La imagen era tan brutal que dolía, y no hacía falta hacer hacer un esfuerzo de la imaginación para ponerse en 'los zapatos' del crash test dummie que en la cabina del Tsuru 2015 recibía sin atenuación buena parte del impacto. Era el 27 de octubre del año pasado, y la Latin NCAP (el Programa de Evaluación de Vehículos Nuevos para América y el Caribe) había decidido realizar y dar a conocer una nueva prueba de impacto frontal entre el Tsuru, el auto más amado de México, y un Versa 2016 para el mercado estadounidense. Esta vez lo hacía de la mano de dos organismos similares (y legitimadores): la IIHS (el instituto de las aseguradoras para la seguridad carretera) y la NCAP global.

La velocidad combinada a la hora del impacto fue de 129 kph. O sea, el Tsuru, sin bolsas de aire y con una estructura frágil, iba a poco más de 60 kph. Demostró una vez más porqué el programa le había puesto, meses atrás, una calificación de cero estrellas en seguridad. Fue el canto del cisne del Tsuru (o así fue percibido). En la víspera de ese día de octubre, Nissan anunció que el modelo dejaría de producirse en mayo de 2017. O sea, en el mes que acaba de terminar. Fue la culminación de una campaña larga de la Latin NCAP y organizaciones de defensa de los derechos del consumidor en contra del auto más popular del país. ¿Cómo era posible que un coche 'cero estrellas' se comercialice en México? ¿Por qué el gobierno lo permite? Así se resumían los reclamos.

Bien, eso es el pasado reciente. Con la salida, al fin, del Tsuru, es momento de reconstruir la historia del Tsuru, bastante más compleja y con más matices que lo reportado en estos últimos tiempos.

Las frías leyes del mercado

Los escalones de bienestar tienen variados matices, según el ámbito en que se ubiquen. Para los indicadores de pobreza del gobierno federal, una de las diferencias principales es tener vivienda con piso de concreto. En el mercado de las televisiones, actualmente la franja de lo aceptable comienza en la pantalla plana, y hace algunas décadas lo bueno empezaba en que “la tele” fuese a color. Así podemos diferenciar entre joyería de oro y plata, o bien zapatos de material sintético contra aquellos fabricados en piel.

Para el mercado de automóviles económicos, en su momento el producto que llegó a marcar la diferencia fue el Tsuru, y una de las razones de su éxito radicaba en su configuración con un tercer cuerpo, la cajuela, que lo diferenciaba de opciones hatchback con menor espacio de carga.

Obviamente no era la única razón. Su bajo costo de mantenimiento y operación para la época lo hicieron el preferido de taxistas, para quienes la elección correcta no es cuestión de status sino laboral. Para ellos y para familias que necesitaban la opción de 4 puertas al mejor precio, el Tsuru fue lo mejor que podían elegir.

Históricamente no era la primera opción a cuatro puertas en este segmento que Nissan ofrecía, pues previamente había recorrido caminos mexicanos el Datsun B210, sedán de líneas curvas cuyos competidores incluían al Renault 12 y Volkswagen Atlantic, pero con un precio más alcanzable.

Llamado en otros mercados Sunny o Sentra, el sedán cuyo nombre significa grulla llegó a México en 1984, cuando el VW sedán era aún una alternativa en el mercado. A los 3 años, complementa la gama su siguiente instancia, el aquí llamado Tsuru II, vehículo con un diseño sobrio, de líneas rectas y del cual a pesar de estar disponible solamente de 1987 a 1992, muchos ejemplares siguen rodando. Es el sucesor, llegado en 1997 el que se instalaría como campeón de ventas en México por dos décadas. En total el Tsuru en sus distintas instancias vendió más de 2.4 millones de unidades.

La satisfacción y aprecio de los consumidores hacia sus Tsurus quedó asentada no sólo en el volumen de ventas, sino también en el estudio MVOSS de J.D Powers donde apareció en primer lugar en 2013 y 2014. Sin embargo, como en su momento le ocurrió al VW Sedán, y posteriormente al Chevy, la presión de diversos competidores lo fue relegando.

Esta competencia comenzó a provocar que los taxistas consideraran otras opciones. En opinión de Roberto Ramírez López, de la organización Taxistas Organizados de México, algunas de las situaciones que provocaron el cambio de preferencia del consumidor fueron el índice de robos, incremento de las primas de seguros, así como la durabilidad del Tsuru en condiciones de uso para transporte de alquiler. “Entre las 14 organizaciones que estamos integrados, en un fin de semana hay alrededor de 30 unidades robadas” menciona. “Las primas de seguro para un Tsuru andan en 23 a 26 mil pesos, mientras que para un híbrido son de 7 mil” asegura el dirigente.

Los beneficiados por el Tsuru

Otro factor es la optimización de la unidad. “La gran mayoría de los pasajeros son personas de negocios, no necesitamos un auto con cajuela grande, porque ellos no llevan maletas. Sus trayectos usualmente son cortos, para ir al trabajo.”

Sí, la prueba de la Latin NCAP influye en el cambio de opción para los taxistas, pero para Ramírez no es todo. “Tenemos bases en zonas con pendientes en el Estado de México, y en Cuautepec, donde hay calles que el Tsuru no sube, los compañeros tienen que ir de reversa. El vocho sí subía”.

Para Miguel Guzmán, Director de Seguridad Vial del CESVI el final de la producción del Tsuru no implica que el peligro haya terminado, pues las unidades aún seguirán en circulación. “Es un vehículo emblemático, accesible. Fue de los primeros en tener costo de mantenimiento bajo y rendimiento de combustible elevado, pero no cumple con los estándares actuales. Es un vehículo endeble”.

Con la llegada de más armadoras a México, opciones con costo más conveniente y mejores prestaciones fueron relegando al Tsuru en ventas. Adicionalmente, la presión técnica que implica la entrada en vigor de la norma 194 en seguridad vial llevaron finalmente a la terminación de la producción de este auto.

Como dijimos, en octubre del año pasado Nissan anunció el final del Tsuru. Una partida de 1000 unidades conmemorativas en color denominado “azul orión” marcan el punto final tras 20 años de trayectoria. Contará con estéreo bluetooth, llavero conmemorativo y una carta de agradecimiento, pero sin bolsas de aire ni frenos ABS.

Para muchos, el Tsuru fue la puerta de entrada a tener auto propio, y para un amplio porcentaje de trabajadores del volante es y será una apreciada herramienta para poner el pan en la mesa. Pues si algo caracterizó al Tsuru es su confiabilidad mecánica. En una economía castigada, y un segmento bajo constante presiones monetarias, el poder evitar sorpresas costosas en refacciones y grúas siempre será una factor de importancia. Es una de las razones del gran aprecio que sus propietarios le tuvieron y tendrán al Tsuru. Fue un aliado confiable como pocos.

Aunque no esté más a la venta en concesionarios por muchos años una vasta flota de este querido auto estará en circulación y en los corazones de sus partidarios.

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