La Facultad de Ingeniería de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ),  realiza una serie de investigaciones con el objetivo de proponer combustibles alternativos que sean más amigables con el medio ambiente.

Una de estas líneas de experimentación es coordinada por el académico Gonzalo Macías Bobadilla, quien en el año  2014 platicó con EL UNIVERSAL sobre el famoso VOCH2O, el primer conejillo de indias con el que trabajaron él y su equipo, integrado por varios alumnos de esta casa de estudios.

El escarabajo llegó a circular con una mezcla de gasolina y agua que disminuye aproximadamente un 30% los niveles de contaminación. El proceso consiste en disociar la molécula del agua (H2O) a través de la electrólisis (aplicación de corriente eléctrica), con la finalidad de  obtener hidrógeno, que al combinarlo con oxígeno, es igual a oxi-hidrógeno, un elemento altamente explosivo.

Sin embargo, a lo largo de dos años, sus investigaciones se han volcado al uso de automóviles más grandes,  por la ineficiencia del motor del vocho, el cual presenta una  tecnología de más de 50 años de existencia que apenas proporciona unos 44 hp. Pero con la misma cilindrada, un modelo reciente puede dar hasta 100 o 120 caballos de potencia.

“Estábamos consumiendo una gran cantidad de gasolina para obtener muy poca energía a la salida del vehículo. Eso nos hizo desistir de su utilización, así que consideramos que no era conveniente trabajar con un automóvil  que no cumpliera con los requerimientos ambientales”, aseguró.

Cambios. El académico aclaró que la investigación que encabeza no está sustituyendo la gasolina al 100% por hidrógeno.  Este elemento químico se utiliza como un aditivo para obtener un mejor rendimiento de combustible que permite tener unos cuantos kilómetros más por tanque y la reducción de  gases nocivos.

El mismo proceso fue aplicado a un Sentra con motor  2.0, el segundo vehículo que dio continuidad a esta investigación. La computadora que controla la inyección electrónica, regula los gases de salida y de entrada. Entonces, cuando comenzaron a trabajar con el hidrógeno, notaron una mejora en la cuestión de emisiones y mayor rendimiento de combustible.

Aunque las pruebas fueron positivas, tenían un pequeño inconveniente al realizar el balance energético. Notaron que la celda que utilizan en este experimento, consume más energía para producir hidrógeno que la que se recupera, manteniendo al auto en bajas revoluciones o teniendo el vehículo completamente parado.

“Se necesitan ciertas condiciones para que la celda pueda ser o trabajar de manera ideal con la misma energía del alternador y del motor, digamos que esto podría funcionar correctamente, siempre y cuando se mantenga a una velocidad constante en carretera”.

“Para nosotros, manejar el Sentra entre unos 90 o 100 km era lo ideal, apenas ahí se podía observar cierta mejora en el rendimiento al utilizar las celdas. Sin embargo, el problema era que estábamos consumiendo energía del mismo motor para producir hidrógeno, el cual, al quemarse otra vez se convierte en energía pero tendríamos que tener una velocidad relativamente alta para que el motor  sea, hasta cierto punto, eficiente.

Novedades. Este problema provocó el cambio por un vehículo más grande que permitiera cargar un panel de 240 watts (W), es decir, con una dimensión de dos metros cuadrados, y el único vehículo disponible era una Suburban, que desde su fabricación cuenta con una característica: su motor soporta el uso de alcohol, porque es una camioneta que cumple con la clasificación E85, mejor conocido como Flex Fuel.

“Todos los motores pueden soportar el alcohol combinado con gasolina para poder funcionar, no es al 100% pero este vehículo llega a aguantar hasta 85% de alcohol mezclado con un 15% de gasolina. De esta forma, logramos un combustible triple que consiste en gasolina, etanol e hidrógeno”, subrayó.

Como el toldo de la camioneta es amplio, sobre él colocaron un panel solar de 240 W y dentro del motor tiene espacio que utilizaron para captar la energía del panel solar, que se guarda en una batería de ciclo profundo, ésta pasa la energía a la celda de electrólisis que produce el hidrógeno que se inyecta a la cámara de combustión del vehículo.

“Literalmente estamos metiendo energía del sol al motor y estamos utilizando un combustible más limpio: el bioetanol, que al quemarse produce bióxido de carbono. Cuando se procesa la caña de azúcar se obtiene alcohol, que al quemarse dentro de la cámara de combustión del auto, produce una vez más bióxido de carbono Éste regresa a la planta, la cual crece para volver a producir los azúcares, así se cierra perfectamente el ciclo”, compartió.

El académico señaló que dentro de la Facultad de Ingeniería de la UAQ, no es el único en realizar una investigación sobre combustible alternativo. Hay otros profesores que también están apostando muy fuerte en el tema. La finalidad de la universidad queretana es colaborar con la industria automotriz para el desarrollo de autos ecológicos.

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