Los homicidios dolosos y los feminicidios son eventos ominosos. La prensa nacional y extranjera da cuenta, casi día a día, de nuestra realidad, realidad que nos carcome y nos retrata sin piedad. Mientras escribo —octubre 24— nuestro país es motivo de primera plana en un rotativo extranjero, en esta ocasión, El País: Un famoso skater, en busca y captura por el sádico asesinato de su novia en México. Incontables son las sinrazones de esos sucesos. Ausencia de justicia, impunidad y corrupción, entre otras lacras, permiten la continuidad y el incremento de homicidios y feminicidios.

En los primeros nueve meses de lo que va del año se han reportado 18 mil 505 homicidios dolosos. En nuestro país, todas las cifras son cuestionables: ¿es real el número? De ser veraz el dato, cada día son asesinadas 68 personas. Problema paralelo, por execrable y por falta de solución, es el de los feminicidios. Aunque en 2012 se incluyó en el Código Penal el delito de feminicidio, muy pocos feminicidas están en la cárcel: provechoso y ético sería que las autoridades responsables informasen cuántos asesinos de mujeres cumplen condena. Mientras la mayoría de los feminicidas sigan libres, e incluso gocen de protección, la espiral asesina no cesará.

Comparto una información imprescindible para adentrarse en el fenómeno. Son necesarios dos elementos para catalogar el homicidio de una mujer como feminicidio; el primero es que la mujer presente signos de agresión o mutilación sexual; el segundo es averiguar —saber— si tenía alguna relación con el asesino. Además, el feminicidio se asocia a otras formas de violencia de género como la trata y la sexual.

Entre una miríada, ofrezco unos datos para reparar en el problema: 1) Entre 2000 y 2015 se reportaron cinco asesinatos diarios contra mujeres, en total, 28 mil 710 durante ese periodo. 2) 94% de los homicidios contra mujeres carecen de datos suficientes para aclarar si son feminicidios. 3) En 2015 fueron asesinadas 2 mil 383 mujeres; se conocen los datos del agresor en 6% de los casos, es decir, 140 asesinos (cifras proporcionadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía). 4) De acuerdo con el Inegi, las carpetas de investigación por homicidios violentos que iniciaron Ministerios Públicos de las Fiscalías y Procuradurías estatales, pasaron de mil 83 en 2007 a 2 mil 735 en 2016, lo que representa un incremento de 152%. 5) En Puebla, en lo que va del año, 83 mujeres han sido asesinadas; la mayoría de las víctimas tiene entre 20 y 30 años. Entre otros estados, en Baja California son 70 casos, y en Sinaloa 62, los feminicidios informados. 6) Domingo 22 de octubre: “Secuestran y asesinan a una joven en Tlaxcala; pedían 5 mil pesos de rescate. Su cuerpo fue encontrado cuatro días después con huellas de tortura”. Jueves 26 de octubre: “Dos hombres asesinan a su jefa en Tlaxcala al no aceptar órdenes de una mujer. Jazmín Contreras fue ahorcada y su cadáver, abandonado en un bosque”, rezan dos encabezados periodísticos recientes. 7) De acuerdo con Amnistía Internacional, la inacción del Estado mexicano ante la violencia contra las mujeres le hace cómplice de la misma.

En Wikipedia se encuentra la siguiente entrada: Feminicidio en México. Transcribo: “México fue el primer país en que se propuso la tipificación del delito de feminicidio y es el país en que más iniciativas se han presentado en esta materia, tanto a nivel nacional como de las entidades federativas. Una segunda entrada, Feminicidios en el Estado de México, continúa exportando la imagen de nuestro país en el extranjero: “… en dos años, en 2012 y 2013, fueron asesinadas 3 mil 892 mujeres, sólo 613 de estos casos fueron investigados y sólo el 1.6% recibieron sentencia, según un informe del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio”.

En un país sin justicia, en un país donde cada día nos enteramos de malas noticias, muchas vinculadas a las acciones del gobierno, la sentencia de María de la Luz Estrada, coordinadora del Observatorio Ciudadano contra el Feminicidio, es tan cruda como real: “Nos enfrentamos a algo muy complicado: la impunidad”. Estrada reproduce el sentir de la inmensa mayoría de los mexicanos: en México, la suma de impunidad y corrupción deviene enfermedad incurable, no sólo por sus alcances, sino porque ambas lacras, a diferencia de los feminicidios, han sido legalizadas. De nada sirve saber que México es el país que más iniciativas ha promovido con respecto al feminicidio.

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