Y el perfil de sus victimarios, sinceramente que no puede ser lo más variado: tenemos policías, inspectores, supervisores, empleados de los que otorgan permisos, licencias, concesiones, contratos, etc.

Aquí sí que tenemos un problema fenomenal. Al final, estos datos prueban lo que ya sabíamos: la regularidad, tal vez hasta alegría y simpleza, con que muchos funcionarios complementan sus sueldos con la corrupción. La debacle: que los empresarios no sólo se tienen que cuidar de los ladrones organizados y desorganizados. También se tienen que cuidar de los ladrones institucionalizados.

¿A cuánto ascienden estos complementos al sueldo? A 5.3 mil millones de pesos. Como lo lee. O de a 21.5 mil pesos por empresa víctima de corrupción. O sea, esto de la corrupción, de que deja no hay duda.

Aquí otros datos que merecen ser comentados, en especial para ver si algún cleptócrata al mando pone, aunque sea, un poco de orden en esta extracción institucionalizada de la riqueza del país. Los estados que más adolecen de este problema son Hidalgo, Chiapas, la Ciudad de México, el estado de México. Por sector, a nivel nacional, es el sector industrial el que más sufre de las visitas que hacen los ladrones institucionalizados, llámese inspectores. Es más, para ser más detallados, son los actos de corrupción los delitos más frecuentes contra este sector. Por encima inclusive de los robos de vehículos y los robos de mercancía o dinero, que como se puede imaginar no son pocos. Por cierto, que el sector de servicios tampoco sale bien librado. Los actos de corrupción son su tercer delito más frecuente, después de los robos de mercancía o dinero y las extorsiones. De éste último ya trataré más adelante.

Se dice que la corrupción ya terminó. Ya lo dirá el tiempo y sus datos. Pero una pregunta: ¿cómo lo sabremos si el 99% de los actos de corrupción contra las empresas no son denunciados? ¿Cómo medir el progreso de una política anticorrupción si sólo 1% de los empresarios decide denunciar? Habrá que proponer algo.

Investigador y Miembro del Sistema Nacional
de Investigadores (SNI-3). @CJVilalta

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