Parecía que los fantasmas que acosaron al gigante Volkswagen con el tema de las emisiones contaminantes de motores a diésel ya habían desaparecido, no sin antes haber intentado, sin éxito, complicarle la vida a marcas como Grupo PSA, Mercedes-Benz y BMW, entre otras. Pero parece que solo tomaron unas largas vacaciones y ahora acosan al grupo Fiat Chrysler Automobiles a causa de un supuesto software que alteraría los resultados en emisiones contaminantes en alrededor de 104 mil unidades Jeep Grand Cherokee y Ram 1500 2017 con motor 3.0 EcoDiesel. Ajá: el gérmen del Dieselgate de VW.

Antes de entrar en detalle, es importante recalcar que esa motorización no está disponible en México, pues nuestra Ram 1500 equipa un 3.6 litros Pentastar. Aclarado el punto, resulta que la División de Recursos Ambientales y Naturales del Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ-ENRD, por sus siglas en inglés) presentó formalmente la semana pasada una demanda civil contra FCA, por construir y vender unidades con motor 3.0 EcoDiesel que no cumplen con la Ley de Aire Limpio que exige el gobierno de los vecinos del norte. Por lo pronto, la sola sospecha es un problema de relaciones públicas, sobre todo por el ambiente escaldado, hipersensible quizás, que dejó el desastre de la automotriz alemana en 2015 y que le costó el cargo de CEO a Martin Winterkorn, entre muchas otras consecuencias.

Impresiona (y, acaso, provoca sospechas) la similitud entre los dos casos. O al menos en su enunciación. La agencia del Departamento de Justicia basa su demanda civil en la creencia de que el software instalado en la pickup y SUV insignias del grupo estadounidense altera los resultados al momento de las pruebas de control de emisiones en el laboratorio, pero cuando se realiza un test estándar, en ‘condiciones de calle’ el grado de contaminación es más alto.
La cosa se complica porque hay otras instituciones acusadoras. Según un comunicado de la EPA (la agencia de protección ambiental de EUA), las emisiones de los motores EcoDiesel 3.0 litros en los modelos y años mencionados, contribuyen a la formación de neblina y hollín dañinos que afectan a la salud.

Ante estas tenebrosas acusaciones, el grupo FCA se muestra confiado en que se resolverán las preocupaciones de las agencias de manera rápida y amistosa y sin repercusiones mayores. Pero también ha reaccionado con, digamos, un cierto grado de indignación. Dice un comunicado: “FCA  en Estados Unidos está revisando la situación, pero está decepcionada de que el DOJ-ENRD haya decidido presentar esta demanda. La compañía tiene la intención de defenderse vigorosamente, en particular contra cualquier reclamación de que esta se encuentre involucrada en algún plan deliberado para instalar dispositivos para engañar sobre las pruebas de emisiones realizadas en los Estados Unidos”.

La razón de la decepción del grupo liderado por Sergio Marchionne radica en el hecho de que tanto corporativo automotriz como la EPA y la Junta de Recursos del Aire de California, llevaban meses trabajando para aclarar los problemas relacionados con la tecnología de control de emisiones de la compañía en los vehículos a diésel. 
FCA también dijo, la semana pasada, que realizaría calibraciones actualizadas de software de emisiones y que con ellas, se podrán aclarar las preocupaciones sobre el tema para sus vehículos a diesel Jeep Grand Cherokee y Ram 1500 2017. Incluso, instalaría el mismo programa en esos mismos modelos pero de los años 2014-2016, lo cual mejoraría el rendimiento de las emisiones sin impactar en la eficiencia de combustible.

Ahora bien, tendremos que esperar la resolución de la demanda para saber si FCA está en graves problemas (pérdida de prestigio, sansiones millonarias) o es solo una víctima de un ambiente enardecido entre la industria automotriz y las agencias de gobierno de Estados Unidos.  
Volkswagen pagó más de 4 mil 300 millones de dólares por el chistesito (algo así como lo que cuesta construir cuatro fábricas de autos completas) y dejó, como decimos, varios traumas.

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